Saturday, March 24, 2012

Benedicto XVI y el protagonismo emergente de Latinoamérica

Entrevista con el Cardenal Marc Ouellet, uno de los “responsables” del viaje papal a México y Cuba

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
LEON

Benedicto XVI advierte un protagonismo emergente en Latinoamérica, una nueva realidad en medio de la crisis económica mundial. De eso está convencido el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos de la Santa Sede. A sus buenos oficios, en parte, se debe el viaje del Papa a México y a Cuba. Ese y otros temas abordó en una entrevista con el Vatican Insider.

Canadiense de nacimiento, parte del corazón del purpurado es latinoamericano. Vivió durante años en Colombia y habla perfecto español. Como presidente de la Pontifica Comisión para América Latina será parte de la comitiva que acompañará al pontífice en su recorrido por aquellas tierras, previsto del 23 al 28 de marzo.

El Papa Benedicto XVI se ha referido a Latinoamérica como una región emergente en el contexto de una crisis mundial. ¿Cuáles son los elementos que usted destacaría de esta nueva realidad?

En la fluidez actual de la escena internacional resulta notorio este protagonismo de América Latina. No en vano, ya casi no se habla de ella como una región del subdesarrollo y del atraso, ni si quiera de países en vía de desarrollo sino de países emergentes.

¿Acaso Brasil no se ha convertido en la sexta potencia mundial? ¿No están viviendo los países latinoamericanos procesos económicos de exportaciones a diversos mercados y atracción de capitales extranjeros? Este protagonismo emergente puede también calificar a la Iglesia latinoamericana, especialmente en el proceso de actuación del Concilio Vaticano II. Basta considerar que allí vive más del 45 por ciento de los católicos a nivel mundial, a los que pueden sumarse los hispanos en los Estados Unidos y Canadá.


Pero existe también preocupación por las dificultades que padece como el narcotráfico, la violencia y la pobreza. ¿Cómo afrontar estas poderosas fuerzas, capaces de bloquear el desarrollo regional?


Estos graves problemas tienen que ser afrontados a través de políticas adecuadas, valientes e incisivas. No es este el ámbito de competencia de la Iglesia pero ella no pude dejar de alertar públicamente sobre los grandes problemas y desafíos que se plantean respecto al bien común de los pueblos.

Además sería limitado e ineficaz confiarse sólo en los resortes del poder político para afrontarlos; en efecto, estos problemas tienen una dimensión ética, personal y colectiva, que sólo adquiere fuerza de irradiación e interpelación en virtud de una nueva evangelización de los pueblos latinoamericanos y de quienes desempeñan funciones y responsabilidades de liderazgo a diferentes niveles.

América Latina es católica en sus raíces pero ha vivido una paradoja a lo largo de su historia, sobre todo moderna: muchos de sus hijos, criados y educados por la Iglesia, cuando han llegado a puestos de poder no han demostrado la capacidad de cambiar el rumbo. ¿A qué se debe este fenómeno?


No entro a juzgar personas cuya conciencia está puesta ante Dios, pero es bien cierto que el Papa Benedicto XVI ha insistido en diversas oportunidades, y lo hizo explícitamente en Aparecida, sobre la necesidad de formar nuevas generaciones de católicos que abran el camino al evangelio en la vida política, económica, social y cultural de las naciones.

De los católicos comprometidos en la vida pública la Iglesia espera que estén animados por la fe y que sean coherentes con sus enseñanzas, que sean también competentes y dedicados al bien común, que conozcan y sepan aplicar creativamente la Doctrina Social Cristiana y que presten especial solidaridad a los más necesitados. En un continente de grandes mayorías de bautizados, hay mucho por hacer en este sentido.


¿Cómo fueron considerados estos desafíos en la preparación del viaje papal a México y Cuba?

En la preparación de todo viaje apostólico hay un estudio muy atento de las concretas situaciones sociales, culturales, políticas y religiosas de los países visitados. Sin embargo, la misión de la Iglesia y los contenidos del mensaje pontificio no quedan definidos por las circunstancias, problemas y desafíos de los países. La Iglesia abraza todas las circunstancias para encarnar el evangelio en ellas.

Lo que define un viaje apostólico es el anuncio de la fe en Jesucristo, la confirmación y revitalización de la fe de los pueblos, la pertenencia sacramental a la Iglesia. Ese es el mejor servicio, el servicio original e insustituible de la Iglesia a las naciones. Todo lo demás se da por añadidura.

¿Qué elementos han pesado en la elección de Cuba y México como destinos de la visita?

Entre los dos viajes apostólicos del Papa a Brasil, uno en el año 2007 a Sao Paulo y el previsto para el mes de julio del año 2013 a Río de Janeiro (para la Jornada Mundial de la Juventud), era muy importante que él visitara algunos países hispanoamericanos. Las autoridades políticas y eclesiásticas de México y Cuba habían ya invitado al Santo Padre.

Ambos países están además en la misma ruta directa de vuelos aéreos. México recibió las cinco visitas pastorales de Juan Pablo II, es un gran país, una gran frontera entre el norte y sud de América. El testimonio más vivo y expresivo de ese catolicismo barroco, mestizo, popular, de profundas raíces en el mundo hispanoamericano. Cuba, por su parte, vive una situación peculiar con graves problemas y desafíos; pero gracias a Dios también una primavera de la fe que el papa viene a confirmar y a alentar para bien de Cuba y de todos los cubanos.


¿Qué espera el Papa de Latinoamérica?

El mensaje del pontífice será el mensaje del evangelio. Señalará la tarea fundamental de custodiar el más precioso patrimonio recibido por los pueblos latinoamericanos, que es el don de la tradición católica y llamará a los fieles, en la Iglesia, a fructificar este patrimonio en el corazón de las personas, la vida de las familias y la cultura de las naciones.

El Papa espera que la Iglesia en América Latina continúe siendo, y cada vez más, en toda su consistencia teologal, histórica y cultural, el pueblo de Dios entre los pueblos; y no la dispersión de minorías poco significantes en medio de un mar de secularización. Benedicto XVI espera esta fidelidad y fecundidad de la Iglesia en América Latina, consciente de su solicitud evangelizadora que sea cada vez más protagonista, enriquecedora de la misión de toda la catolicidad.


Vatican Insider

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