El Si de la Virgen abrió su ser al Espíritu Santo que la llenó de su Luz, al cubrirla con su sombra, para que Ella concibiese al que es la Luz del mundo. A fin de que las palabras del Apóstol Pablo, “no soy yo que vivo es Cristo que vive en mí”, sean una realidad en nosotros digamos con toda nuestra vida un si para que el Espíritu nos envuelva con su Luz y desaparecida toda la nada del ego, seamos total transparencia del que ES.
María se vació totalmente y la Luz del Espíritu Santo la llenó, haciendo posible la Encarnación del Salvador y la redención del mundo. Nosotros somos pequeños corredentores. El Señor nos hace el maravilloso regalo de poder sumar nuestra entrega a la suya para que la aportación de ese minúsculo granito de arena que proporcionamos, que es el don de nuestra vida, sea presentada al Padre junto con su entrega. Es trascendental que ese granito de arena solicite a la que es donación total, algo de la generosidad de su Si, para que lleno de la Luz del Espíritu, en lugar de ser un oscuro estorbo, sea cristal en el que se vea clara la imagen del Hijo de Dios.
Escrito por Jacinto Maristany
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