Sunday, May 22, 2011

Homilía de Betania: VA HOMBRO CON HOMBRO CON NOSOTROS, José María Maruri SJ



Por José María Maruri, SJ

1.- El Señor Jesús es camino y caminante… “Me voy al Padre…” Y el Padre es la Casa donde hay muchas habitaciones, no es una gran casona, un almacén donde todos vamos a caber sin distinción, no. Es una casa de muchas habitaciones, pero en el corazón de Dios nuestro Padre cada uno tenemos nuestro propio puesto, nuestra habitación que se respeta.

Como cuando nos enseñan una casa de unos amigos y nos van diciendo: esta es nuestra habitación, esta la del abuelo, esta la de Jaime, esta la de Sara. De la misma manera en el corazón de Dios, Casa de Todos, cada uno tenemos un hueco, nuestro, sólo nuestro, reservado para nosotros, reservado para mí.

El Señor Jesús se va, como barco que al navegar deja una estela que se puede seguir, va delante, pero va mostrando el camino. También el pastor va delante y va marcando el camino que hemos de seguir.

2.- En realidad no va delante, va hombro con hombro con nosotros aunque no le sintamos. A veces parece que nos hace como aquellos de Emaús, que caminaban tristes, y sin embargo el Señor va acomodando sus pasos a los nuestros. Y va a nuestro lado, hasta charlando con nosotros, aunque no le reconozcamos.

Si paramos, se para con nosotros. Si voy ligero el apresura su paso. No nos quiere dejar solos. “Estaré con vosotros todos los días (es decir cada día) hasta el final de los tiempos”. Cuando el miedo a lo desconocido hace mi paso más cansino allí está Él haciendo sentir su presencia alentadora. Y cuando la zanja que hay que saltar es demasiado ancha, nos coge en brazos y salta con nosotros.

3.- “Quién me ha visto a Mi ha visto al Padre”. Cuando adoramos al Señor en la elevación de la Hostia o miramos la forma que nos dan a comulgar, ¿os habéis parado a pensar que está cerca, cerquísima ya el día y el momento que eso que creemos por la fe lo veamos cara a cara, el día que ese ventanuco blanco que es el Señor en la eucaristía se abra y nos veamos de tú a tú con el Señor y en el Señor nos encontremos con nuestro Padre Dios? ¿Nos damos cuenta que nos separa de Dios un visillo, una frágil ventanuca blanca que dentro de bien poco se nos va a abrir?

“El Padre está en mí y Yo estoy en el Padre”. Como el ciego con sus manos palpa el rostro querido que no ve, así en la eucaristía palpamos la inmediata cercanía de Dios.

Resumen de esta cercanía de Dios, camino y caminante con nosotros, vayan estos versos que rezamos en el breviario… o en el Diurnal.



Ando por mi camino, pasajero,

y a veces creo que voy sin compañía,

hasta que siento el paso que me guía,

al compás de mi andar, de otro viajero.



No lo veo, pero está. Si voy ligero,

él apresura el paso; se diría

que quiere ir a mi lado todo el día,

invisible y seguro el compañero.



Al llegar a terreno solitario,

él me presta valor para que siga,

y, si descanso, junto a mi reposa.



Y, cuando hay que subir al monte

(Calvario lo llama él),

siento en su mano amiga,

que me ayuda, una llaga dolorosa.



Y es que también Él se hirió las manos en el camino

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