MIAMI, 28 May. 09 / 04:11 pm (ACI)
El Arzobispo de Miami, Mons. John Favalora, expresó su profunda decepción por el anuncio del sacerdote Alberto Cutié, más conocido como "Padre Alberto", de dejar la Iglesia Católica para unirse a los episcopalianos.
Mons. Favalora aseguró que reza "para que el Padre Cutié recapacite y regrese a casa" porque "la Iglesia Católica busca la conversión y la salvación de los pecadores, no su condena".
Mons. Favalora aseguró que reza "para que el Padre Cutié recapacite y regrese a casa" porque "la Iglesia Católica busca la conversión y la salvación de los pecadores, no su condena".
El Arzobispo informó que se reunió por última vez con el Padre Cutié el 5 de mayo pasado, cuando le solicitó una licencia del ministerio sacerdotal, y advirtió que con su decisión ha perdido sus derechos como clérigo y los católicos no pueden solicitarle los sacramentos.
"Desde aquella reunión, no he vuelto a saber del Padre Cutié, y él tampoco ha solicitado reunirse conmigo. Él nunca me dijo que estaba considerando unirse a la Iglesia Episcopal", indicó.
Mons. Favalora explicó que de acuerdo al derecho canónico, al unirse a los episcopalianos, "el Padre Cutié se separa a sí mismo de la comunión de la Iglesia Católica Romana al profesar fe y morales erróneas, y rehusar la sumisión al Santo Padre. También se separa del ejercicio de las órdenes sagradas como sacerdote, deja de tener las facultades de la Arquidiócesis de Miami para celebrar los sacramentos, y tampoco puede predicar o enseñar sobre la fe y la moral católicas. Sus acciones pueden llevarle a ser separado del estado clerical".
Esto significa, agregó, "que el Padre Cutié se destituye a sí mismo de la completa comunión con la Iglesia Católica y, por lo tanto, pierde sus derechos como clérigo. Los católicos romanos no pueden solicitarle los sacramentos al Padre Cutié. Cualquier intento de su parte para administrar los sacramentos sería ilícito. Cualquier misa que celebre sería válida, pero ilícita, pues no reúne los requisitos para que un católico cumpla con su obligación. El Padre Cutié no puede oficiar matrimonios válidos de católicos romanos en la Arquidiócesis de Miami, o en cualquier otro lugar".
Asimismo, explicó que "el Padre Cutié aún se encuentra obligado por su promesa de vivir una vida célibe, la cual él asumió con absoluta libertad en la ordenación. Sólo el Santo Padre puede dispensarle de dicha obligación".
Dirigiéndose a todos los fieles católicos de Miami, el Arzobispo insistió en que "las acciones del Padre Cutié no pueden ser justificadas a pesar de sus buenas obras como sacerdote. Esto cobra mayor veracidad a la luz de las declaraciones de hoy. El Padre Cutié habrá abandonado la Iglesia Católica, les habrá abandonado a ustedes, pero yo les reitero que la Iglesia Católica jamás les abandonará. La Arquidiócesis de Miami está aquí para ustedes".
Mons. Favalora admitió que "las acciones del Padre Cutié han causado gran escándalo dentro de la Iglesia Católica, han hecho daño a la Arquidiócesis de Miami—especialmente a nuestros sacerdotes—y han creado una división dentro de la comunidad ecuménica y la comunidad en general. El anuncio del día de hoy sólo intensifica dichas heridas".
Tensión con episcopalianos
El Arzobispo también expresó su decepción "con la manera en que el obispo Leo Frade", líder episcopaliano del Sureste de la Florida, "ha tratado esta situación".
Frade nunca trató el tema con el Arzobispo. "Sólo escuché de él a través de los medios de comunicación locales. Esto representa un serio retroceso en las relaciones ecuménicas y la cooperación entre nosotros", indicó.
Mons. Favalora señaló que "la Arquidiócesis de Miami nunca ha hecho alarde público cuando, por razones doctrinales, los sacerdotes episcopalianos se han unido a la Iglesia Católica y buscan ser ordenados. De hecho, hacerlo violaría los principios de la Iglesia Católica sobre las relaciones ecuménicas. Lamento que el obispo Frade no me concediera, ni a la comunidad católica, la misma cortesía y respeto".
Finalmente, elogió "a los sacerdotes de la Arquidiócesis de Miami, y a todos los sacerdotes que viven y cumplen con fidelidad su promesa del celibato. Por su fidelidad a dicha promesa, reflejan con mayor claridad para el mundo al Cristo cuya entrega absoluta de sí mismo al Padre fue el amor puro y casto por sus hermanos y hermanas".
"En estos tiempos de tanta preocupación por el sexo, el don del celibato representa aún más un signo del Reino de Dios donde, como dicen las Escrituras, no hay ‘matrimonio ni dándose en matrimonio’ (Mateo 22, 30). Exhorto a todos los católicos a apoyar y a orar por nuestros entregados sacerdotes", concluyó.
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