Sunday, August 05, 2012

Comentario a la 1a y 2a. lectura por José Enrique Galarreta S.J.



ÉXODO 16, 2-15
Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto. Los israelitas les decían: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta hartarnos! .... Yahveh dijo a Moisés: Mira, yo haré llover sobre vosotros pan del cielo.... Aquella misma tarde vinieron las codornices y cubrieron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío en torno al campamento. Y al evaporarse la capa de rocío apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha de la tierra. Cuando los israelitas la vieron, se decían unos a otros: ¿Qué es esto?, pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: Este es el pan que Yahveh os da por alimento.
Dado que el evangelio va a hacer mención del maná, el pan del cielo que dio Moisés al pueblo, de parte de Dios, en el desierto, es lógico que en esta primera lectura se nos recuerde aquel antiguo episodio.
Los israelitas tuvieron muchos problemas en el desierto, entre ellos la falta de alimentos y de agua, problemas que Moisés solucionaba (muy probablemente porque los madianitas, hombres del desierto, les acompañaban).
El conocimiento de la migración de las codornices, la localización de manantiales subterráneos, la utilización de los escasos frutos del desierto, son propios de las técnicas de supervivencia de los nómadas del Sinaí.
La lectura religiosa que se hizo más tarde de aquellos sucesos proporcionó una interpretación en clave de Alianza, de protección maravillosa de Dios para con su pueblo, por medio de Moisés su siervo. El texto recoge dos de aquellos sucesos, las codornices y el maná, que maravillaron a Israel en el desierto y se interpretaron como signo evidente de la protección de Dios. La idea es clara: Israel vive del pan que Dios les da.

EFESIOS 4, 17-24
Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor, que no andéis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de sus criterios, sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios. Vosotros en cambio no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es Él a quien habéis aprendido y en Él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús. Cristo os ha enseñado a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos de placer, a renovaros en la mente y en el espíritu. Dejado pues que el Espíritu renueve vuestra mentalidad, y vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
Genéricamente podemos decir que se trata de una exhortación moral. En un mundo de costumbre moralmente poco aceptables, los seguidores de Jesús se han de distinguir por su modo de vida. Es éste un tema injustamente silenciado en muchas historias de la iglesia, dedicadas más bien a las estructuras, los dogmas, los jefes. Los cristianos se distinguieron mucho por una conducta moral diferente, que atrajo a la iglesia a muchas personas de buena voluntad.
Pero en el texto hay bastante más, y muy aplicable a nosotros hoy.
"si es que es Él a quien habéis aprendido y en Él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús" ¿Se está sugiriendo que Pablo desconfía de que en Éfeso se viva realmente el espíritu de Jesús?
No podemos olvidar que Éfeso es "la capital" de las iglesias del discípulo preferido, tan carismáticas como anárquicas, tan llenas de problemas de falsos profetas, tal como se muestra en las cartas de Juan. La relación de las iglesias paulinas y joanneas en Éfeso es un tema apasionante, que aquí sólo podemos sugerir.
"Cristo os ha enseñado a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos de placer". Corrompido por deseos de placer es una descripción brutalmente oportuna para nuestra sociedad occidental (llámesele como se prefiera).
La satisfacción de todo deseo, la conversión de lo apetecido en necesario, la facilidad que excluye el esfuerzo, la engañosa conversión de esta vida en un paraíso, están destruyendo a las personas, muy especialmente a los niños y los jóvenes. No hay más que asomarse al modo de pasar losa fines de semana de buena parte de la juventud y a los problemas que angustian a los educadores.
Y nosotros la iglesia tenemos que ofrecer un modo alternativo de vivir, otro concepto de ser feliz: el código de felicidad que son las Bienaventuranzas. Y no se trata de una rareza de marginados, se trata de la supervivencia misma de lo humano.
"Renovaros en la mente y en el espíritu. Dejad pues que el Espíritu renueve vuestra mentalidad, y vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas". Palabra mágica, "renovar", hacerlo todo nuevo, diferente y mejor. La vida que busca la pura y fácil felicidad en la satisfacción inmediata es lo viejo, lo que ya ha fracasado, lo que, incluso históricamente, ha mostrado su insuficiencia, incluso su peligrosidad para dar felicidad y hasta para la supervivencia del ser humano y aun del planeta mismo... No somos portadores de un mensaje de represión sino de salvación, de salvación de lo humano fiándonos del proyecto de Dios.
"Vestíos de...". Estupenda expresión para entender como Pablo el sentido de la palabra "vestirse". Cuando se aplica a Jesús, "revestido de nuestra condición humana" no se quiere decir que lo humano de Jesús es como un vestido que se puede poner y quitar. Es una forma de expresar un cambio completo, un nuevo modo de ser.
Ningún docetismo por tanto en esta expresión, y sí una imagen muy expresiva: "tirad la ropa vieja, aceptar la renovación, dejad que el Espíritu cos cambie de mentalidad".
No sabemos si esto es de Pablo o de su escuela, pero es una maravilla, si sabemos leer.

José Enrique Galarreta
Fe Adulta

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