Los curas del país se ponen en huelga para apoyar a los destituidos y arremeten contra Roma
Por José Manuel Vidal
RD
Jueves, 28 de mayo 2009
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Jueves, 28 de mayo 2009
Para los africanos, tener mujer e hijos es una bendición del cielo. Una mentalidad de la que participan curas y obispos, que aceptan el celibato, porque no tienen más remedio, pero, en la práctica, muchos de ellos mantienen una familia con total naturalidad. Pero Roma sigue apostando por el celibato obligatorio y no admite excepciones. Por eso, acaba de destituir a monseñor Paulin Pomodimo, arzobispo de Bangui, y a monseñor François-Xavier Yombandje, obispo de Bassangoa y presidente de la Conferencia episcopal de la República Centroafricana.
Se trata de dos de los más importantes obispos del país centroafricano. Sobre todo, monseñor Pomodimo que, a sus 55 años, era arzobispo de la capital, había sido presidente del episcopado y, además, había tenido un papel importante como mediador en el reciente conflicto que asoló el país.
El pasado martes, el Vaticano confirmaba, en un escueto comunicado, que Benedicto XVI había aceptado las dimisiones del arzobispo de Bangui, Paulin Pomodimo, y del obispo de Bossangoa, monseñor François-Xavier Yombandje, de 52 años. Roma no señalaba la causa de las dimisiones de los prelados que, después, se demostraron forzadas.
Sin embargo, ambas dimisiones se producen tras la visita que acaba de realizar al país el arzobispo Robert Sarah, originario de Guinea y secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que dirige el cardenal hindú Ivan Dias. Se trata del dicasterio romano del que dependen los episcopados de los llamados “países de misión”.
La investigación del enviado romano habría concluido que el arzobispo Pomodimo mantenía “una actitud moral que no siempre está conforme con su decisión de seguir a Cristo en castidad, pobreza y obediencia”.
El visitador vaticano no iba más allá en la alusión al arzobispo. Pero, dejaban entrever el motivo de la destitución de los monseñores. Más aún, hablando en general, sostiene que “muchos sacerdotes del clero local tienen mujeres e hijos”. Y tras denunciar a los curas que llevan “una doble vida”, invita a los que estén en tal situación a abandonar el “ministerio”.
Quizás por eso, en una carta abierta al clero de la República centroafricana, su jefe directo, el cardenal Dias, denuncia que “el Cuerpo de Cristo ha recibido muchas manchas a causa de comportamientos escandalosos de los sacerdotes”.
Y añade: “No tiene sentido negar lo que todo el mundo sabe. Tampoco es necesario juzgar los motivos y las circunstancias del mal cometido. Miembros del clero nacional, diocesano y religioso, son, de una u otra forma, cómplices de la actual situación, y cada cual tendrá que asumir su propia culpa en proporción a su responsabilidad personal”.
Pero los curas de la Republica centroafricana no piensan lo mismo que las autoridades romanas. De hecho, como signo evidente del respeto y del cariño que profesan al arzobispo de Bangui, el pasado miércoles anunciaron que se ponían en huelga y que, por lo tanto, no celebrarían sacramento alguno.
Hoy, sin embargo, han dado marcha atrás y se han decantado por mantener su protesta contra Roma, pero sin ocasionar prejuicios a sus fieles. Y es que los curas del país consideran que están siendo “víctimas de una campaña de desprestigio dentro y fuera del país”. Reunidos el pasado día 24 en la catedral de Bangui, los curas se manifestaron en contra de la dimisión de monseñor Pomodimo y acusaron al Nuncio del Papa de “discriminatorio, parcial y selectivo” en su juicio sobre la situación. Aseguraban, además, que los obispos y los sacerdotes blancos del país son “responsables de prácticas similares”.
La República Centroafricana cuenta con nueve diócesis para atender a los 4.500.000 habitantes del país.
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