Tuesday, August 14, 2012

El “archivo” de Gabriele



En la vivienda del ex mayordomo del Papa se encontraron: una pepita de oro y un cheque a nombre de Su Santidad por 100 mil euros

GIACOMO GALEAZZICIUDAD DEL VATICANO



No lo habrá hecho por dinero, pero su casa parecía una sucursal de los archivos pontificios o de los museos vaticanos. Entre regalos al Papa robados y documentos del Palacio Apostólico, el departamento en la Curia de Pablo Gabriele se convirtió en un precioso depósito de «objetos secretos». Los que habían regalado objetos o fondos a las obras de caridad del Pontífice habían sido instituciones católicas extranjeras y grupos de fieles italianos. Pero entre el remitente y el destinatario había un obstáculo inesperado: el mayordomo.


Pero en el Vaticano no creen que el ex mayordomo haya actuado por el dinero. «No he sentido a nadie, ni siquiera a los jueces, hablar de un movente económico», dijo el padre Lombardi, portavoz de la Santa Sede. Además de los tres objetos que se encontraron en la casa del mayordomo (un cheque por 100 mil eruos, una pepita de oro y una traducción del siglo XVI de la “Eneida”, regalos que recibió el Papa) no se menciona en los documentos publicados ayer por la Santa Sede del “provecho” del robo. A lo mucho, indicó el padre Lombardi, se podría ver un provecho de carácter «moral», pero nada que indique un «interés económico». Es más, «no sabía ni siquiera que tenía un cheque por 100 mil euros a nombre del Papa», aseguró el ex mayordomo.


Y entonces, ¿los regalos robados? «En el degenerar de mi desorden pudo suceder incluso esto», justifica Paolo Gabriele antes de exponer la propia cotidianeidad. «Era el encargado de llevar algunos regalos al almacén y otros a la oficina», algunos de los cuales servían para la beneficencia de la Gendarmería, de la Guardia Suiza o en general. En otra respuesta (impresionante) ante el juez instructor, Gabriele describe su «pasión particular por los libros». Por lo que, en relación con la traducción de la “Eneida”, «recuerdo que, habiendo mi hijo empezado el estudio de ese poema, pedí al padre Georg si podía llevar el libro al profesor de mi hijo para que lo viera; él me dijo que sí y el libro se quedó en mi casa». Después admite que le habían faltado los «frenos»  y que buscaba el escándalo «para llevar de nuevo a la Iglesia al curso justo». Palabras inquietantes que darían la razón a los que reconstruyen la historia como si se tratara del fruto de presiones exteriores sobre la mente inestable de Gabriele, persión ejercida por personajes de la Curia y periodistas, que se declaraban en defensa de Ratzinger, ante los ataques de los medios de comunicación laicos.

Le habrían lavado la cabeza al mayordomo, dibujando ante sus ojos un papel de «justiciero». Sin mancha ni fines ocultos. Por la entrega de los documentos al periodista italiano Nuzzi, que se dio en muchas ocasiones, Paolo Gabriele no recibió «dinero u otros beneficios». Es decir, actuó «por un mejoramiento de la situación eclesial y no para dañar a la Iglesia y a su pastor». Desde que en 2006 ocupó el puesto de Angelo Gugel, el apartamento papal «se convirtió en un colador», dicen en la Curia. La filtración de documentos e información reservados comienza allí.

Vatican Insider

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