El Papa Juan Pablo II pidió a Fidel Castro que "abriera Cuba al mundo" cuando el líder cubano visitó oficialmente el Vaticano en noviembre del año 1996. Castro respondió que no podía hacerlo "porque tengo una pistola en la sien" dijo, alegando a la hostilidad irreconciliable con Estados Unidos. Su Santidad le respondió, "ábrete al mundo que yo te quito la pistola". Esta oferta política no llegó a hacerse realidad. Cuba entonces navegaba en solitario en el bote del socialismo. La ex Unión Soviética, su principal aliado político y económico, había naufragado a inicio de los años 90. Abrir la isla al mundo, en ese contexto, tenía el riesgo de desatar un tsunami social que desplomara el socialismo isleño y colocara en situación de riesgo a la nación ante la posibilidad de que ocurriera una intervención militar de EEUU. Castro limitó su movimiento de apertura a levantar el veto que padeció la iglesia durante tres décadas atrás y a concertar una visita oficial del Papa Juan Pablo II. La fecha programada fue enero de 1998.
Castro en el año 1994, cuando llegó al aeropuerto de La Habana después de asistir a la Cumbre Iberoamericana celebrada en Cartagena, Colombia, anunció a la comitiva del politburó del Partido Comunista de Cuba (PCC) que acudió a recibirlo la decisión de visitar el Vaticano para invitar al país al Papa Juan Pablo II. La alta dirigencia hizo visible su desconcierto. La figura del Papa estaba asociada al descalabro del socialismo en la comunidad de países del Este europeo. Pero Castro había calculado que el sistema cubano necesitaba enfrentar ese reto político para, entre otros objetivos, desactivar el cerco mediático internacional que auguraba el fin de la revolución cubana. Ello espantaba al capital extranjero en el momento que la isla necesitaba una apertura táctica de inversiones y créditos para sustituir, parcialmente, las importaciones provenientes de Moscú y de la esfumada comunidad de países socialista del Este europeo. Pero a su vez Castro, en el V Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC)-octubre de 1997- pisó el freno al modesto proceso de reformas económicas que había iniciado a partir del año 1993 y volvió a restablecer el credo "en la propiedad estatal socialista".
El líder cubano, el 13 de diciembre de 1997, durante su discurso de clausura de la sesión ordinaria del parlamento cubano, informó a sus compatriotas que el Papa Juan Pablo II visitaría la isla del 21 al 25 de enero de 1998. A muchos cubanos se le fundieron los chips ideológicosdespués de haber vivido casi tres décadas de confrontación y distanciamiento con las religiones. El asombro popular llegó a la cima cuando Castro, además, anunció que para complacer la petición del Papase restablecía la celebración de la Navidad, que él había cancelado en el año 1969 "por una razón económica, práctica" y explicó que es la mejor época para la industria del azúcar. Castro además activó el ego nacionalista local al anunciar que "el éxito de la visita del Papa debe ser un éxito del país, de la revolución". Y para garantizar ese éxito anunció que iría a la televisión para "hablarle a la población sobre el Papa", afirmó. Al Cardenal y Arzobispo de La Habana se le concedió una intervención, de unos 15 minutos, en uno de los cuatros canales de la televisión para hablar sobre la visita de Juan Pablo II.
Fidel Castro, durante su comparecencia de cinco horas en la televisión nacional -16 de enero de 1998– canonizó políticamente al Papa Juan Pablo II al identificarlo como "uno de los mayores dolores de cabeza que tiene al imperialismo" (EEUU), por ser "un crítico del neoliberalismo económico". Y después de incorporar a Su Santidad a la oposición antimperialista, Castro negó que Juan Pablo II fuera el autor intelectual del desplome del socialismo en el Este europeo. "Le atribuyen un papel muy importante al Papa -señaló- en la desaparición del socialismo y hasta de la URSS. Nosotros sabemos bien lo que pasó allí. El Papa no era el Secretario del Partido Comunista y no presidía el campo socialista", afirmó. El líder cubano entonces esbozó una media sonrisa y declaró que "hay quienes creen que el Papa va a liquidar la revolución y el socialismo en Cuba". Castro hizo una pausa de segundos y afirmó, "no conocen al Papa, subestiman su inteligencia, su pensamiento". Al final de su intervención convocó a los "patriotas, revolucionarios, militantes del partido y pueblo en general" a que asistieran a las misas que oficiará el Papa en las ciudades de Santa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba y La Habana. Cinco horas en la televisión bastaron a Castro para inducir el credo entre sus compatriotas de que Su Santidad era el "compañero Papa". Castro junto con su amigo el escritor Gabriel García Márquez asistió a la misa oficiada por el Papa en la capitalina Plaza de la Revolución donde se improvisó un altar, con techo de lona, distanciado del lugar donde el líder cubano pronunciaba sus extensos discursos.
