PASTORES CON OLOR A OVEJA
Por Javier Leoz
El Papa Francisco ha reclamado a sus curas y obispos que sean pastores con olor a oveja. Cristo olió a nosotros y le crucificaron, y continuaba oliendo a nosotros cuando resucitó para salvarnos. La arrogancia mata y el amor salva. Ésta es la gran lección: estamos hechos de amor y esperanza aunque a veces nos ensombrezcamos de odio y de rabia.
1.- Seguimos en este tiempo de la Pascua, atónitos y deslumbrados, por los fulgores de la Resurrección de Cristo. Antes de su resurrección ya nos dejó muchas pistas para que pensáramos qué significaba ser cristianos o discípulos suyos. No podemos quedarnos exclusivamente en el ser buenos, en afanarnos por un mundo mejor, en compartir algo de lo nuestro (eso lo puede realizar cualquiera que no sea creyente) para afirmar que nuestra vida cristiana ya es “como Dios manda”. Hay que ir más allá.
El Buen Pastor, Jesús, espera nuestra adhesión hacia Él. Implica el dejarnos guiar, seducir y regir por su cayado y por su voluntad. Tres huellas, del Buen Pastor, nos pueden ayudar a no alejarnos de El:
La Palabra: nos ilumina. Nos anima en tiempos de dificultades. Nos rescata de atolladeros en los que, por diversas circunstancias, nos hemos metido. La Palabra del Buen Pastor es siempre segura, certera, sabrosa. No escucharla nos lleva, en la mayoría de los casos, a un desconocimiento total de la personalidad y de la misión de Jesús.
La Oración: con la oración, el Buen Pastor, se relaciona personalmente con cada uno de los miembros de su rebaño. Con la oración, Jesús, nos señala la vía que hemos de escoger para no perdernos en las noches oscuras de la vida. Con la oración sentimos la necesidad de entrar en diálogo con Aquel que nos ama, que nos comprende y que nos quiere tal y como somos.
La Eucaristía: sin ella, los amigos de Cristo, nos debilitamos. El cristiano que no vive ni participa de la eucaristía corre un serio riesgo: ser un simple borrego. Se deja ordenar por lo dictados del mundo. Se alimenta exclusivamente por otros alimentos perecederos que la sociedad ofrece, para embellecer el cuerpo o agradar el paladar, pero en detrimento de la belleza del espíritu o del alma.
2.- En un tiempo en el que escasean tanto los líderes, necesitamos de Alguien que presida y motive nuestra existencia. Que nos reconozca con nuestro propio nombre y apellidos. Que nos trate con cierta dignidad y delicadeza. Como Jesús nada ni nadie.
Será difícil alcanzar la meta que Jesús nos propone. Será ardua la tarea de que, los pastores que dirigen la Iglesia, seamos tal y como Jesús se nos mostró. Pero siempre nos quedará el empeño de no abandonar cuando “tantos lobos” intentan apagar la voz de la verdad de Dios y, otras veces, arremeter contra los pastores que –con pecados y virtudes- intentan/intentamos orientar la vida de nuestras comunidades cristianas.
Demos gracias al Señor, en este Domingo IV de Pascua, porque sigue encabezando nuestro peregrinar por esta tierra e, incluso, dando la vida por cada uno de nosotros.
3.- Os pedimos, en este Día del Buen Pastor, una oración por nosotros (por los sacerdotes). Grande la misión que nos ha encomendado el Señor, y muy frágiles en muchas ocasiones nuestras fuerzas. Por nuestras debilidades, pecados e inseguridades. E igualmente por aquel que preside la Iglesia en la unidad: el Papa Francisco en la que nos invita a involucrarnos más y mejor, con más intensidad y sencillez, para llevar al Pueblo de Dios a la coherencia en la fe.
4.- ¡CUANDO MÁS TE NECESITO, SEÑOR!
Te asomas,
despertándome de mi letargo cristiano
y me pones en guardia frente a tantas cosas
que debilitan y distorsionan mi amistad contigo.
Cuando más ten necesito, Señor,
eres cayado en el que me apoyo para sujetarme
nunca caer y siempre levantarme.
Cuando, veo que mi nombre se pierde el abismo,
suena tu voz clara y nítida: ¡AMIGO!
Y, compruebo una y otra vez,
que eres Pastor que guarda mis pensamientos en el día
y hasta vela mis sueños entrada la noche.
Sí; Jesús.
Siempre surges en el momento oportuno.
Conoces mi vida como nadie
y, a pesar de estar tan llena de briznas,
la pones sobre tus hombros
para, una y otra vez, redimirla de sus pecados y dolencias.
y me pones en guardia frente a tantas cosas
que debilitan y distorsionan mi amistad contigo.
Cuando más ten necesito, Señor,
eres cayado en el que me apoyo para sujetarme
nunca caer y siempre levantarme.
Cuando, veo que mi nombre se pierde el abismo,
suena tu voz clara y nítida: ¡AMIGO!
Y, compruebo una y otra vez,
que eres Pastor que guarda mis pensamientos en el día
y hasta vela mis sueños entrada la noche.
Sí; Jesús.
Siempre surges en el momento oportuno.
Conoces mi vida como nadie
y, a pesar de estar tan llena de briznas,
la pones sobre tus hombros
para, una y otra vez, redimirla de sus pecados y dolencias.
Y es que, Tú, Señor,
como Pastor diligente, oportuno y puntual
te haces el encontradizo cuando más te necesito
Si, debilitado por mis esfuerzos, pienso en el abandono
me elevas sobre tus hombros
me cubres con tus brazos
y me rodeas con tus Palabras de liberación
Si, paralizado por mis errores, miro al fracaso
susurras palabras de consuelo a mis oídos:
¡Yo estaré contigo todos los días!
Y es que, Tú, Señor,
como Pastor que conoces mis atajos y mis dudas
te presentas cuando más te necesito.
Si, confundido por mil ideas, temo desertar
me confirmas en la fe verdadera: ¡YO SOY!
Si, añorando poder y riquezas,
dirijo mis ojos hacia el escaparate del mundo
me llevas ante el tesoro de tu amor.
Y es que, Tú, Señor,
como Pastor, no quieres que –aun siendo débil oveja-
me pierda y me vaya lejos de tu rebaño.
Por eso y por tantas cosas, Señor,
te doy gracias
bendigo tu nombre
avanzo en tus sendas
proclamo tu Palabra
y, hoy como ayer, te digo:
¡TÚ ERES EL BUEN PASTOR!
Apareces siempre
cuando más te necesito
Amén.
Betania
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