Mweso, 12 de marzo de 2012 – Trabajar por la comunidad debería ser más una cuestión de solidaridad que un medio para ganarse la vida. Este es el enfoque de la última iniciativa de sensibilización del JRS en los campamentos para desplazados internos.
El enfoque de la iniciativa, 'el Amor no tiene precio, ni raza: el amor no cojea' trata de promover el trabajo voluntario entre los residentes del campamento. Forma parte de la amplia labor del JRS con las mujeres desplazadas, que incluyen los cursos de alfabetización y los encuentros semanales en los que debaten sobre los problemas que presentarán a las autoridades del campamento.
El objetivo de la iniciativa es facultar a las mujeres para que se hagan cargo de las personas más vulnerables – enfermos crónicos, ancianos, viudas, jóvenes madres solteras y huérfanos –. Mediante esta propuesta, así lo esperamos, las mujeres serán agentes en un proceso de construcción de la comunidad que rompa las diferencias étnicas.
"Animamos a las mujeres a que piensen en ayudar a sus vecinos que sufren, no tanto como un trabajo, sino como una responsabilidad más profunda, aun cuando toda la comunidad está bajo tensión", subraya Beatriz García, directora del proyecto del JRS en Mweso, que trabaja con los grupos en condiciones más vulnerables.
Desde que el JRS puso en marcha sus actividades en Mweso, en mayo de 2011, uno de los principales desafíos a los que se ha enfrentado el personal sobre el terreno ha sido encontrar fórmulas creativas, aparte de las compensaciones para incentivar a las mujeres a participar en el programa.
"Si bien el JRS entiende la diferencia real que una ayuda económica puede marcar en las personas que viven en los márgenes de la pobreza, estamos tratando de dar un enfoque distinto en Mweso. Si bien ha sido un reto desde el principio, el enfoque de la confianza, la responsabilidad y la compasión como piedras para construir la comunidad, nos está dando resultados alentadores", continuó diciendo García.
Teatro comunitario, superando las diferencias étnicas
Como parte de la iniciativa, el JRS organizó una obra comunitaria sobre dos mujeres mayores, una hutu, la otra tutsi. La escena abre con una mujer hutu sentada sola frente a su cabaña, demasiado enferma y anciana para trabajar o ir a buscar comida y leña.
"Mi vida es miserable," piensa, mientras se lamenta de que no tiene nada que comer.
Entonces se da cuenta de que una mujer también mayor, de la etnia tutsi, está sentada sola frente a su casa, con el misma apariencia de malestar. La mujer hutu quiere ayudarla, pero como no tiene nada que ofrecerle, no está segura de cómo hacerlo. Tras reflexionar, se da cuenta de que ella tiene algo que darle: su amor.
La mujer hutu va hacia la mujer tutsi, y se disculpa porque sólo puede ofrecerle su compañía y su amistad. La mujer tutsi empieza a llorar y abraza a su vecina explicándole que nadie la había ido a visitar desde que llegó al campamento el año anterior.
"La emoción de las mujeres era increíble después de ver la obra. Nos dijeron que sentían que las diferencias étnicas no eran un factor relevante para la amistad, y que estaban dispuestas a mirar de otra forma a las personas que sufren en el campamento", afirmó García.
Desde entonces, las mujeres que participan en las actividades del JRS son más entusiastas y el tema de la compensación económica parece importar menos.
"Como mujeres, se sienten orgullosas de saber que juegan un papel importante en la comunidad como defensoras de las necesidades de quienes se encuentran en circunstancias difíciles. Este sentimiento renovado de energía es palpable, y no podemos sentirnos más felices por su espíritu de implicación y participación", ha dicho Beatriz García, directora del proyecto del JRS en Mweso.
El enfoque de la iniciativa, 'el Amor no tiene precio, ni raza: el amor no cojea' trata de promover el trabajo voluntario entre los residentes del campamento. Forma parte de la amplia labor del JRS con las mujeres desplazadas, que incluyen los cursos de alfabetización y los encuentros semanales en los que debaten sobre los problemas que presentarán a las autoridades del campamento.
El objetivo de la iniciativa es facultar a las mujeres para que se hagan cargo de las personas más vulnerables – enfermos crónicos, ancianos, viudas, jóvenes madres solteras y huérfanos –. Mediante esta propuesta, así lo esperamos, las mujeres serán agentes en un proceso de construcción de la comunidad que rompa las diferencias étnicas.
"Animamos a las mujeres a que piensen en ayudar a sus vecinos que sufren, no tanto como un trabajo, sino como una responsabilidad más profunda, aun cuando toda la comunidad está bajo tensión", subraya Beatriz García, directora del proyecto del JRS en Mweso, que trabaja con los grupos en condiciones más vulnerables.
Desde que el JRS puso en marcha sus actividades en Mweso, en mayo de 2011, uno de los principales desafíos a los que se ha enfrentado el personal sobre el terreno ha sido encontrar fórmulas creativas, aparte de las compensaciones para incentivar a las mujeres a participar en el programa.
"Si bien el JRS entiende la diferencia real que una ayuda económica puede marcar en las personas que viven en los márgenes de la pobreza, estamos tratando de dar un enfoque distinto en Mweso. Si bien ha sido un reto desde el principio, el enfoque de la confianza, la responsabilidad y la compasión como piedras para construir la comunidad, nos está dando resultados alentadores", continuó diciendo García.
Teatro comunitario, superando las diferencias étnicas
Como parte de la iniciativa, el JRS organizó una obra comunitaria sobre dos mujeres mayores, una hutu, la otra tutsi. La escena abre con una mujer hutu sentada sola frente a su cabaña, demasiado enferma y anciana para trabajar o ir a buscar comida y leña.
"Mi vida es miserable," piensa, mientras se lamenta de que no tiene nada que comer.
Entonces se da cuenta de que una mujer también mayor, de la etnia tutsi, está sentada sola frente a su casa, con el misma apariencia de malestar. La mujer hutu quiere ayudarla, pero como no tiene nada que ofrecerle, no está segura de cómo hacerlo. Tras reflexionar, se da cuenta de que ella tiene algo que darle: su amor.
La mujer hutu va hacia la mujer tutsi, y se disculpa porque sólo puede ofrecerle su compañía y su amistad. La mujer tutsi empieza a llorar y abraza a su vecina explicándole que nadie la había ido a visitar desde que llegó al campamento el año anterior.
"La emoción de las mujeres era increíble después de ver la obra. Nos dijeron que sentían que las diferencias étnicas no eran un factor relevante para la amistad, y que estaban dispuestas a mirar de otra forma a las personas que sufren en el campamento", afirmó García.
Desde entonces, las mujeres que participan en las actividades del JRS son más entusiastas y el tema de la compensación económica parece importar menos.
"Como mujeres, se sienten orgullosas de saber que juegan un papel importante en la comunidad como defensoras de las necesidades de quienes se encuentran en circunstancias difíciles. Este sentimiento renovado de energía es palpable, y no podemos sentirnos más felices por su espíritu de implicación y participación", ha dicho Beatriz García, directora del proyecto del JRS en Mweso.
JRS
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