Re, Sodano, Kasper, Hummes, Bergoglio, Bertone, Wuerl...
Pueden descartar o aupar "papables"
en las congregaciones
El lunes, a las nueve y media de la mañana, los cardenales se reunirán en la Sala del Sínodo de los Obispos, dentro del Aula Pablo VI del Vaticano, en la primera de las congregaciones generales que se sucederán durante varios días. En estas reuniones los purpurados hablarán de los problemas particulares de sus diócesis, de los desafíos generales de la comunidad cristiana e imaginarán juntos cómo debería ser el retrato robot del Papa que deba ponerse al frente de la Iglesia.
A diferencia de lo que ocurre durante el cónclave, en el que sólo pueden entrar a la Capilla Sixtina a votar al nuevo Pontífice los cardenales menores de 80 años, en las congregaciones generales participan todos los purpurados. Son, de hecho, los miembros más veteranos del Colegio Cardenalicio los que en estos momentos llevan muchas veces la voz cantante. Su experiencia y sus contactos personales resultan muy valiosos para hacer que los príncipes de la Iglesia se vayan conociendo mejor entre ellos y se hagan una idea de quiénes pueden ser los mejores candidatos para sentarse en el solio pontificio.
La labor de los cardenales «líderes de opinión», sean o no «electores», resultará decisiva en este cónclave, en el que a diferencia del anterior, no hay un favorito claro. A diferencia de 2005, cuando la figura de Joseph Ratzinger sobresalía por encima del resto de purpurados, la actual situación recuerda a la de 1978, cuando en el segundo cónclave de aquel año fue elegido Juan Pablo II. Cuentan las crónicas de aquel momento que fue el entonces arzobispo de Viena, el cardenal Franz Koenig, quien «presentó» al jóven arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, como posible sucesor de Juan Pablo I. Tras el brevísimo pontificado del Papa Luciani, los cardenales buscaron a un Papa joven y vigoroso para llevar la barca de Pedro, dos condicionantes que deberá también tener el sucesor de Benedicto XVI.
Algunos purpurados desempeñarán un papel similar al de Koenig en el proceso del que saldrá el Pontífice número 266 de la historia de la Iglesia católica. Uno de estos «grandes electores» será sin duda el camarlengo, Tarcisio Bertone, quien ha sido secretario de Estado del Papa Ratzinger durante siete de sus ocho años de pontificado. Bertone, que lleva las riendas de la Iglesia durante la sede vacante, puede movilizar varios votos de purpurados curiales. Otra figura de peso es la de su antecesor al frente de la Secretaría de Estado, el también italiano Angelo Sodano, que es además el decano del Colegio Cardenalicio. Aunque por tener 85 años no podrá participar en el cónclave, lo que Sodano diga durante las congregaciones generales de esta semana será tenido en cuenta por muchos de los otros príncipes de la Iglesia.
Otro italiano «gran elector» es Giovanni Battista Re, prefecto emérito de la Congregación para los Obispos y miembro de la orden de los cardenales obispos, la de más alto rango. Debido a que tanto el decano del Colegio Cardenalicio como el vicedacano, el francés Roger Etchegaray, tienen más de 80 años, será Re el que ejerza las funciones del «número uno» de esta institución durante el cónclave. En 2005 esta responsabilidad recayó en el entonces cardenal Ratzinger.
En las congregaciones generales y en las sesiones ya dentro de la Capilla Sixtina se escucharán a buen seguro con gran atención las opiniones del argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y, según algunos, el principal rival que tuvo Ratzinger durante el último cónclave. Otro hispanoamericano de peso será el franciscano brasileño Cláudio Hummes. Respetado por buena parte de los purpurados de esa zona del mundo, Hummes conoce además a la mayor parte de los miembros de la Curia romana, pues fue prefecto de la Congregación para el Clero de 2006 a 2010. También puede ser considerado un «gran elector» el hondureño Óscar Andrés Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa, quien estuvo en las quinielas de los «papables» en 2005.
Angelo Scola
Italiano de 71 años. El arzobispo de Milán es el líder de los purpurados diocesanos de su país, lo que le convierte en uno de los «papables». Su opinión pesará en un cónclave con sobrerrepresentación italiana.
Angelo Sodano
Italiano de 85 años. Secretario de Estado de Juan Pablo II y de Benedicto XVI el primer año de su pontificado. Es decano del Colegio Cardenalicio, por lo que llevará la voz cantante en las congregaciones.
Giovanni Battista Re
Italiano de 79 años. Será quien desempeñe el papel del decano del Colegio Cardenalicio durante el cónclave, ya que Sodano ya no es «elector». Prefecto emérito de la Congregación para los Obispos.
Tarcisio Bertone
Italiano de 78 años. Secretario de Estado durante siete de los ocho años de pontificado de Benedicto XVI, es además Camarlengo, lo que le convierte en el hombre clave del periodo de sede vacante.
Walter Kasper
Alemán de 79 años. Presidente emérito del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, es además miembro de un buen número de dicasterios vaticanos. Influyente en la Curia y Alemania.
Cláudio Hummes
Brasileño de 78 años. Prefecto de la Congregación para el Clero de 2006 a 2010 y antes arzobispo de Sâo Paulo. Hombre de ideas avanzadas, este franciscano cuenta con influencia entre los menos conservadores.
Óscar A. R. Madariaga
Hondureño de 72 años. Arzobispo de Tegucigalpa y presidente de Caritas Internationalis. Fue presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana y «papable» en el cónclave anterior.
Donald Wuerl
Estadounidense de 72 años. Arzobispo de Washington y de posturas moderadas, cuenta con influencia entre los purpurados de su país y de Europa. Estudió en Roma y antes fue obispo de Pittsburgh.
Jorge Mario Bergoglio
Argentino de 76 años. Arzobispo de Buenos Aires y uno de los miembros más respetados del episcopado hispanoamericano, lo que le llevó a ser contendiente de Ratzinger en el cónclave de 2005. Tiene buena relación con los italianos por tener raíces en este país.
Christoph Schönborn
Austriaco de 68 años. El arzobispo de Viena es amigo personal de Benedicto XVI y discípulo teológico. Firme en sus posturas, es admirado por la creatividad con la que afronta su labor pastoral.
(Rd/Agencias)
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