Cientos de miles de personas siguen vivendo en la calle en unas condiciones lamentables
El arzobispo de Haití, que sustituye al anterior que murió en el terremoto, asegura que no ha cambiado nada en el país, que no se ha avanzado. Pide al nuevo ejecutivo "responsabilidad y visión de futuro" para canalizar la ayuda y llevar a cabo, de una vez, proyectos efectivos que mejoren la vida de la gente. Cientos de miles de personas siguen vivendo en la calle en unas condiciones lamentables. Gente que, a pesar de eso, cree que un nuevo Haití es posible.
Puerto Príncipe sigue estando lleno de cientos de miles de personas que viven hacinadas en tiendas de campaña, o bajo carpas. A las afueras, o en pleno centro. Frente a un palacio presidencial destruido, o frente a las ruinas de lo que un día fue una catedral con historia. Pocas cosas han mejorado 21 meses después del terremoto y otras han empeorado, sumando a las víctimas de la masacre (alrededor de 300.000) más muertes por cólera (más de 6.000) durante el último año.
El nuevo arzobispo de Haití, Guire Poulard, que sustituyó al anterior fallecido bajo los escombro, asegura "que la situación no ha cambiado". "El pueblo haitiano ha vivido más catástrofes y siempre ha sabido levantarse pero después de esta", dice,"parece que no". El arzobispo reconoce que el país nunca ha recibido tanta ayuda internacional como ahora pero denuncia que no se ha sabido canalizar para dar una respuesta eficiente. Además achaca a la inestabilidad del gobierno, la falta de organización para impulsar el desarrollo. "Necesitamos un gobierno responsable", dice, "que tenga visión de futuro. Ahora la crisis política, en teoría, está terminando... Espero que el nuevo ejecutivo pueda trabajar, avanzar contra la corrupción para poder levantar Haití. Para poder empezar de nuevo".
Alrededor de 700.000 personas siguen sin tener casa. Como Rockson Zepyyr, sus cuatro hermanos y sus padres, que han vivido hasta ahora en una chabola hecha de chapa y tela de lona. Rockson asegura que es imposible vivir ahí. Al calor insoportable hay que sumarle los insectos, sobre todo por la noche, y las inundaciones en los días de lluvia. Y lo que hasta el día de hoy, 21 meses después de la tragedia, parece una utopía: el acceso a agua potable y a una higiene digna.
Rockson estaba en la escuela cuando ocurrió el terremoto. Tuvo suerte y tiempo para salir del edificio, que vio derrumbarse con decenas de compañeros dentro. "Nunca voy a poder olvidar ese día. Ese momento. Ese doce de enero, a las cuatro cincuenta. Aún así es optimista. Y dice que él quiere, que su familia quiere, y que las personas que le rodean también quieren. "Si hay unión", dice, "es posible".Podemos reconstruir Haití. Un nuevo Haití".
Cadena SER
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