Cupertino, 6. Incluso en sus claroscuros —inevitables en un personaje tan complejo— Steve Jobs fue uno de los protagonistas y de los símbolos de la revolución de las Silicon Valley. Revolución informática, ciertamente, pero también revolución de costumbres, de mentalidad, de cultura. Revolución hija, pero no heredera, de los emancipados Seventies, la adolecencia inquieta de una América lacerada por escándalos políticos, guerras, contestaciones y tensiones sociales. Revolución que atravesó la ola dorada de los años de Reagan
Demasiado pequeño para el 68 y demasiado viejo para Facebook, Jobs fue un visionario —este es el término que aparece en las descripciones de las cabeceras periodísticas—, un visionario que unió tecnología y arte. Ciertamente no era un técnico ni un empresario. No era un diseñador ni un matemático. No era el clásico nerd informatizado ni el hombre de espectáculo.
¿Pirata o pionero? La historia lo dirá. Por el momento quedan sus geniales creaciones. «Construyendo un ordenador personal y poniéndonos internet en el bolsillo no sólo hizo accesible, sino también intuitiva y divertida, la revolución de la información», ha declarado el presidente Obama. «Bastante audaz como para creer que podía cambiar el mundo y con el talento para hacerlo».
Nacido en San Francisco el 24 de febrero de 1955, Jobs comenzó en 1976 cuando, junto a Steve Wozniak y Ronald Wayne, fundó Apple, después de elaborar los primeros proyectos en la cochera de su casa. En sólo diez años la sociedad alcanzó los dos mil millones de dólares de facturación. El lanzamiento del primer Macintosh se remonta a enero de 1984, pero en 1985 Jobs decidió abandonar la sociedad. El regreso a la dirección de Apple se remonta a finales de 1998. Para relanzar la empresa en crisis Jobs apostó todo a la música. Y triunfó: la revolución comenzó en 2007 con un pequeño aparato, aparentemente innocuo pero que a los pocos años entró en el corazón y en la cabeza de miles de personas. Es el iPod, lector de música digital unido al negocio en red iTunes. Se abría así la carrera a la innovación hacia iPhone, el iPad y el iCloud. Talento, puro talento.
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