Thursday, July 16, 2009

La sagrada familia de Honduras. Margarita García

La crisis desatada en el país debido al golpe de estado perpetrado el 28 de mayo 2009, por las cúpulas político-empresarial-mediático-religioso-militar, plantea un nuevo modelo de golpes de estado del siglo XXI en la región latinoamericana, donde el orden constitucional es reinterpretado para beneficio del golpismo, con el encubrimiento del uso de la fuerza como argumento central para la usurpación del poder civil legítimamente elegido.

Martes 14 de julio de 2009.


http://www.diarioextra.com/2009/jul...


Esta articulación de la clase empresarial dueña de los medios de comunicación y también en parte directamente instalada en las cúpulas de los partidos políticos, el parlamento y en los principales altos cargos del poder judicial y electoral (Corte Suprema, Tribunal Superior Electoral, Ministerio Público), encuentra su alianza histórica en la clase político-profesional, desacreditada por la corrupción y el continuismo, y en la fuerza militar, siempre tentada por el golpismo y por la oportunidad de recuperar protagonismo político y económico, sostenido en la fuerza bruta de las armas.


Lo novedoso de esta alianza es el papel que han jugado las jerarquías religiosas en el devenir del golpe militar y en su concreción, en un escenario donde las doctrinas fundamentalistas, sea en la vertiente católica o en la evangélica, venían socavando el estado laico y logrando influencia y preponderancia, tanto con la participación directa en el gobierno, como en el ejercicio de la gobernanza, a través de la asociación estrecha con sus aliados/as políticos.


El siglo XXI inauguró el ascenso de los pastores evangélicos a la categoría de profetas políticos y consejeros del buen gobierno. Pero aún con el gran crecimiento de sus iglesias, ninguno de ellos llegó todavía a emular a la personalidad más relevante de las cúpulas religiosas del país, el católico cardenal Rodríguez. Rodríguez, que en su momento incluso consiguió ser percibido por los medios de prensa locales como un posible candidato a Papa, competidor por el puesto con Benedicto XVI, tiene un lugar preponderante en el quehacer de la política nacional, por su participación en la mediación de las crisis en el país. Ascendido por obra y gracia de sus alianzas políticas a la categoría de Gran Mediador, su papel sacerdotal le ha conferido un poder cuasi divino y le ha permitido asumir la representación de la moral pública, por encima de cualquier acto de corrupción o equivocación, para pasar a tener parte en prácticamente todos los conflictos que involucran al estado.


Pero este papel no ha sido de simple mediación desinteresada, como es obvio, sino que es el camino para la difusión e imposición de la doctrina de su iglesia, en su versión más conservadora. De esta manera, con sus alianzas políticas y el apoyo de la institucionalidad del Opus Dei y sus personeros/as, el cardenal Rodríguez ha logrado ganar terreno político para desvirtuar las leyes, al punto de poner en cuestión la existencia misma de la laicidad del estado.


El cardenal Rodríguez se vio intempestivamente involucrado en la conspiración golpista, a tal punto que en nombre de once de sus obispos ha salido a justificar lo injustificable Las grandes perdedoras con este liderazgo, sin dudas, son las mujeres hondureñas, particularmente aquellas que integran las clases populares, ya que es conocido el ensañamiento misógino de la iglesia católica fundamentalista contra sus libertades y derechos.


Y su más leal y eficiente aliada, la señora Martha Lorena Alvarado, militante del Opus Dei, diputada hasta hace pocos días y vocera apasionada contra las guías de educación sexual, las parejas homosexuales, la píldora anticonceptiva de emergencia, el aborto legal y seguro, el trabajo femenino productivo, los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y todo aquello que signifique un avance jurídico hacia el reconocimiento de derechos, y de la igualdad y equidad de género.


No obstante, es hasta que se desencadena la crisis golpista del momento, que se manifiestan nuevos matices en la alianza Martha Lorena-Cardenal Rodríguez. Ascendida a la primera división de la política nacional por mérito golpista, comandando las huestes de blanco y enfrentada a la comunidad internacional entera, con la imposible tarea de validar esta herida mortal a la democracia hondureña, en su carácter de secretaria de la cancillería, no le ha quedado de otra que recurrir a su socio natural.


Llamado a silencio hermético y aislamiento doméstico en los primeros días de la crisis, el prelado se vio intempestivamente involucrado en la conspiración golpista, a tal punto que, en nombre de once de sus obispos, ha salido a justificar lo injustificable ante la nación entera, arrastrando por el fango de la ignominia su trayectoria de mediador. Y es que en la Sagrada Familia, también se pasan las cuentas.


*Margarita García es líder feminista hondureña

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