Querido Francisco:
Cuando vi que un jesuita había sido nombrado papa me hizo mucha ilusión y supe que no podría haber mejor opción. No te conocía de nada y de hecho nunca antes había escuchado nada sobre ti, reconozco que este es el primer error, ante un momento así qué menos que preocuparme un poco por los nuevos cambios que se pueden producir en la Iglesia, pero bueno eso ya no importa.
Han pasado los días y sobre ti se han dicho muchas cosas, se han comentado todos los gestos que has hecho en el presente y en el futuro, se ha dicho todo lo que se espera de ti. Se te ha adulado, criticado y comentado. Por todo ello solo me sale darte las gracias, porque según pienso en todo eso solo me viene una frase en la cabeza: “qué responsabilidad”. No es una tarea fácil, desde luego la Iglesia tiene una particularidad que quizá es la que la hace más rica, y es que somos muchos, mucha gente formada con unas costumbres distintas. Y todos y cada uno tenemos una imagen de ti y esperamos algo.
A mí me surge pedirte algo, que efectivamente hagas todo lo que tienes que hacer y lo que sientas que Dios te diga, tu oración es muy fuerte y confió en ti y sobre todo confió en que Jesús te guiará por el buen camino. También quiero que no te olvides de los más necesitados y sobre todo esas regiones en que vivir la fe puede llegar a ser una carga y en todos aquellos que realmente son perseguidos por seguir a Jesús. Pero por otro lado y para mí lo más importante es que día tras día nos recuerdes al resto de la Iglesia y a los jóvenes que TÚ solo no puedes y que la Iglesia somos TODOS y por ello es necesario que todos nos pongamos manos a la obra para construir el reino de Dios.
Solo me queda darte las gracias por tu entrega.
Ana Nombela
pastoralsj
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