Dios tiene sed de nuestra sed de Él. Cuanto más se aleja el hombre de Dios, más éste lo busca con su amor misericordioso.
Así, citando a San Agustín, el Papa comentó en el tercer domingo de Cuaresma el pasaje evangélico del encuentro de Jesús en el pozo con la samaritana, al celebrar la misa en la parroquia romana de Santa Maria Liberadora.
“Dios tiene sed de nuestra sed –continuó el pontífice-- y quiere que encontremos en Él la fuente de nuestra auténtica felicidad. El riesgo de cada creyente es practicar una religiosidad que no es auténtica, no buscar en Dios la respuesta a las expectativas más íntimas del corazón, usar incluso a Dios como si fuera al servicio de nuestros deseos y proyectos”.
Cuantas veces, continuó Benedicto XVI, más que conformarnos dócilmente con la voluntad divina, quisiéramos que Dios realizara nuestros proyectos y colmase cada expectativa nuestra; cuantas veces nuestra fe se revela frágil, nuestra confianza débil, nuestra religiosidad contaminada por elementos mágicos y meramente terrenos.
En este tiempo de Cuaresma, concluyó el Papa, estamos llamados a revisar nuestra relación con Jesús, a buscar su rostro sin cansancio.
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