(Vida Nueva) A pesar de que el pasado 20 de diciembre abandonó la huelga de hambre que mantenía desde el 27 de noviembre, el obispo franciscano de Barra (Estado de Bahía), Luiz Cappio, ha anunciado que va a continuar con su lucha contra el trasvase del río São Francisco, que motivó el inicio de su ayuno así como el que ya protagonizó en 2005 durante 11 días. El prelado interrumpió la huelga de hambre que mantuvo durante 23 días tras sufrir un desmayo por el que tuvo que ser hospitalizado y tras escuchar los consejos de sus familiares y amigos. Después de ser dado de alta, el franciscano declaró que seguirá con su lucha “hasta que derrotemos este proyecto de muerte y logremos el verdadero desarrollo de las zonas semiáridas del São Francisco”.
Según podemos leer ampliamente en el artículo que Graziela Cruz publica en el último número de Vida Nueva, el trasvase contra el que se opone Cappio, promovido por el presidente Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, supone un gasto de 5.000 billones de reales (casi dos billones de euros), con la construcción de dos canales que sumarán 740 kilómetros. En la actualidad, desde su nacimiento hasta su desembocadura, el río drena un área de 641.000 km 2. La oposición del prelado al proyecto había llevado al dirigente brasileño a comprometerse a paralizar durante dos meses el inicio de las obras, pero el pasado miércoles 19 de diciembre la Corte Suprema de Brasil suspendió la orden.
En la carta que el obispo de Barra envió a ‘Lula’ al iniciar su protesta, dom Cappio acusa al presidente de no haber convocado un debate popular y de no haber realizado un estudio sobre el posible impacto medioambiental de las obras. El Jefe del Gobierno invitó al presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), cardenal Geraldo Majella, a un encuentro para tratar de encontrar una solución a esta situación, pero lo que hizo la CNBB fue llamar a sus fieles a que guardasen ayuno el 17 de diciembre y se uniesen en oración al obispo brasileño.
La iniciativa de dom Cappio ha recibido los apoyos de movimientos y organizaciones sociales y ecologistas, agrupaciones de artistas y abogados, así como de diferentes iglesias, y ha suscitado que pequeñas y grandes ciudades de todo el país se sumaran a su gesto. Todos ellos denuncian que el trasvase del río –al contrario de lo que afirma el Gobierno– no llevará agua a 12 millones de personas de la región árida de Brasil, sino que sólo beneficiará a una pequeña parte de la población, enriqueciendo a unas pocas grandes empresas.
El asesor político del Consejo Indigenista Misionero (CIM), Paulo Maldos, recuerda que protestas como la que encabeza el obispo brasileño y otros movimientos sociales, políticos, de derechos humanos, pastorales, de la Iglesia católica y de la cultura, son los mismos que desde los años 80 tuvieron al propio ‘Lula’ como líder.
Más información en el nº 2.594 de Vida Nueva (América Latina, página 36).
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