"Ven, oh Padre de los pobres, luz profunda en tus dones, don en tus dones espléndido. Da en los fieles que en Ti esperan tus sagrados siete dones y carismas".
¡Ven, Espíritu Santo!
¡Ven, Padre de los pobres a nuestros corazones!
Condúcenos a la verdad.
Tú eres el don o el regalo de Jesucristo a tu Iglesia peregrina
después de resucitar de entre los muertos.
Tú eres el verdadero Enmanuel,
el Dios-con-nosotros.
Y donde está el Espíritu está el Padre y el Hijo contigo.
Que comprendamos cada día más
que el Espíritu Santo es un don,
un regalo que nos envías
para conducirnos a la verdad plena.
Espíritu Santo:
desciende sobre nosotros y en nosotros.
Guíanos.
Recuérdanos las palabras de Jesucristo en su Evangelio:
Todo lo que Jesús nos ha enseñado.
Condúcenos derechos por la senda de la justicia y de la paz,
Sobre todo,
en las situaciones que ahora quizá no sabemos imaginarnos.
Guíanos,
y haz que tengamos amor y fortaleza en nuestra vida:
Enséñanos a ser hermanos entre nosotros,
y por tanto, a amarnos, a estar unidos.
Danos la fortaleza,
esa fortaleza que es el ser valientes para dar testimonio de Jesucristo,
esa fortaleza que nos da el no tener miedo de proclamar
con obras y palabras nuestra condición de discípulos:
no tengas miedo de ser cristiano, nos dijo Jesús.
Danos la fuerza para nunca tener miedo.
Si nos regalas estas dos actitudes en la vida,
que son tu don inmerecido para nosotros,
tendremos la felicidad y el consuelo pleno.
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