Sunday, July 19, 2009

África, la reserva vocacional de la Iglesia


(José Carlos Rodríguez Soto) Es muy raro oír que África lidera en algo bueno, pero en este caso, las estadísticas cantan: es el continente donde aumentan más las vocaciones sacerdotales. De 2000 a 2007, el número de seminaristas diocesanos aumentó en un 21%, y el de sacerdotes diocesanos en un 2,5%. Hoy son 272.000 en todo el continente, a los que hay que sumar otros 135.000 sacerdotes pertenecientes a órdenes religiosas. Estos hechos contrastan con el panorama vocacional en Europa, donde, salvo Polonia, las vocaciones sacerdotales siguen cayendo en picado, lo mismo que en los Estados Unidos.

Son datos de la última edición del Anuario Estadístico de la Iglesia, que publica el Vaticano, el cual asegura también que África es el continente donde más crece también el número de católicos: un 3% en ese mismo periodo. Con estos datos, parece que la Iglesia católica tiene motivos para mirar a África como el lugar donde tiene más futuro. Allí la preocupación de los rectores de seminarios no es cómo llenarlos, sino de dónde sacar el dinero para construir más aulas y dormitorios.

Causas del ‘boom’

Las causas de este boom vocacional son diversas. La gente en África, en general, tiene una cultura más religiosa que en el mundo occidental, y allí la Iglesia católica tiene bastante prestigio y no raramente es la única institución que funciona y presta valiosos servicios a la población más pobre, como escuelas, hospitales y centros sociales. En países como Mozambique, Congo, Uganda, Sudán y otros muchos, se ha destacado también por su labor a favor de la paz.

Pero hay otras causas. Como sucedía en España hace décadas, cuando la gente vive en situación de pobreza y la cultura predominante está impregnada de religiosidad cristiana, para muchas familias mandar a un hijo al seminario es la única oportunidad para que tenga una educación de calidad. Tampoco hay que olvidar que en muchos lugares, el sacerdote es visto como una figura importante, con poder y prestigio, lo que atrae a muchos.

Problemas económicos

Pero independientemente de la idea que uno tenga del sacerdocio, tal vez el problema más inmediato y difícil para la mayor parte de las diócesis africanas sea el mantenimiento económico de su clero. En la diócesis de Gulu, en Uganda, el sueldo oficial de un sacerdote es de 15 dólares al mes, cantidad que reciben de una diócesis alemana cuyos curas aceptaron donar una parte de su salario.

Un buen número de sacerdotes africanos amplían sus estudios en países extranjeros. Este hecho, en sí positivo al dar la oportunidad de tener un personal mejor preparado, a veces genera situaciones incómodas. Quienes vuelven con licenciaturas o doctorados en Italia, Alemania o Bélgica, suelen esperar que su obispo les recompense con un destino como profesor o como coordinador de una oficina diocesana donde es fácil tener acceso a fondos enviados por agencias de ayuda, y uno puede esperar tener una vida más atractiva que en una parroquia rural.
El impulso misionero es otro de los desafíos para el clero africano. En un mismo país puede ocurrir que en una zona haya diócesis muy desarrolladas y con gran número de sacerdotes, mientras que a pocos cientos de kilómetros de distancia se encuentre uno con situaciones de primera evangelización. Tal y como está el tema vocacional, para un obispo africano hoy puede ser más rentable buscarlos en el país vecino que en Europa, donde las vocaciones no florecen como antaño.

En España ya hay casos. Este año, los de Oviedo y de Ciudad Rodrigo han nombrado a curas de Guinea Ecuatorial y Ruanda párrocos de iglesias que llevaban años sin nadie a su cargo. Es más que probable que en los próximos años, la imagen de un párroco africano celebrando misa en una iglesia española sea habitual.

El reportaje se completa con una entrevista al P. Paul Masolo, rector del Seminario Nacional de Gaba (Uganda) en la que explica su punto de vista sobre las vocaciones sacerdotales en el continente negro.
Más información en el nº 2.669 de Vida Nueva

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