Filippo di Tommaso Lippi se convirtió en discípulo del pintor florentino, Sandro Botticelli, en el año 1472. Lo llamaban Filippino para distinguirse del padre, Federico.
Lippi influyó decisivamente en Botticelli en la originalidad del paisaje y en la búsqueda de movimiento. Como se aprecia en cuadros como “Virgen con niño” o el “Retablo Nerli”, que han sido restaurados recientemente.
Bajo el mecenazgo de la familia Medici, ambos artistas terminarían por convertirse en rivales durante los últimos diez años del siglo XV. La fama de Lippi era tan grande que todos los talleres de Florencia cerraron el día de su funeral. Aunque hoy es Sandro Botticelli quien tiene mayor reconocimiento a nivel mundial.
De él, la exposición destaca obras como “La Adoración de los Reyes Magos”, donde pintó a los hermanos Medici, y a sí mismo; y el “Retrato de un joven”.
De Lippi, se pueden contemplar obras maestras como el “Cristo crucificado” cuyo uso del movimiento y del negro como fondo anticipa a Caravaggio; y la “Virgen que adora al niño”.
Un duelo de artistas florentinos del siglo XV en la Roma del siglo XXI.
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