No pasar simplemente por encima, picando de aquí y de allí o viviendo la vida como si estuviéramos en un simulador. Es verdad que cuando estamos en el borde de la piscina, aunque haya ganas, siempre da pereza saltar al agua. Pero también es verdad que una vez dentro nos damos cuenta de que merece la pena saltar y mojarse, y no vivir mirando desde el borde.
DCUESTA SJ
Pastoralsj
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