DEL PROFETA MALAQUÍAS (1;14 - 2;8-10)
¡Que yo soy un gran Rey, dice Yahveh Sebaot, y mi Nombre es terrible entre las naciones!
Y ahora, a vosotros esta orden, sacerdotes:
Si no escucháis ni tomáis a pecho dar gloria a mi Nombre, dice Yahveh Sebaot, yo lanzaré sobre vosotros la maldición .
Vosotros os habéis extraviado del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la Ley, habéis corrompido la alianza de Leví, dice Yahveh Sebaot.
Por eso yo también os he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo, de la misma manera que vosotros no guardáis mis caminos y hacéis acepción de personas en la Ley. ¿No tenemos todos nosotros un mismo Padre? ¿No nos ha creado el mismo Dios? ¿Por qué nos traicionamos los unos a los otros, profanando la alianza de nuestros padres?
Malaquías ejerce su misión a mediados del siglo V aC., en un momento muy bajo de la religiosidad del pueblo. Han vuelto del destierro, pero la existencia es miserable, y no se ve por ninguna parte la protección de Dios.
En ese contexto, Malaquías intenta levantar la moral del pueblo. Por sus mismas palabras se ve que incluso el culto ha sido descuidado, no se cumple la Ley, y la religiosidad general está por los suelos. En este contexto, Malaquías increpa a los sacerdotes haciéndoles responsables de la situación.
El texto ha sido atraído a este domingo por su lejano parecido con las palabras de Jesús
contra los letrados y fariseos.
DE LA PRIMERA CARTA DE PABLO A LOS TESALONICENSES (2;7-13)
Recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Trabajando día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os proclamamos el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprochablemente nos comportamos con vosotros, los creyentes.
Como un padre a sus hijos, lo sabéis bien, a cada uno de vosotros os exhortábamos y alentábamos, conjurándoos a que vivieseis de una manera digna de Dios, que os ha llamado a su Reino y gloria.
De ahí que también por nuestra parte no cesemos de dar gracias a Dios porque, al recibir la Palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes.
Como en todos estos domingos, no tiene relación con los otros textos. Se ve en él el profundo cariño de Pablo por los cristianos de Tesalónica, (que es quizá la primera comunidad cristiana de Europa, al menos por la predicación de Pablo).
Aparece el rasgo interesante de que Pablo se ganaba la vida con su trabajo "para no ser gravoso a nadie". Por otros textos sabemos que Pablo era tejedor, y sin duda ocupaba el día en el trabajo
y dedicaba a la predicación las últimas horas de la tarde, o las de la noche.
José Enrique Galarreta S.J.
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