Histórico encuentro entre Ratzinger y el padre de la Revolución: Castro, lleno de curiosidad, “interrogó” al Pontífice
GIACOMO GALEAZZILA HABANA
Al final, se dio el esperado “cara a cara” más esperado y controvertido: el de Benedicto XVI y Fidel Castro (con el cuello cubierto y rodeado de su esposa e hijos). Dos casi coetáneos, cerca de los 86 años uno y el otro a tres semanas de cumplir los 85, pero con historias personales que no podrían ser más diferentes. «Ahora que ya no tengo responsabilidades de gobierno, paso el tiempo leyendo y reflexionando», dijo Fidel e inmediatamente preguntó al Papa cómo hacía para llevar a cabo su servicio todavía. El Papa respondió que ya estaba un poco grande, pero que todavía podía con su «deber». Una frase seca que indica que los rumores sobre su renuncia son completamente infundados.
El encuentro no ofrecerá material para la propaganda castrista ni para debilitar la batalla de los disidentes, como temía el “Financial Times”. Antes de volver a Roma, Benedicto XVI se encontró con Fidel Castro en La Habana, como gesto de humildad y de diálogo, para ayudar a la Iglesia cubana perseguida durante medio siglo. Por una parte, el “líder máximo” de la Revolución cubana, que duró en el poder más de 50 años (de 1959 a 2008), antes de pasar definitivamente el poder a su hermano a causa de la enfermedad. Por otra, un exprofesor de teología, que en 1959 era un joven docente en Bonn y que la vida llevó a dirigir la Iglesia universal. El revolucionario ateo se mostró muy interesado por cuestiones religiosas e “interrogó” al sucesor de Pedro. El encuentro de esta tarde entre el Pontífice y el expresidente de Cuba Fidel Castro duró alrededor de 35 minutos, como indicó el portavoz de la Santa Sede, el parde Federico Lombardi, en conferencia de prensa en el Hotel Nacional de La Habana. El “líder máximo” hizo algunas preguntas a Benedicto XVI sobre algunos temas como la liturgia y se mostró interesado por el “trabajo” del un Papa, además de haber afrontado cuestiones y problemas de la humanidad de la actualidad en general.
«¿Qué hace un Papa?», preguntó Castro. «Está al servicio de la Iglesia Universal», respondió el Pontífice. Benedicto XVI habló de su alegría por encontrarse en Cuba y de la gratitud por la acogida que recibió. Fidel Castro, por su parte, dijo que había seguido todas las fases del Viaje Apostólico del Pontífice por la televisión nacional y notó algunas variaciones en la liturgia con respecto a cuando era joven. El Papa le explicó cómo ha ido cambiando la misa.
Después, Fidel se alegra por la beatificación de Wojtyla y de la Madre Teresa de Calcuta, «benefactora de Cuba por la que siento veneración». Le pregunta al Pontífice sobre algunos libros que hablen de la fe y recibe tres medallas conmemorativas y la promesa de futuros consejos “literarios”.
Fidel, llevado por la curiosidad, se quiso informar sobre el “trabajo” de un Papa y sobre las finalidades de los viajes papales. A partir de entonces, la conversación se va dirigiendo hacia problemas generales: la crisis, el papel de la ciencia, el medio ambiente. Al encontrarse en La Habana, Fidel Castro y el Papa Joseph Ratzinger renovaron la emoción y el histórico apretón de manos que tuvo lugar en enero de 1998 entre el entonces presidente cubano y Juan Pablo II. Antes había sido Fidel a visitar Roma, en 1996, en ocasión del encuentro mundial de la Fao; el “líder máximo” aprovechó aquella ocasión para visitar al Papa Wojtyla en el Vaticano.
El apretón de manos entre Benedicto XVI y el “líder máximo” ha marcado el clímax emotivo y simbólico de la misión papal en América Latina. Un momento privado, fuera del protocolo oficial. Un “vis-à-vis” entre el Papa teólogo y el padre de la Revolución cubana, gravemente enfermo. El vicario de Cristo y el ex-estudiante de los jesuitas que logró borrar por 50 años la Navidad y que exilió a Dios de una tierra con antiguas raíces cristianas. Una charla que duró alrededor de media hora entre dos universos opuestos: el lobo y el cordero, el perseguidor de los católicos y su guía. El encuentro con Fidel Castro, 14 años después del apretón de manos con Wojtyla, se llevó a cabo a las 12.30 hrs. (hora local).
Durante el cordial e intenso encuentro con Benedicto XVI, también estaban presentes el Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, y el Nuncio Apostólico en Cuba, Mons. Bruno Musaró.
Vatican Insider
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