Monday, July 20, 2009

La Luna


años en la Luna. Toda una vida. 1969. Una noche de julio los astronautas pusieron los pies en nuestro satélite. El asunto generó emociones colectivas, extraños sueños y mucha literatura de ciencia-ficción. Qué tiempos tan raros aquellos en que la televisión no la copaban los extraterrestres de “Gran Hermano” o los alienígenas de “La noria”, sino las soflamas calmas, acéptese la paradoja, de Jiménez del Oso. La fiebre del oro editorial está hoy en los yacimientos del pasado, de un pasado preferentemente mítico, con Grial al fondo: todo ese rollo cátaro. Entonces eran los ovnis los que despertaban el hambre de la mayoría lectora y el rey del bestseller era Juan José Benítez. Las naves espaciales aterrizaban en nuestro pobre planeta con profusión e incontinencia. Fue por esos días que llegamos a la Luna. Cuando los astronautas alunizaron, Jesús Hermida ya estaba allí para contarlo. Ahora es un abuelo encantador que nos vende su memoria sentimental con gracia de monstruo audiovisual, pero entonces era un pionero de Huelva en el corazón del universo.

¿La Luna? En realidad ya no hay Luna que valga. Perdimos la ilusión y el impulso, nos queda sólo una película en blanco y negro, una leve capa de nostalgia desairada. A la mierda con los recuerdos, que diría Macaón. Estuve el otro día en la Universidad de Barcelona, donde trabajan en un proyecto de la Agencia Espacial Europea que estudia el modo en que pueden vivir seis personas en la Luna, durante un tiempo indeterminado, alimentándose con sus propios detritos reciclados y respirando mediante oxígeno artificial. Para estos ejercicios respiratorios se está ensayando con 40 ratones, que son el equivalente a una persona. ¿Y qué? Pues poca cosa, que la aventura espacial que inflamaba la imaginación de la gente hace cuarenta años es hoy un asunto de científicos, una experiencia de laboratorio que no levanta pasiones. Dicen los optimistas que en pocas décadas será posible ir de vacaciones a la Luna. ¿Y a quién le puede interesar eso, si en la luna no hay playa, ni Cristiano Ronaldo a quien pedir autógrafos, ni estará ya Hermida para servirnos de cicerone? Si hay que irse a alguna luna, más vale la de Valencia, con su mar, su salitre y sus sastres de comedia bufa.
Juan Antonio Tirado
Blog "El país de Alicia"
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