Tuesday, May 26, 2009

Obama licenciado en Notre Dame. Pero los obispos le vuelven a tomar examen


La Conferencia episcopal de Estados Unidos quiere que, en el combate contra el aborto, el presidente pase de las promesas a los hechos. Entre los católicos muchos no se confían y acusan también al Vaticano de dar marcha atrás. ¿Tienen razón? Un análisis a contramano del teólogo Robert Imbelli
por Sandro Magister
ROMA, 26 de mayo de 2009 – La licenciatura "honoris causa" otorgada la semana pasada al presidente Barack Obama por la universidad católica de Notre Dame, en South Bend (Indiana), ha provocado una nueva oleada de protestas.
Pero ha ofrecido también motivos de reflexión y de acciones más serenas.
Los más drásticos en las protestas han sido los adalides del pensamiento católico neoconservador: Michael Novak, George Weigel y Deal Hudson.
Su protesta se ha dirigido sobre todo contra el Vaticano y "L'Osservatore Romano", acusados de excesiva indulgencia con Obama, a pesar de sus enfoques bioéticos contrarios a la doctrina de la Iglesia.
Deal Hudson, desde el sitio "Insidecatholic.com", del cual es fundador, ha pedido la cabeza de Giovanni Maria Vian, director del diario de la Santa Sede, y ha solicitado a sus lectores que reclamen la destitución, escribiendo al secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone.
George Weigel, en "National Review Online", ha dicho que "L'Osservatore Romano" no expresa automáticamente en cada una de sus líneas las definiciones de la Santa Sede, pero en todo caso ha mostrado, en la forma que se ha comportado, la presencia en el Vaticano de una fuerte corriente pro-Obama, además de una "triste ignorancia de la reciente historia americana" y del ataque llevado a cabo por el nuevo presidente contra la doctrina de la Iglesia en materia de vida.
Michael Novak, en un comentario publicado en el diario italiano "Liberal", ha acusado también al "L'Osservatore Romano" de no comprender la realidad americana, con el resultado que "se ha puesto de parte de los abortistas y contra la minoría marginada de fieles católicos practicantes". Es como si los Papas que han definido al aborto como un "mal intrínseco" hubiesen hablado en vano: "Hemos pedido pan a Roma, y L'Osservatore Romano nos ha dado piedras".Ni Hudson, ni Weigel ni Novak han mostrado que creen en el diálogo ofrecido por Obama – con su discurso del 17 de mayo en la universidad de Notre Dame – a los defensores de la vida naciente. A su juicio, el neopresidente se mantiene firme en sus posturas abortistas. A los "pro life" [pro-vida] y sólo a ellos les pide que asuman compromisos. En última instancia, lo que él llama diálogo "es solamente una solicitud de rendición incondicional".
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También algún obispo – además de los otros setenta que habían criticado antes del 17 de mayo la decisión de la universidad católica de Notre Dame de premiar al presidente "abortista" – ha reaccionado negativamente al ofrecimiento de diálogo lanzado por Obama en su discurso en la ceremonia de otorgamiento de títulos.
Por el contrario, la dirigencia de la Conferencia episcopal de Estados Unidos ha mostrado su intención de recoger elementos positivos en el discurso de Obama, aunque manteniendo fuertes reservas sobre algunas decisiones ya tomadas por el presidente.
En una nota oficial emitida el 22 de mayo, el presidente de la Conferencia, el cardenal Francis E. George, arzobispo de Chicago, agradeció al presidente por las cosas que dijo respecto al derecho a la objeción de conciencia por parte de los médicos contrarios al aborto. Agregó que nadie debe ser obligado a financiar los abortos con los dólares de los propios impuestos. Le ha pedido que traduzca en la práctica cuanto ha prometido y ha asegurado la voluntad de la Conferencia episcopal de "trabajar con la Administración y los legisladores" para reducir los abortos lo máximo posible.
Por el contrario, el mismo día el secretario de la Conferencia episcopal, monseñor David Malloy, ha vuelto a criticar el Decreto Ejecutivo con el que el 9 de marzo Obama ha revocado la prohibición de destruir los embriones con fines de investigación: una decisión en la que "han sido ignoradas tanto la ciencia como la ética".
En su edición del 24 de mayo, "L'Osservatore Romano" ha dado relieve a ambas posturas, bajo este título lanzado también en primera página: "Los obispos de Estados Unidos sobre la investigación y la objeción de conciencia. Los límites inderogables del diálogo sobre temas éticos con la Casa Blanca y el Congreso".
