A lo largo del día cruzamos muchas puertas. La mayoría las cruzamos casi sin darnos cuenta. Pero otras las descubrimos especialmente presentes, ya sea porque las encontramos cerradas y tenemos que esperar a que nos abran, o bien porque abren paso a algo especial, a un lugar significativo, a un encuentro especial. Las puertas de Jerusalén se abren para que Jesús entre en la Ciudad Santa, para que pueda cumplir allí su Pascua, la Pascua que nos salva. Este Domingo de Ramos se convierte, para los cristianos, en la puerta de entrada a la Semana más Santa de todas, aquella en la que rememoramos los gestos y las palabras de Jesús en su acto definitivo de dar su vida para darnos la Vida Nueva.
Fr. Alfonso Esponera Cerdán O.P.
Convento San Vicente Ferrer (Valencia)
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