Todo esto va conformando también nuestro camino a la Pascua, va entretejiendo los hilos de nuestra historia y la urdimbre de nuestra vida, donde Dios nos espera siempre. En medio del ajetreo de nuestra vida buscamos miradas que nos acaricien, manos que nos sostengan, oídos que nos acojan, sonrisas que nos abracen.... Anhelamos un regazo que nos ampare, un beso inmerecido que nos fortalezca y nos capacite para reconocernos heridos, y nos libere de nuestra propia imagen tan estrecha- y a veces inhumana- que nos aprisiona. Buscamos un Abrazo incondicional en el que descansar, una Voz que pronuncie nuestros nombres de forma única, un amor que nos libere de las apariencias y nos invite a la total confianza:
“El Señor reconstruye a Jerusalén y reúne a los dispersos de Israel. Él sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las heridas. El cuenta el número de las estrellas, y a cada una la llama por su nombre. No es la fuerza de los caballos, ni los músculos del hombre lo que más agrada al Señor; a Él le agradan los que confían en su amor.” Sal 147
Ojala podamos en esta noche unirnos a la experiencia del salmista y terminar nuestro día confiando en el Amor incondicional de Dios, que nos reconstruye, nos sana y nos invita a descansar en su regazo.
Buenas Noches
Olalla González, RMI
De camino a la Pascua
Olalla González, RMI
De camino a la Pascua
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