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La nota del 22 de mayo del cardenal George hace surgir entonces esta pregunta natural: ¿qué ha dicho precisamente Obama en su discurso en Notre Dame, para inducir al presidente de los obispos de Estados Unidos a confiar en él, aunque con cautela y dentro de límites "inderogables"?
En efecto, en el fuego de las polémicas el discurso de Obama ha sido poco leído y analizado. También algo significativo debe haberse dicho si, en Italia, un comentarista que está más allá de toda sospecha, como Giuliano Ferrara – el más "ratzingeriano" de los defensores laicos de la vida naciente – lo ha publicado íntegramente en el diario "il Foglio" (dirigido por él) y ha reconocido un terreno común sobre el cual actuar juntos, "pro life" y "pro choice", para reducir el número de mujeres que intentan abortar.
Todavía menos leído y analizado ha sido otro importante discurso del 17 de mayo en Notre Dame: el del juez John T. Noonan, condecorado en 1984 con el máximo titulo honorífico de esta universidad católica, la medalla "Laetare".
Ahora bien, la nota que sigue llena precisamente este vacío. Analiza ambos discursos, el de Obama y el de Noonan. Pone en evidencia los elementos conflictivos, pero sobre todo los elementos de esperanza, con observaciones agudas y sorprendentes.
El autor, Robert Imbelli, sacerdote de la diócesis de Nueva York, enseña teología en el Boston College.
Pero también es colaborador del "L'Osservatore Romano". El pasado 28 de enero publicó un comentario al discurso de toma de posesión del nuevo presidente, con el título "Obama, Lincoln y los ángeles", que terminaba así:
"Esto mantiene la esperanza y la oración de América. Rezamos también para que no se olvide a los ángeles de los niños concebidos, pero todavía no nacidos. Rezamos para que los vínculos de afecto de la nación los alcance también a ellos. Para que no sean excluidos del pacto de ciudadanía".
Anteriormente, el 12 de agosto de 2008, siempre en "L'Osservatore Romano", Imbelli había publicado una recensión favorable del libro "Render Unto Caesar", del arzobispo de Denver, Charles J. Chaput, quien es hoy uno de los críticos más severos de la presidencia de Obama.
Un comentarista ecuánime, entonces, el cual escribe...
Conflicto y esperanza en la universidad de Notre Dame
por Robert Imbelli
La ceremonia de este año para el otorgamiento de las licenciaturas en la universidad de Notre Dame, en Indiana, ha sido una de las más controvertidas en la ilustre historia de esta prestigiosa universidad católica. El motivo ha sido la invitación al nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para pronunciar un discurso a los graduados y para recibir el Doctorado "honoris causa" en Derecho. Lo que provocó una explosión de críticas ha sido, en particular, el otorgamiento de un título honorífico a un presidente cuyas políticas sostienen el derecho al aborto y promueven la investigación sobre células estaminales extraídas de embriones.
Con un desaprobación pública que no tiene precedentes, más de setenta obispos de Estados Unidos han criticado severamente a Notre Dame por haber violado los lineamientos de la conferencia episcopal respecto al otorgamiento de títulos honoríficos a quienes se oponen a la enseñanza católica sobre puntos fundamentales. El obispo de la diócesis en la que está asentada Notre Dame ha boicoteado la ceremonia en señal de protesta. Además, Mary Ann Glendon, ex embajadora en la Santa Sede y docente de Derecho en la Universidad de Harvard, que había sido designada para recibir la medalla "Laetare", el más alto reconocimiento de Notre Dame, ha rechazado el premio, a causa de la desobediencia de Notre Dame a la directiva de los obispos.
La polémica explotó semanas antes de la ceremonia, lo cual ha hecho que recibiese una amplia cobertura en los medios de comunicación, tanto laicos como religiosos. La discusión ha continuado ininterrumpidamente desde entonces en sitios católicos, diarios y revistas. Aquí ofrezco algunas reflexiones, suscitadas tanto por el discurso del presidente como por el discurso para la medalla "Laetare" pronunciado por el magistrado John Noonan, juez de la Corte de Apelaciones de Estados Unidos, ex profesor de Derecho en Notre Dame y distinguido autor de numerosos ensayos sobre el desarrollo de la doctrina moral católica.
Como se esperaba, el presidente Obama ha pronunciado un discurso retóricamente poderoso y eficaz. Ha combinado conmovedoras referencias sobre su propia historia personal con una apasionada defensa de la civilización y del diálogo, especialmente cuando los ciudadanos adhieren a diferentes credos y posiciones. Ha visto en esto un requisito previo para un intercambio constructivo en una democracia y para establecer un "terreno común". Ha puesto en guardia en particular contra la tentación de demonizar a aquéllos con quienes estamos en desacuerdo.
