No dejes que tu cabeza intervenga antes que tu corazón.
Date unos minutos para no pensar.
Unos minutos en silencio, contigo, con lo más profundo de ti.
No todo es hacer, no todo es pedir, no todo es “aquí” y “ahora” y “ya”.
Hay luego y espera y silencio.
Sobre todo espera y silencio.
Si dejas que pasen los minutos con solo- Tú, sin nada que no seas tú, descubrirás que hay Uno que grita en lo profundo:
“Aquí estoy, te amo, te espero.
Como siempre, porque siempre estoy amándote y esperándote.
Porque no sé hacerlo de otra manera”
Escucha en lo profundo del silencio, con la mente en suspenso por unos minutos, a Ése que grita: “te amo y por eso he puesto ante ti este mundo maravilloso para que lo cuides y no dejes de dibujarle sonrisas”.
Cuando grita el silencio solo puedes oír: “¡Te quiero!”
Carlos Muñoz Novo
pastoralsj
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