Tuesday, July 14, 2009

«Tenemos miedo a que el fundamentalismo instaure un régimen teocrático»


Por José Manuel Vidal
RD
Martes, 14 de julio 2009
Cuatro personas murieron el pasado domingo y más de 30 resultaron heridas en cinco ataques coordinados contra templos cristianos en Bagdad. En medio de la guerra, los cristianos se llevan la peor parte. Y hasta temen que "el fundamentalismo instaure un régimen teocrático". Porque, como explica el arzobispo de Bagdad, Benjamín Sleiman, de visita en Madrid, “lo que pretenden los atentados es obligar a los cristianos a exiliarse, torpedear el proceso de pacificación y demostrar que el Gobierno, sin los americanos, no controla la situación”.
Invitado por Caritas, el prelado católico de Bagdad lanza un sos sobre la situación de los cristianos en el país. Sometidos a las dificultades generadas por la guerra y a la animadversión de los fundamentalistas que los persiguen y atentan contra sus vidas. “Estamos viviendo un auténtico vía crucis”.

Un calvario que el arzobispo plasma fundamentalmente en dos temores. Uno, a más largo plazo: “Tenemos miedo a que el fundamentalismo asuma el poder e instaure un régimen teocrático”. El otro, a corto plazo, consiste en que “después de los atentados del domingo, la gente vuelva a perder la esperanza y opte por abandonar el país”.
En los últimos años y según cifras aproximadas que avanza el obispo con cautela, abandonaron Irak un millón de cristianos. Pero todavía permanecen en el país, más de medio millón. Y eso que llevan años de persecución total. Como cuenta monseñor Sleiman en su libro “La trampa iraquí, un grito del corazón del arzobispo de Bagdad” (Monte Carmelo), “las presiones islamistas se han traducido, desde los primeros meses de la ocupación americana, en la destrucción de comercios cristianos, en el secuestro y el asesinato de sus propietarios, en el hostigamiento a los estudiantes o en la obligación de llevar el velo a las cristianas”.
Más aún, cuenta el prelado católico que los islamistas difundieron la acusación de que los cristianos colaboran con los americanos. “Nos acusan de pactar con el enemigo, pero eso es falso. Nosotros sufrimos tanto como los demás”. Pero los islamistas reparten octavillas en las zonas cristianas en las que se puede leer: “La malevolencia de los cristianos contra los musulmanes se he hecho patente cuando entró el ocupante en nuestro país”.
Y es que, como denuncia el prelado iraquí, “donde hay fundamentalismo, hay persecución o presión psicológica contra los cristianos”. Y eso que, a su juicio, “el problema de Irak es más político que religioso. Lo que pasa es que la religión se instrumentaliza”.
Con todo, el arzobispo no pierde la esperanza. “La situación actual ha mejorado y la violencia ha disminuido mucho. La paz no es total todavía, pero tenemos más paz que antes”. Una violencia que, a juicio de monseñor Sleiman persigue un claro objetivo: “Impedir el proceso político de la pacificación total”.
Para el obispo, “el problema de Irak es la unidad del pueblo y del territorio, asi como la reconciliación. Una reconciliación que no ha habido, al menos hasta ahora”. Y, por supuesto, la reconstrucción del país. Un país “muy rico, donde la gente vive en la miseria”. Y donde falta de todo. Desde médicos y hospitales, hasta medicinas y, sobre todo, trabajo. Por eso, concluye: “Irak necesita una reconstrucción total”.
Monseñor Sleiman no quiere entrar en valoraciones políticas, pero explica que “más que una retirada de las tropas americanas, lo que se está produciendo es una redistribución de las mismas” y que “el problema de Irak es más político que militar”.
Pero incluso en esta etapa de paz precaria y relativa, el prelado católico dice no tener miedo a las amenazas, aunque reconoce que vive “en situación de riesgo, como todos los fieles”. Y es que los cristianos, “desprotegidos por el debilitamiento del Estado, agotados por la tiranía y sus excesos, víctimas de atrocidades y desanimados por la inseguridad creciente corren el riesgo de desaparecer”. Los cristianos del país de los dos ríos Descienden directamente de Santo Tomás y han llegado a ser una de las iglesias más florecientes del mundo, pero están en proceso de extinción. Son los cristianos de Irak. 670.000 personas, de las que el 75% son católicos y en su mayoría de rito caldeo. Una gota en medio del mar islámico iraquí, que apenas representa el 3% de la población total del país.
La evangelización de Irak se atribuye al apóstol Tomás y a su discípulo Addai, uno de los 70 primeros seguidores de Cristo. La semilla del cristianismo prendió con rapidez en estas tierras. En el siglo III, la Iglesia de Mesopotamia aparece ya con liturgia propia y con diócesis. Rompe con la Iglesia de Antioquía en el 431, al adoptar la herejía nestoriana, que sostenía que en Cristo hay una sola persona.
Tras su separación, la expansión de los nestorianos es espectacular. Sus monjes, llamados «los portadores de la luz», se lanzan por la Ruta de la Seda a la evangelización de Asia. Llegan a Turquestán, Mongolia, China, Tíbet y la India. En el siglo IX la Iglesia nestoriana cuenta con 245 diócesis en lugares como El Cairo, Samarcanda o Beijing y con unos 80 millones de fieles.
Tras la conversión de los turcos al Islam y la persecución de Tamerlán (1360-1405), los nestorianos quedan reducidos a un millón de fieles, concentrados en Irak, donde se dividen en diversos ritos (malabar, sirio ortodoxo y caldeo).
Estos ritos se han ido extinguiendo poco a poco y, en la actualidad, el único que pervive con medio millón de fieles es el caldeo. La Iglesia católica caldea está dirigida por el patriarca Delly III, cuenta con 30 sacerdotes, 40 parroquias y todavía hoy, a pesar de la diáspora, celebra 5.000 bautismos anuales.
A pesar de que el Islam es religión de Estado, a diferencia de lo que ocurre en otros países musulmanes como Arabia Saudí, los cristianos iraquíes pueden construir iglesias, gestionar su red de asistencia social y pastoral, formar a sus futuros sacerdotes en un seminario mayor e impartir catecismo en los colegios en los que al menos el 25% de los alumnos sean cristianos.
Mayoritariamente de clase media, gracias sobre todo a su excelente instrucción, decenas de miles de cristianos caldeos han abandonado Irak en los últimos 10 años, casi siempre con destino a Estados Unidos. Se calcula que el 30% de los iraquíes que pasan la frontera son cristianos. Tras la guerra, los atentados y la presión fundamentalista musulmana, la Iglesia de Santo Tomás podría desaparecer y, con ella, siglos de historia, cultura y religión

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