Obama dijo que, cuando él era un joven organizador comunitario en Chicago, se había inspirado en el desaparecido cardenal Joseph Bernardin, a quien definió como "un hombre gentil, bueno y sabio". También mencionó cuán impresionado había quedado por el hecho que las Iglesias cristianas en el área de Chicago trabajaban juntas al servicio de los necesitados, pobres y marginados. Fue el testimonio de estas Iglesias lo que lo llevó a convertirse en miembro de la Iglesia en una de las parroquias protestantes.
También los que han criticado la invitación de Notre Dame al presidente y su discurso reconocen que él llevó a cabo algunos gestos orientados a las cuestiones que preocupan a sus críticos. Habló de un esfuerzo común para reducir el número de abortos, para promover la adopción de neonatos y para proteger la objeción de conciencia de médicos y enfermeros contrarios al aborto. Estos serían pasos significativos, si se hicieran realidad.
Pero los críticos insisten en el hecho que la llamada del presidente al diálogo, si bien estratégicamente sagaz, sirve para camuflar cuestiones de importancia considerable. Para ellos, su llamado a la discusión civil enmascara un inflexible apoyo al derecho al aborto, que golpea el derecho a la vida de las más vulnerables de las creaturas de Dios. Y es claro que la exhortación a proseguir el diálogo puede ser un recurso fácil, cuando en definitiva el poder de decidir y de poner en ejecución reside exclusivamente en las manos de quien lanza el llamado, el único que detenta el impresionante poder de la presidencia.
En consecuencia, en este aparente estancamiento ¿dónde asoma la esperanza? Quisiera llamar la atención sobre tres elementos del discurso del presidente, que hasta ahora han sido poco comentados. Ante todo, él no ha dicho solamente que, gracias al testimonio de cristianos socialmente comprometidos, se convirtió en miembro de una Iglesia. Ha dicho algo más digno para destacar: que gracias a su testimonio "él ha sido llevado a Cristo". Naturalmente, ir a Cristo conlleva a consecuencias morales, pero lleva también más allá de la moralidad, a un nuevo orden de relaciones y a una conversión continua.
Segundo: ¿es a la luz de este ir a Cristo que el presidente Obama ha podido hablar, en modo casi agustiniano, de "pecado original"? No recuerdo haber escuchar salir el concepto de pecado original de la boca de un anterior presidente americano, por cierto, no con la fuerza y convicción que Obama ha mostrado. Él ha hablado de "nuestro egoísmo, nuestra altivez, nuestra obstinación, nuestra pretensión de poseer, nuestras inseguridades, nuestro ego". Estas cosas nos afectan a todos, oscurecen nuestro intelecto y disminuyen nuestro amor.
Por último, el presidente Obama ha recordado la "ley que une a los pueblos de todas las confesiones de fe con los que no profesan ninguna fe… Esa ley es ciertamente la regla de oro: el llamado a tratar al otro tal como queremos ser tratados: el llamado al amor y el llamado a servir". Aunque no ha utilizado el término, es lo que dice la tradición católica cuando habla de la ley natural escrita por su Creador en los corazones de los hombres.
En consecuencia, si en un primer nivel el presidente ha mostrado que se concentraba primariamente sobre un diálogo respetuoso y sobre "palabras bien dispuestas", en un nivel más profundo ha parecido estar a la búsqueda de principios unificadores que, quizás, puedan estar en desacuerdo con sus posiciones prefijadas. En efecto, estos principios, si recibieran plena libertad de acción, podrían también llevar al presidente – no sin costos personales – a reconsiderar algunas de las prácticas que actualmente apoya.
En un generoso tributo de homenaje, el presidente Obama ha definido a Notre Dame como "un faro que se eleva aparte, iluminando con la sabiduría de la tradición católica". Un fino representante de esta sabiduría católica es el juez John Noonan, que ha pronunciado el discurso "Laetare" en lugar de la embajadora Glendon. Molesta que su equilibrado discurso no haya recibido casi ninguna mención en las crónicas de los medios de comunicación, obsesionados por las celebridades y las polémicas. Pero sus observaciones, concisas y respetuosas además de agudas, merecen una atención pormenorizada. La suya ha sido una voz mesurada y amable, como el susurrar de la conciencia.
