Thursday, August 09, 2012

Meditando con los santos y beatos del día: B. MARÍA FRANCISCA DE JESS RUBATTO y LOS MÁRTIRES COLOMBIANOS DE LACOMUNIDAD DE SAN JUAN DE DIOS


oy 09 de agosto, la Iglesia celebra el tránsito a Dios de la BEATA MARÍA FRANCISCA DE JESS RUBATTO, (Ana María, nombre de familia) quién muriera santamente un día como hoy de 1904 en la ciudad de Montevideo, Uruguay. Nacida en 1844 en Carmagnola, Italia, fue religiosa fundadora de la Congregación de las hermanas Terciarias Capuchinas de Loano. En el año 1993 Juan Pablo II le dio el honor de los altares declarándola Beata.

Hoy también la Iglesia en América se viste de fiesta para conmemorar a LOS MÁRTIRES COLOMBIANOS DE LACOMUNIDAD DE SAN JUAN DE DIOS, quienes cayeran víctimas del horror comunista en un día como hoy de 1936, en Barcelona España. De origen campesino, fueron muchachos de la Comunidad de San Juan de Dios de Colombia, enviados a España a perfeccionarse en el arte de la enfermería. Sus nombres eran: Juan Bautista Velásquez, de Jardín, en Antioquia, 27 años; Esteban Maya, de Pácora en Caldas, 29 años; Melquiades Ramírez, de Sonsón en Antioquia, 27 años; Eugenio Ramírez, de la Ceja en Antioquia, 23 años; Rubén de Jesús López, de Concepción en Antioquia, 28 años; Arturo Ayala, de Paipa en Boyacá, 27 años y Gaspar Páez Perdomo, de Tello en Huila, 23 años. En 1992 Juan Pablo II Los beatificó, siendo los primeros siete beatos colombianos.
Unidos, pues, a las Iglesia de Colombia y Uruguay, brindemos nuestro cálido aplauso a Los Mártires Colombianos de laComunidad de San Juan de Dios y a la beata María Francisca de Jesús Rubatto.
  
Meditación
Beata María Francisca, cuéntanos algo de tu aventura hacia Dios. Fue en el seno de mi familia, profundamente cristiana, donde recibí mis primeras enseñanzas religiosas. Atraída profundamente por la vida religiosa decidí hacer mis votos de virginidad. Mi corazón estaba siempre cerca de los necesitados, los pobres y los enfermos. Dedicaba gran parte de mi tiempo a visitar el cotolengo de la Pequeña casa de la Providencia. Me gustaba también estar con los niños, a los que enseñaba los elementos básicos de la doctrina cristiana. Fue así que me uní a un grupo de mujeres dedicadas a obras de caridad, bajo la dirección de los padres capuchinos. Pero mi deseo ardiente era unirme más íntimamente a Dios y dedicarme totalmente a ayudar al prójimo. Fue entonces, que junto con un grupo de amigas dimos comienzo a la Congregación de las hermanas Terciarias de Loano. Desde el principio Dios bendijo abundantemente la obra. Surgieron nuevas casas en toda la Liguria y después se extendieron a Argentina, Brasil y Uruguay. Y fue en el horizonte de estas nuevas tierras en donde sentí que me esperaba el buen Dios por quien di mi vida.

Radio Vaticano

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