Martes 19 de marzo de 2013, comienza el pontificado del papa Francisco. Mientras en Roma tiene lugar una celebración siempre majestuosa, en Buenos Aires y otras ciudades y pueblos de Argentina presumen de papa y las banderas vaticanas pasan a ser parte del paisaje y de los balcones y plazas. El amarillo va tomando posición.
En un país polarizado por las posiciones políticas, los sentimientos nacidos al ser Jorge María Bergoglio nombrado papa sólo fueron un reflejo más. Mientras unos lloraban de la emoción en medio de la incredulidad, otros no lo querían creer.
Más allá de estos sentimientos, queda el sagrado continente latinoamericano que le vio nacer y lo empapó, donde escribo este artículo con el corazón lleno de historias, lugares y rostros ensangrentados de una intolerable miseria. Violencia, pobreza, embarazos adolescentes, injusticia, alcoholismo, desesperanza golpean vidas a las que la Iglesia Católica Romana y Apostólica en buena medida ha sido incapaz de acompañar más allá de la moral, y de ahí crecen otras confesiones y sectas...
Y mientras Francisco sueña una iglesia pobre para los pobres; llego a Taco Pozo, en el Chaco, donde en la escuela primaria de Fe y Alegría reza un cartel que dice “Somos herederos de grandes esperanzas”. Querido hermano, que así sea.
OMSP
pastoralsj
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