El juez Noonan ha hecho referencia al desarrollo de la sensibilidad moral humana, que ha llevado al mundo civilizado a denunciar el genocidio, la tortura y la esclavitud como males morales injustificables. Sin embargo, él ha puesto en claro que esta claridad moral ha emanado a partir de siglos de conflictos, de experiencias y de dolorosas intuiciones y "por la luz irradiada por el Evangelio". Ha insistido sobre el hecho que, si bien la "conciencia" se ha de respetar siempre y jamás se la debe coaccionar, no toda conciencia está moralmente informada por igual sobre lo moral ni tampoco procede rectamente.
Significativamente, Noonan ha elegido un ejemplo sorprendente para ilustrar su tesis: la disputa entre el presidente Abraham Lincoln y el ex esclavo Frederik Douglass. Fueron la claridad moral y las convicciones de Douglas las que ayudaron a guiar la visión moral de Lincoln, al punto de hacer surgir la "Proclama de emancipación", que dio la libertad a los esclavos en los Estados secesionistas. La implicancia, planteada sutil pero inequívocamente, es que también el presidente Obama, al igual que Lincoln (tan venerado por él), puede alcanzar una mayor claridad respecto a la apremiante cuestión moral del aborto.
Una posterior dimensión del discurso del juez Noonan, dejada de lado también por quien se había tomado la molestia de ir y de escucharlo, ha sido el tácito recuerdo de John Henry Newman. En un pasaje que hace eco a Newman, tanto en el contenido sustancial como en la terminología, Noonan dijo: "Con la conciencia, comprendemos lo que Dios pide de nosotros… Esta guía misteriosa, impalpable, imprescriptible, indestructible e indispensable gobierna nuestra vida moral". Tanto para Newman como para Noonan, la conciencia no es un impulso atávico, no es un impulso emotivo, no es una creatura del hombre, sino que es la voz de Dios. Es una conciencia así entendida la que, en las deslumbrantes palabras de Newman, es "el vicario aborigen de Cristo". Como Newman expresó en su célebre carta al duque de Norfolk: "La conciencia tiene derechos, porque tiene deberes; pero en esta época, para una gran cantidad de gente, el derecho y la libertad de conciencia son justamente lo que hace caso omiso de la conciencia, ignoran al Legislador y Juez, se independizan de las obligaciones inadvertidas".
La cuestión en juego en el conflicto respecto al aborto, en Estados Unidos y en otros lugares, es sobre cuál es la noción de conciencia la que prevalecerá: ¿la conciencia como voluntad de Dios o como voluntad propia? La esperanza que sostiene a los que están formados en la tradición de la sabiduría católica es la esperanza escrita en la misma medalla "Laetare", que el juez Nooan ha citado como conclusión de su discurso: "Magna est Veritas et praevalebit", grande es la Verdad y prevalecerá.
Pero hay una esperanza ulterior, casi imperceptiblemente trenzada en el tejido de las togas académicas de Notre Dame, inclusive en la utilizada por el presidente Obama al recibir su licenciatura honorífica. Tres palabras latinas: Vita, Dulcedo, Spes [Vida, Dulzura, Esperanza]. Naturalmente, están tomadas de esa antigua oración a la Virgen que es la "Salve Regina". María es vida, dulzura y esperanza. Y estas tres realidades se han encarnado en el fruto de su vientre y del vientre de toda madre: "benedictum fructum ventris" [bendito el fruto de tu vientre]. Que la Madre de Dios, Sede de la Sabiduría, pueda guiar e inspirar a su Universidad, de tal forma que la Verdad del Evangelio pueda prevalecer verdaderamente.
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El texto íntegro del discurso de Obama en la universidad de Notre Dame:
Y el del juez John T. Noonan:
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Tres comentarios críticos contra el Vaticano y "L'Osservatore Romano". El de Deal Hudson en "Insidecatholic.com":
El de George Weigel en "National Review Online":
El de Michael Novak en el diario italiano "Liberal":
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La nota del 22 de mayo del cardenal Francis E. George, presidente de la Conferencia episcopal de Estados Unidos:
Y la del secretario de la Conferencia, David Malloy:
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El comentario de Robert Imbelli al discurso de toma de posesión del cargo de Obama, en "L'Osservatore Romano" del 28 de enero de 2009:
Y su recensión del libro "Render Unto Caesar" del arzobispo de Denver, Charles J. Chaput, en "L'Osservatore Romano" del 12 de agosto 2008:
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Sobre Obama, Notre Dame y "L'Osservatore Romano", el anterior servicio de www.chiesa:
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Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.
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26.5.2009

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