Es el deseo que Benedicto XVI expresó durante la ceremonia de despedida en una sala del aeropuerto internacional de La Habana, bajo una intensa lluvia caribeña
GIACOMO GALEAZZILA HABANA
«¡Hasta siempre, Cuba! [...] Que Dios bendiga tus destinos». Benedicto XVI, como ya había hecho Juan Pablo II hace 14 años, condenó el bloqueo de los Estados Unidos pero no cedió en cuanto a los derechos civiles para el pueblo cubano. Reconoció que en el último bastión de la Guerra Fría en el Caribe la situación «se ve agravada cuando medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del País pesan negativamente sobre la población».
El Papa espera que «casa de todos y para todos los cubanos, donde convivan la justicia y la libertad, en un clima de serena fraternidad». El respeto y la defensa de la libertad que «late en el corazón de todo hombre» es imprescindible para «responder adecuadamente a las exigencias fundamentales de su dignidad, y construir así una sociedad en la que cada uno se sienta protagonista indispensable del futuro de su vida, su familia y su patria [...] Cuba, reaviva en ti la fe de tus mayores, saca de ella la fuerza para edificar un porvenir mejor, confía en las promesas del Señor, abre tu corazón a su Evangelio para renovar auténticamente la vida personal y social».
El Pontífice subraya que el momento actual exige de forma urgente que, en la convivencia humana (nacional e internacional), «se destierren posiciones inamovibles y los puntos de vista unilaterales que tienden a hacer más arduo el entendimiento e ineficaz el esfuerzo de colaboración». Benedicto XVI deja la “isla bonita” subrayando el «buen desarrollo de este viaje» e invocando «justicia y libertad» para todos los cubanos. En la ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de La Habana, el Pontífice reveló que Cuba « dejó en el corazón de mi amado Predecesor, el Beato Juan Pablo II, cuando estuvo en estas tierras como mensajero de la verdad y la esperanza» una profunda huella.
Ahora, también Joseph Ratzinger se describe « rodeado» con la oración y el afecto de los cubanos, que le han brindado «una cordial hospitalidad y haciéndome partícipe de sus más hondas y justas aspiraciones». A todos ellos, el Pontifice garantiza que allí a donde llega Jesús « el desaliento deja paso a la esperanza, la bondad despeja incertidumbres y una fuerza vigorosa abre el horizonte a inusitadas y beneficiosas perspectivas».
Joseph Ratzinger también se dirigió a los laicos, para que «intensificando su entrega a Dios en medio de sus hogares y trabajos, no se cansen de ofrecer responsablemente su aportación al bien y al progreso integral de la patria».
El Papa reclamó reconciliación para «estrechar la concordia y a hacer fructificar lo mejor del alma cubana, sus valores más nobles, sobre los que es posible cimentar una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada». Para ello, explicó Benedicto XVI, es necesario que «nadie se sienta excluido [...] Que nadie se vea impedido de sumarse a esta apasionante tarea por la limitación de sus libertades fundamentales, ni eximido de ella por desidia o carencia de recursos materiales». Hay que eliminar los «puntos de vista unilaterales que tienden a hacer más arduo el entendimiento e ineficaz el esfuerzo de colaboración», advirtió el Pontífice. Y así, las eventuales «discrepancias y dificultades se han de solucionar buscando incansablemente lo que une a todos, con diálogo paciente y sincero, comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas portadoras de nuevas esperanzas». Es un deseo que se hace oración: «Que Dios bendiga tus destinos», Cuba, «tierra embellecida por la presencia materna de María».
Vatican Insider
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