“Misericordia quiero, y no sacrificios” (Mt 9,13)
Esa es una buena propuesta. La capacidad de intentar comprender cada vida en su complejidad. La intención honesta de buscar lo mejor para cada ser humano. La determinación firme de tratar de ayudar a las personas. La ilusión por ir haciendo del mundo –cerca y lejos- un hogar donde a nadie le falte un trozo de pan, un verso, unas manos amigas y sueños que soñar.
Esa es tu justicia. La que busca formas para que cada quién encuentre su camino. Para que cada persona descubra el tesoro escondido que hace ricos a quienes lo encuentran. Para que cada historia, en la que se entretejen aciertos y errores, rupturas y reconciliaciones, amor y desamor, perdón y dicha, hambre y saciedad, sea una historia digna.
Pienso en alguien con quien tengo problemas, o con quien me llevo mal.
¿Puedo, quizás, intentar entender, respetar, y hasta bendecir –decir bien- a esa persona?
pastoralsj
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