Hermanas de Buenafuente - Miércoles 02 de Marzo del 2011
El Señor, en el día a día, a través de su Palabra nos sorprende y cautiva. Nos va trazando un itinerario hacia el Amor verdadero, ese Amor que orienta hacia el Misterio del Amor, ese Amor que nos lleva a abandonarnos, a confiar, a fiarnos sólo y exclusivamente de Él, a poner nuestras vidas por entero en sus manos.
En las lecturas de este domingo, se nos daba una señal más de ese Amor:
“aunque una madre se olvide de su hijo, yo no te olvidaré” ¡Qué más podemos pedir!
Él camina siempre a nuestro lado, abriéndonos las puertas al Amor para que seamos capaces desde nuestra debilidad, de amar sin medida, de darnos del todo sin buscar recompensa, de servir a Dios en el hermano, de ser eso, servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
Tenemos que tender nuestra mano, dedicar nuestro tiempo, apoyar con nuestros bienes a tantos hermanos nuestros que están sufriendo. Son tiempos recios los que nos tocan vivir, pero tenemos la promesa cumplida en Cristo.
Hay hermanos nuestros perseguidos y algunos son asesinados por ser cristianos, en algunas Iglesias han llegado a robar y profanar sus Sagrarios. Que nuestras oraciones y sacrificios redunden en reparación de las ofensas…y recemos también por los que cometen estos atropellos, pues viven en las tinieblas, esas tinieblas del error, del odio, de la ignorancia; recemos para que el Espíritu Santo llegue a sus corazones y los transforme, ilumine sus tinieblas y gocen de la luz de Cristo.
También nosotros debemos ir preparando nuestro corazón, pues dentro de unos días dará comienzo el tiempo de Cuaresma. Pidamos al señor que fortalezca con su auxilio nuestra fragilidad humana, para que nos mantengamos firmes en ese espíritu de conversión, de cambio constante hacia el amor de Dios.
Tenemos en este mes, dos grandes solemnidades: San José y la Anunciación, que nos sirven de estímulo y ejemplo para nuestras vidas.
San José, que en la “oscuridad del alma”, en obediencia fiel al Proyecto de Dios, se fía, confía y acoge amorosamente la Palabra que se hará carne en las entrañas de María.
Y María, como José, se abre al plan amoroso de Dios, le da cabida en su seno y en su corazón y nos alienta a nosotros a ser hombres y mujeres del fíat, el hágase tu voluntad.
Hermanos, la confianza en el Señor comienza en las cosas pequeñas, así vamos disponiendo nuestro interior, convirtiendo nuestro corazón y orientándolo hacia Cristo.
Que no nos cansemos de hacer de nuestras vidas canales de transmisión del amor de Dios.
Unidas en la oración y Santa Cuaresma
Vuestras hermanas de Buenafuente
Vuestras hermanas de Buenafuente
Ciudad Redonda
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