Sunday, April 07, 2013

Comentario al Evangelio de hoy por José Maria Marururi S.J. “BIENAVENTURADOS LOS QUE SIN VER HAN CREÍDO”



 “BIENAVENTURADOS LOS QUE SIN VER HAN CREÍDO”

Por José María Maruri, SJ


1. - Hay mucho “listillo” por este mundo, que por haber leído mucho, y, seguramente por una gran indigestión de lectura, se consideran en posesión de la verdad y nos desprecian a los que creemos en Dios y en sus misterios. De estos tales, ya dijo Jesús que ha sido su Padre del cielo el que ante su soberbia les ha cegado los ojos para que no vean.


2. - Santo Tomás se mostró un poco “listillo”, pero no era de los “listillos” agnósticos. Lo que Santo Tomás tenía era un berrinche. Sus palabras: “no creeré si no veo en sus manos la señal de los clavos” constituyen la muestra de una verdadera pataleta infantil.

Que todos hayan visto al Señor y él –que cuando Jesús dijo que iba a casa de Lázaro con peligro de vida, dijo: “vayamos y muramos con Él”—no lo haya visto, eso no lo aguantó. Tomás se cegaba por el miedo de que fuese verdad lo que tanto deseaba, ver de nuevo vivo el Señor.
Tomás creía que no creía, pero creía. Y en cuanto sus manos tocaron a Jesús se dio cuenta de que ese contacto corporal no añadía nada a lo que la intuición del amor y la fe le habían dado. Y por eso, debió mirar sus inútiles manos y dice una leyenda medieval que se las vio manchadas de sangre. Como si hubiera cometido un atentado, no contra el Señor sino, contra su propio corazón y su fe.


3. - Y Tomás cae en tierra y nos cuenta esas palabras maravillosas: “Señor mío y Dios mío”. Mío, no nuestro, no de todos. Es personal e intransferible. Ese Señor se ha hecho experiencia íntima, se ha agarrado al corazón para no salir jamás de allí. Tomás sin el Señor, sin su Dios, ya no tiene sentido. Quitadle al Señor y Tomás dejará de ser mío, muy mío, porque es yo mismo. No vivo sino que Cristo vive en mí.

La fe de Tomás ha pasado de la cabeza al corazón. Si con una especie de racionalismo religioso queremos fortalecer nuestra fe, con meras razones humanas, temamos si no nos hemos empezado a parecer a los “listillos” a los que Dios no se revela.

Fe es adhesión a la persona de Jesús con una fuerza tal que Jesús pasa a ser mío. De un Tú y un Nosotros, pasa a un Tú y un Yo, que al fin se resume en un Tú, por la identificación del cristiano con Cristo.


4. - “Bienaventurados los que sin ver han creído”. Es nuestra bienaventuranza:

--Porque muchos le vieron y oyeron en su vida mortal y no le creyeron.

--Porque la fe de los Apóstoles no es mayor que la muestra de que palparon a Jesús, sino porque le amaron más y su entrega fue mayor.

--Porque la fe depende de Dios que se revela no a los “listillos” sino a los sencillos.
--Porque la fe es la creación de un nuevo corazón dentro de nosotros.

Jesús sopló sobre los Apóstoles como Dios creador sopló sobre el primer hombre para darle vida. El soplo de Jesús resucitado viene a avivar el rescoldo de nuestra fe que aún humea vacilante bajo las cenizas de los convencionalismos religiosos:

--De nuestros cumplidos y costumbres religiosas.

--De esa letra muerta y de nuestras leyes.

Ese soplo da vida a nuestra fe. Reaviva nuestro corazón y lo pega al Señor de forma que podamos decir: “Aquel Señor mío y Dios mío”.

Betania

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