Sunday, July 19, 2009

La homilía de Betania: PASTOR QUE SOSIEGA Y CALMA

Por José María Martín OSA


1.- La figura del pastor es una simbología bíblica que designa al líder religioso o político. El rebaño es la imagen del pueblo de Dios. Hoy vemos a un profeta, Jeremías, que denuncia la falta de honestidad en los pastores de su pueblo y, como remedio, anuncia que el propio Dios se va a ocupar de pastorear sus ovejas. A este anuncio añade la promesa davídica de la venida del Mesías. Los líderes del pueblo de Israel son plasmados en las Sagradas Escrituras, con frecuencia, bajo la figura literaria de los pastores. Desde el rey David, pastor y rey al mismo tiempo, surge la promesa de que Dios mismo vendrá a apacentar sus ovejas y a reunirlas de la dispersión a que las ha llevado la corrupción de sus pastores.



2.- Necesitamos el descanso y la quietud. Nos lo pueden dar las vacaciones, pero sólo alcanzaremos el pleno sosiego si alimentamos nuestro espíritu, ahora que tenemos más tiempo libre. Jesús es el pastor del salmo 22: “Nos hace recostar en verdes praderas y nos conduce hacia fuentes tranquilas”. Sin duda, una imagen deliciosa de paz y de quietud. Pero nosotros, siempre llevando la contraria, después de tanto protestar por el ritmo y las dificultades del viaje, somos incapaces de pararnos. Jugamos a ser personas importantes, siempre atareadas. Oración, distensión, silencio, reflexión: no tenemos tiempo para estas cosas. Tenemos todo el tiempo ocupado en mil naderías, que llamamos pomposamente «compromisos urgentes», «necesidades improrrogables» y no tenemos un minuto para dedicarlo a nosotros mismos. Por eso estamos siempre cansados. Y nuestro espíritu en vez de robustecerse, se entristece y entumece alarmantemente, ni nos damos cuenta de que existe. Damos vueltas en el vacío, creyéndonos que hacemos algo. Jesús actúa como ese nuevo pastor; en El, Dios en persona se ha hecho cargo de su pueblo. Asume la función de pastor de toda la humanidad. Se conmueve de la multitud y renuncia a su relax para enseñar a los que han ido en su busca. En Jesús, Dios mismo pastorea a su pueblo; un pueblo nuevo que es toda la humanidad; pues su sacrificio fue uno para siempre y para todos.



3.- Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto “para estar a solas”. Herodes acababa de mandar ejecutar a Juan El Bautista” y los apóstoles habían vuelto de su primera experiencia misionera. La primera noticia produjo, sin duda, una gran tristeza en Jesús, pero sabe que tiene que seguir adelante y se preocupa de sus discípulos, que necesitan descanso. Les invita a retirarse a un lugar desierto para que descansaran, pues eran tantos los que iban y venían, que no tenían tiempo ni para comer. Pero la multitud les descubre y a Jesús le da pena: “se compadeció de ellos porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”. El texto nos presenta a Jesús en medio de esa multitud y su actitud, que no es la de retirarse y huir, sino compadecerse de ellos, como manifestación encarnada de Dios que es Amor.


La compasión que Dios tiene por nosotros es contagiosa y quiere despertar también en nosotros otras compasiones para con todas las indigencias que sufren nuestros hermanos. A veces también nosotros podemos querer despedir a la multitud, quizás no tanto para que no los sorprenda la noche, sino para sacárnosla de encima y evitarnos complicaciones. Lo que Jesús quiere recordarnos es la urgencia de una caridad pastoral siempre despierta y atenta a lo que podemos hacer por los demás.



4.- El evangelio de hoy nos presenta cómo pueden conjugarse a la vez contemplación y acción. Compiten dos aspectos de la compasión de Cristo. Ve el agotamiento de sus discípulos, sin mencionar el suyo que debía ser mucho mayor, y ve la necesidad del pueblo, hambriento de la palabra de salvación. Es hermoso ver a Jesús debatirse entre estos dos rostros del amor: el amor que quiere acoger y dar reposo, y el amor que quiere sanar y enseñar. Porque en efecto el amor es a la vez recibir, aunque esto nos parezca pasivo, así como es construir el bien en otros, es decir, la parte activa. Meditemos en el momento de la barca. Minutos antes, circulaba gente en cantidades exasperantes; de pronto se escucha sólo el rumor del agua, el silbo del viento y seguramente la voz emocionada de aquellos hombres, aprendices de apóstoles, que ya tienen tantas cosas tan buenas y memorables qué contar.


Fijemos nuestra atención en ese momento único, porque al llegar a tierra otra vez estarán colmados de inquietudes, preguntas, peticiones, lamentos y quejidos...La gente necesita a Jesús, está sedienta de un nuevo mensaje que sacie su sed de felicidad. Hoy día ocurre lo mismo…… ¿En este momento de nuestra vida nos estamos dejando guiar por el cayado de Jesús, nuestro Pastor?

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