Si Jesús apareciera hoy en nuestro mundo, su nacimiento, en el seno de una familia buena y trabajadora de Ecuador, Uzbekistan u otro lugar, no sería conocido por los medios de comunicación, por haber sucedido en un lugar sin interés periodístico.
La gente se preguntaría: ¿dónde está ese lugar? No aparecería en televisión ni figuraría en centros de poder o riqueza.
Sería empujado, calumniado y criticado. Su voz hablaría de verdades sencillas; algunos la escucharían y reconocerían la voz de Dios.
Las buenas noticias se propagan lentamente, tal como sucedió hace dos mil años, y serían relacionadas a todo lo bueno de este mundo.
Los agentes del poder y la riqueza no lo detectarían, ni le ofrecerían su patrocinio.
La ironía de todo esto es que, después de dos mil años, la Buena Nueva está tan extendida que, se conozca o no, toda la raza humana se ha enriquecido desde el Nacimento de Jesús.
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