3. La GLORIA.
Y hemos contemplado su gloria” (Jn 1,14).
Hay hasta un dulce navideño que se llama así: “glorias”. Si se busca en el diccionario, gloria es algo así como un momento de esplendor, de triunfo. Estar en la gloria es, en lo más coloquial, disfrutar de uno de esos momentos en los que no le puedes pedir nada más a la vida. Por ejemplo, un buen baño caliente después de haber pasado mucho frío… un banquetazo con tus platos favoritos. Un rato tranquilo si tu vida es trepidante.
Alcanzar la gloria es también triunfar, como los futbolistas que ganan un mundial o el atleta olímpico coronado de laurel y oro… La GLORIA de Dios es también asomarse a su plenitud. Es curioso, porque de alguna manera resulta que el portalín de piedra se convierte en una ventana a través de la cual podemos percibir quién y cómo es Dios. Y su gloria es ciertamente diferente. Su grandeza es mucho más apabullante que si la desplegase como un emperador.
La gloria de Dios es su mensaje en el que nos pregunta:
“¿Con qué lógica funcionas tú?
¿Qué crees que merece la pena?
¿Y por qué crees que elijo este camino?”
De los jesuitas de Castilla (Pastoral juvenil y universitaria)
No comments:
Post a Comment