El altar en la habanera Plaza de la Revolución donde oficiará misa el Papa Benedicto VI, el próximo día 28, es de construcción más solida y está situado al pie de la tribuna que ocupa la alta nomenclatura del Gobierno y el PCC, durante las celebraciones de actos políticos. Esta vez los miles de cubanos que acudan a la citada plaza verán la figura del Papa abrigada por el paisaje de una gigante bandera cubana y la figura de mármol de José Martí, Apóstol de Cuba, gestor de la independencia isleña del colonialismo español. Una estampa que exalta la alianza del Gobierno con las iglesias locales en la tarea de remodelar la nación cubana. La plataforma de ese pacto es la del "nacionalismo responsable".
Hibernación social
El país cubano que visita Benedicto XVI –26 al 28 de marzo- está acometiendo una demolición controlada del sistema socio económico y político que rigió en la isla durante casi medio siglo. Es una operación de alto riesgo, un equívoco puede provocar un catastrófico desplome de la nación cubana. El Gobierno conoce que tiene carencia de operarios políticos calificados para ejecutar una complicada remodelación estructural económica, ideológica y social. Por lo que ha optado por conciliar una participación activa de la iglesia católica y protestantes, en la remodelación de la sociedad isleña. Las iglesias locales, sobre todo la católica, durante el proceso de hibernación social que padecieron durante décadas pasadas, ejercieron la política de preparar jóvenes habilitados para operar en un escenario de cambios. El proceso de apertura que está ocurriendo en Cuba, a juicio de analistas, es social, no política ni partidista. Y es en ese escenario donde, por ahora, operan las iglesias.
La presencia del Papa Benedicto XVI ha sido anunciada en la isla como visita pastoral, la del peregrino de la Virgen de la Caridad del Cobre –Patrona de Cuba– que asiste a la celebración del 400 aniversario del hallazgo de la imagen de la Patrona de Cuba, reverenciada también como símbolo de la identidad cubana. El Gobierno de Raúl Castro se ha limitado a facilitar a la iglesia la difusión, en medios de prensa oficialistas, la visita de su Santidad. Las autoridades cubanas, al parecer, en la capital se han restringido a convocar la asistencia de militantes del Partido Comunista de Cuba (PCC) a la misa del Papa, el próximo día 28, en la Plaza de la Revolución.
"No voy a ir a esa misa en la Plaza de la Revolución, yo no soy religioso", dijo Marcos, 58 años de edad, ingeniero. Marco es militante del Partido Comunista de Cuba (PCC) y según contó a ELMUNDO.es, en su centro de trabajo reunieron a los militantes del PCC y se "formó tremenda discusión" cuando les dijeron que la "orientación oficial" era que tenían que asistir a dicha misa. "Durante casi 40 años me inculcaron la idea de que la religión es mala porque es un instrumento de dominación clasista, que es el opio de los pueblos... ¿Y ahora quieren que vaya a misa? Conmigo que no cuenten", afirmó Marcos.
Durante la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba se contaba el siguiente chiste. Castro y Su Santidad se pasean por el malecón habanero cuando una racha de viento le vuela al Papa su solideo que cae al mar. Castro, en un gesto de cortesía, camina sobre las aguas y recoge el sombrero papal. Al otro día el diario Granma –órgano oficial del Partido Comunista de Cuba- publicó el titular, "Fidel es Dios". En Roma, el Neuvel Observateur dijo, "El Papa hizo un milagro, Castro caminó sobre el agua". A su vez, el Miami Herald tituló, "Castro ya no puede ni nadar". Ahora, con el Papa Benedicto XVI, no hay chistes.
El Mundo
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