Thursday, March 22, 2012

A lo que sí viaja el Papa a México y a Cuba – editorial Ecclesia

Ha sido, una vez más, el mismo Benedicto XVI quien ha expresado las razones, claves y las expectativas de su visita apostólica, en curso, a México y a Cuba. Fue al final del ángelus del domingo 18 de marzo. En sus palabras y saludos en lengua española -la lengua de los mexicanos y de los cubanos y de casi toda América Latina, destino ideal de su viaje- cuando pidió oraciones y un cercano acompañamiento espiritual “para que en esta visita pastoral se cosechen abundantes frutos de vida cristiana y renovación eclesial, que contribuyan al auténtico progreso de estos pueblos”.

El Papa viaja, pues, para confirmar en la fe a los católicos de los países que visitan, para desarrollar “in situ” su ministerio apostólico universal. Y esta clave es fundamental para entender, seguir y analizar correctamente los viajes papales. El Papa no es un político, ni un líder social, cultural, deportivo o artístico. Es una autoridad moral, religiosa, sin duda la de mayor altura y significación del escenario internacional.

Y desde estas premisas de un viaje religioso -como no podría ser, por otro lado, de otro modo- se inscriben y se entienden las expectativas ya citadas del Papa: los frutos de vida cristiana y de renovación eclesial, que, por su misma naturaleza, de darse, repercutirán, sin duda, en el verdadero progreso de los pueblos, en este caso, de México y Cuba. Y es que, en efecto, cuanto mejor se viva el Evangelio, cuanto en mayor medida se practique y promueva la doctrina social de la Iglesia, mejor redundará en la sociedad.

Todo ello nos ha de llevar a no caer en planteamientos políticos o politizados a la hora de seguir y de evaluar esta doble visita papal. La tan dolorosa e injusta situación política, social y económica en que vive en el último medio siglo Cuba no se va a resolver en este viaje papal. Benedicto XVI, como ya hizo abundante y generosamente Juan Pablo II hace catorce años, va sembrar a manos llenas valores cristianos claves como la libertad, la verdad, la justicia social, la dignidad inviolable de la persona y de sus derechos fundamentales. No cabe duda de que hablará con la claridad, la valentía, la sabiduría y también la prudencia y mesura que le caracterizan. Y lo mismo, en la medida y en la proporción de su actual e igualmente histórica situación y problemática, ha de acontecer con el paso del Santo Padre por el emergente, magnífico, convulso y atribulado México. Pero ello no significa, ni un país ni en otro ni en ninguno, que el Papa -pretenda solo con su visita, su presencia y palabras cambios y revoluciones espectaculares. Y esta pretensión sería vana e ilusoria si la mantuviera la comunidad eclesial y menos aún otras instancias, por legítimas, benéficas y hasta necesarias que sean.

Las vísperas de la llegada de Benedicto XVI a Cuba han estado salpicadas por dos acontecimientos polémicos, que apuntan hacia una dirección de nerviosismo y tensión no convenientes. Nos referimos a la ocupación de una iglesia de La Habana por parte de disidentes y a la detención el domingo 18 de marzo por parte del gobierno de sesenta mujeres del grupo “Damas de Blanco”. Ambos desafortunados acontecimientos se resolvieron favorablemente en menos de veinticuatro horas. El camino de la polémica no es bueno para preparar un acontecimiento como la visita de Benedicto XVI. Resulta evidente, como ya ha quedado indicado, que la situación política de Cuba no es de recibo. Pero no se puede instrumentalizar el viaje del Papa. Por ninguna parte, incluido obviamente el régimen castrista. Los verdaderos réditos de esta visita apostólica han de ser para el bien común, para el verdadero progreso de toda Cuba.

El portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, ha definido este doble periplo apostólico como un viaje por la esperanza. “Por la esperanza de los mexicanos, pueblo de inmensos recursos y posibilidades, pero atormentado hoy por problemas gravísimos que pesan sobre su presente y sobre su futuro, comenzando por una dramática violencia. Por la esperanza –añadió- de los cubanos, que se sienten en el umbral de una posible época nueva, en la que las palabras proféticas de Juan Pablo II sobre la apertura recíproca de Cuba y del mundo se realicen en un clima de desarrollo, de libertad y de reconciliación”. Pues bien, que nadie defraude esta esperanza.

Ecclesia

No comments: