Wednesday, August 15, 2012

Predicadores como papagayos


A lo largo de los años me va tocando mucho oír sermones a distinto curas y obispos. El gran peligro que tienen es hablar de memoria.


¡Tienen que decir algo bueno, y lo recitan como un papagayo, eso sí, casi siempre bien preparados. Aunque otros, sin demasiada dedicación al tema homilético, hablan como sacamuelas, y a veces como vulgares charlatanes de feria.
Para que la palabra del sacerdote sea eficaz es preciso madurarla en la oración y hablar desde la propia experiencia de fe. De lo contrario será un sonsonete sin sentido. He tenido la oportunidad de escuchar, fuera de la diócesis en la que resido, una homilía de un obispo.

Teológicamente era de diez. Pude seguirla con atención, a pesar de lo enormemente teórica y abstracta que era. Estoy seguro de que ni el cinco por ciento de los muchos asistentes pudo apreciarla. Le faltaba vida, el calor de la oración, hablar desde la propia experiencia de fe. Eso se nota enseguida y no se aprende en los libros, sino junto a Jesús en el Sagrario o en el propio corazón.
En toda mi vida como seglar tan sólo he escuchado seis o siete sermones que me han calado. Todos ellos – me enteré más tarde – eran hombres llenos de fe, de los que mucho trabajan para ser santos, de los que dedican muchas horas a la oración.
Es preciso obrar como San Pedro Julián Eymard, el apóstol de la Eucaristía. Dedicaba siempre una hora de oración delante de Jesús Eucaristía, como última preparación para la predicación. Ahí está el secreto. Y desde su experiencia de fe y de amor a Jesucristo, calaba hasta el fondo de los corazones. Es necesario imitar a estas personas santas.

Josemari Lorenzo AmelibiaSecularizados, mística y obispos
RD

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