He estrechado la mano de mi amigo
y de pronto, al ver sus ojos tristes y angustiados,
he temido que no estuvieras en su corazón.
Y me he sentido molesto como ante un Sagrario
en que no se si estás
¡ Oh Dios! si no estuvieras en él,
mi amigo y yo estariamos alejados,
el uno del otro,
pues su mano en la mía, no sería más que
carne entre carne.
Y su corazón para el mío,
un corazón de hombre para el hombre.
Yo quiero que tu vida esté en Él como en mí,
pues quiero que mi amigo
sea mi hermano, gracias a tí
Michel Quoist
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