Bergoglio recordó, el día del cumpleaños de Ratzinger, la acción de su predecesor para seguir el Vaticano II, que debe ser algo vivo
GIACOMO GALEAZZICIUDAD DEL VATICANO
El Concilio es «fruto del Espíritu», pero muchos «quieren dar vuelta atrás». Roncalli era «un párroco bueno» y el Vaticano II sigue siendo vigente. «Después de 50 años, ¿hemos hecho todo lo que nos ha pedido el Espíritu Santo con respecto al Concilio; en esa continuidad del crecimiento de la Iglesia que fue el Concilio?».
El que se planteó estas preguntas fue el Papa Francisco, que usó el término «continuidad» refiriéndose a la interpretación de Benedicto XVI (que expresó durante el importante discurso del 20 de diciembre de 2005 a la Curia Romana), según la cual la hermenéutica de la continuidad se contrapone a la de la ruptura que teorizó la Escuela de Boloña. El nuevo Pontífice responde: «no», el Concilio ha permanecido sin ser aplicado.
Por ello, el Vaticano II representa una oportunidad histórica para una gran revolución eclesiástica que todavía no se ha llevado completamente a cabo. Gracias al espíritu conciliar, la Iglesia se ha abierto al mundo, pero todavía hay mucho camino por delante. «Festejamos –dijo el Papa– este aniversario, hacemos un monumento, pero que no dé fastidio. No queremos cambiar. Es más: hay algunas voces que quieren dar vuelta atrás. Esto se llama ser testarudos, esto se llama querer domesticar al Espíritu Santo, esto se llama volverse flojos y lentos de corazón». «Lo mismo sucede –indicó el Pontífice– incluso en nuestra vida personal»: de hecho, «el Espíritu nos impulsa a tomar una vía más evangélica», pero nosotros nos resistimos. Es por ello que el Papa Francisco lanzó la siguiente exhortación: «no opongamos resistencia al Espíritu Santo. ¡Es el Espíritu el que nos hace libres, con esa libertad de Jesús, con esa libertad de ser hijos de Dios!».
«No oponer resistencia al Espíritu Santo: esta es –concluyó Francisco– la gracia que quisiera que todos nosotros pidiéramos al Señor: la docilidad al Espíritu Santo, a ese Espíritu que viene hacia nosotros y nos hace seguir adelante en la vía de la santidad, esa santidad tan hermosa de la Iglesia. La gracia de la docilidad al Espíritu Santo». Es decir, explicó el Pontífice en la homilía de la misa de esta mañana en la Capilla de la Casa Santa Marta, «el Espíritu Santo nos da fastidio. Porque nos mueve, nos hace caminar, impulsa a la Iglesia a seguir adelante. Y nosotros queremos que el Espíritu Santo se adormente, queremos domesticar al Espiritu Santo. Y esto no funciona. Porque Él es Dios y Él es ese viento que va y viene y tú no sabes de dónde. Es la fuerza de Dios, es lo que nos da el consuelo y la fuerza para seguir adelante.Pero... ¡seguir adelante! Esto da fastidio. La comodidad es más bonita».
«Hoy –prosiguió el Papa–, parece que todos “estamos contentos” por la presencia del Espíritu Santo, pero no es cierto. Esta tentación todavía es actual, somos como Pedro en la Transfiguración: “¡Ah, qué bonito estar así, todos juntos!”, pero que no nos dé fastidio». Y, justamente, el Papa Francisco denucnió que el Concilio Vaticano II que muchos querrían es un concilio que se celebra pero que no se vive plenamente.
El punto de partida de la homilía del Papa fue la primera lectura que hablaba sobre el martirio de San Esteban, que, antes de ser lapidado, aunicó la Resurrección de Cristo resucitado y amonestó a los presentes con palabras fuertes: «¡Testarudos! Ustedes siempre oponen resistencia al Espíritu Santo». Esteban recuerda a todos los que han perseguido a los profetas y que, después de haberlos asesinado, han construido «una tumba bonita» para, solamente después, venerarlos. El Concilio fue un evento extraordinario y no solo para la Iglesia, sino para todo el mundo, puesto que cambió el rostro de las jerarquías eclesiásticas y ofreció una esperanza a la humanidad durante los años de la Guerra Fría. La Iglesia, finalmente, fue entendida como Pueblo de Dios y la jerarquía se puso al servicio de los fieles. «También Jesús –observó el Papa– regañó a los discípulos de Emaús», porque eran lentos y perezosos para creer todo lo que habían anunciado los profetas.
«Siempre, incluso entre nosotros, existe esa resistencia al Espíritu Santo». Además, «El Concilio fue una obra hermosa del Espíritu Santo; piensen en el Papa Juan: parecía un párroco buenoy él fue obediente al Espíritu Santo e hizo eso». Aunque muchos al comienzo lo consideraban un “Pontífice de transición, Roncalli promovió el evento más relevante de la historia eclesiástica contemporánea, llamando a todos los hombres de buena voluntad, dialogando con las demás religiones y con los no creyentes, saliendo de los muros del Vaticano y difundiendo el mensaje cristiano en las cárceles, en los hospitales, en las casas y en los trenes.
Vatican Insider
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