Los malos mercaderes han suscitado en este mundo nuestro de hoy una crisis de impredecibles consecuencias. Ya llevamos mucho tiempo en la crisis y no sabemos cuando terminará. Jesús de Nazaret haciendo un zurriago de cuerdas –no era una espada letal—expulsó y desbarató unos puestos del templo de Jerusalén donde el rito se convertía en tráfico, donde la religión se hacia dinero. La enseñanza nos vale para hoy. Y hemos de estar muy atentos para que nadie convierta el rito y el culto en algo reprobable. Betania
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