jueves, 28 de mayo de 2009
OMPRESS-COLOMBIA (28-05-09) El sacerdote italiano Giacinto Franzoi fue párroco de Remolino del Caguán, en Colombia, en la difícil zona sur del país, desde 1978 hasta 2008 y acaba de publicar sus memorias de esos 30 años de servicio misionero en el libro "Dios y cocaína".
El padre Jacinto, como lo llamaban sus fieles en Remolino del Caguán, presentó una denuncia contra el Ejército en 2004 por maltrato de las tropas contra la población civil. Posteriormente, fue acusado en mayo de 2008 por la fiscalía colombiana de ser colaborador de la guerrilla de las FARC. Se le acusaba de haber entregado 150 millones de pesos colombianos, que estaban destinados para la construcción de un acueducto.
La zona en la que estuvo como misionero es un área que las Farc han mantenido como una retaguardia estratégica durante 40 años. Es la misma que el presidente Andrés Pastrana, en 1998, cedió como zona de distensión durante los frustrados diálogos de paz con los guerrilleros. Durante sus 30 años de misionero en la región, el sacerdote tuvo una trayectoria impecable. A pesar de tener que tratar con todas las partes en conflicto, nunca sintió que su vida estuviera en riesgo. Ni siquiera recibió una amenaza, asegura él mismo. Se ganó el respeto de la población a pulso, con un trabajo que partía de oponerse a los violentos. Su gestión le valió varios reconocimientos.
Franzoi llegó a su misión en 1978. Permaneció en Cartagena del Chairá por 10 años hasta que, en 1988, se fundó la parroquia San Isidro Labrador en Remolinos del Caguán, donde este italiano se convirtió en el primer capellán de la localidad y se dedicó a promover la plantación de cacao como alternativo a los cultivos de drogas.
Actualmente vive en Italia debido a sus problemas de corazón y a la urgencia de recibir tratamiento contra la leishmaniasis, una rara enfermedad que genera problemas de piel e inflamación del hígado y el bazo.
Las acusaciones de la fiscalía colombiana se basaban en las declaraciones de un guerrillero detenido de las Farc. Según su testimonio, el sacerdote italiano colaboraba con las Farc guardando sus armas cuando éstos se lo solicitaban. Además, un segundo hombre atestiguó que, en varias ocasiones, había visto a Franzoi participando en las reuniones que los guerrilleros convocaban. A estas acusaciones se sumó el posible desvío hacia las Farc de fondos para un proyecto de un acueducto.
La entidad oficial Acción Social auditó este proyecto y notificó la buena ejecución de la obra y el apoyo constante de la Parroquia San Isidro Labrador, por medio del padre Jacinto Franzoi, a quien se agradeció su asistencia y gran interés en el proyecto. Por lo que esta última acusación carecía de fundamento.
También se aclaró su presunta complicidad con las Farc. La fiscalía colombiana publicó un informe en el que señalaba que el párroco, cada vez que oficiaba una misa, les solicitaba a quienes querían entrar en la iglesia con armas que las dejaran en el atrio mientras la liturgia tenía lugar. Esto desmontaba la acusación de que el padre Franzoi almacenaba las armas de la guerrilla.
De igual forma, la fiscalía desestimó por completo el testimonio que involucraba al eclesiástico con los guerrilleros. En una región donde los hombres de las Farc fueron amos y señores por décadas, consideró el organismo, era imposible no relacionarse con ellos de alguna manera, sin que eso se tradujera en colaboración.
El padre Jacinto, por lo mismo, nunca llegó a ser acusado formalmente, y en la zona del Caguán se le recuerda como un gran misionero que vivió en una de las situaciones más difíciles en las que se pueda encontrar un pastor.
Ecclesia
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