Vida Nueva) La tarea de la formación es una necesidad fuertemente sentida en toda la Iglesia, también la de los laicos. Pero, ¿les ayuda a responder a lo que la Iglesia y la sociedad esperan de ellos? El secretario general de la Delegación de Apostolado Seglar de Madrid, Rafael Serrano, opina que “no es suficiente con una formación doctrinal: se hace cada día más urgente la formación de un laicado capaz de realizar una presencia evangélica en la vida social y pública“. Para el presidente de la Asociación Cultural Karl Rahner, José Eduardo Muñoz Negro, se impone una formación centrada en una “espiritualidad laical, formulada en preguntas de hoy, que se plasme en el compromiso por un mundo más justo y humano“.
Rafael Serrano considera que en esa tarea formativa “se debe contemplar la formación en la dimensión pública de la fe para que los cristianos podamos dialogar con el mundo de la increencia sin complejos”, pero también debe “estar orientada a cultivar en los cristianos, desde pequeños, la sensibilidad de la caridad“. En esta tarea, la parroquia y los movimientos tienen mucho que aportar. Por último, Rafael Serrano afirma que la fortaleza de la presencia pública de los cristianos “está en el testimonio y en la coherencia de vida, que sólo se consigue a través de una auténtica formación cristiana y de una espiritualidad“. Concluye, por tanto, que “ser cristiano no se consigue sin la oración, la vida sacramental y el ejercicio de la caridad“.
José Eduardo Muñoz insiste en su apuesta por “una espiritualidad centrada en el Evangelio, desde las preguntas, dudas e inquietudes de las personas de hoy“, pues considera que “es inútil catequizar a la gente desde el dogma“. En este sentido, echa en falta “una Iglesia que ayude a tener, en palabras de Karl Rahner, ‘una experiencia inmediata de Dios’“. Pone como ejemplo su propia experiencia como estudiante de medicina para explicar que “la formación laical debe posibilitar y apoyar el paso de una fe heredada a una fe adulta“: “Si no pasé rápidamente al grupo de los agnósticos, como muchos de mis compañeros, fue porque encontré gente, lecturas y experiencias que me demostraban que era posible ser creyente sin dejarme la honestidad intelectual“.
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