29.05.09
“No os digo que yo rogaré al Padre por vosotros; el Padre mismo os quiere” (Jn 16,27).
En estos últimos días de Pascua, los evangelios que la liturgia nos pone para contemplar son de una gran riqueza y muy consoladores. Jesús dice a sus apóstoles, pero ahora nos lo dice a cada uno de nosotros, que más que él vaya a rogar por nosotros, es el mismo Padre que nos ama, quien va a escuchar nuestras peticiones porque amamos a Jesús.
En mi oración personal, me he puesto a pensar qué pediría Jesús al Padre por cada uno de los hombres, que le pediría yo. En este segundo caso, cierto que tengo montones de cosas para pedirle. Pero, ¿son las adecuadas, son las que me convienen a mi o las que yo considero mejores para tantas personas que conozco, que amo y a las que me gustaría ver fuera de los problemas en los que se encuentran envueltos? ¿Serían esta peticiones acertadas, se verdaderamente lo que conviene a los demás, lo que me conviene a mi?
Si el Padre nos ama, mejor será poner nuestras vidas y la de los demás entre sus manos de Padre. Tú sabes, Señor, lo que es mejor para las personas que llevo en mi corazón; a las que veo sufrir, a las que viven tan apartados de ti, a las que me gustaría ver crecer humanamente y espiritualmente y que según mi modo de ver no dan toda su dimensión, están como atrancadas, atrapadas, no dan el paso que las haría crecer y emprender grandes vuelos. Tú sabes lo que me conviene y lo que les conviene porque tú me conoces mejor que yo misma. Mi petición será solamente esta: Que cada día te ame más, que cada día ame más a los demás.
Texto: Hna. Mª Nuria Gaza.
Del blog "Mi vocación"
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