Llegará un día
en el que vivir no sea una pesada carga
sino una asombrosa experiencia de plenitud
para todas las personas,
sea cual sea su origen, color, país o religión;
un día en el que la libertad no sea un sueño
sino una alegre realidad para todas las personas;
en el que la igualdad no será puesta en entredicho
ni necesitará discriminación positiva,
sea cual sea la cultura, la condición social, el sexo
y la riqueza de las personas;
un día en el que la fraternidad
será la mejor carta de ciudadanía,
de dignidad y de respeto.
Llegará un día
en el que los derechos humanos
no necesitarán defensores ni leyes,
porque todos los llevaremos en nuestras entrañas;
un día en el que la justicia
florecerá en todos los campos y rincones
y podremos mirar en cualquier dirección;
un día en el que ya no habrá más pateras,
ni Lampedusas, ni campos de refugiados,
ni vallas, ni murallas, ni muertes anunciadas
en mares, desiertos y lugares lejanos a la patria;
un día en el que las fronteras desaparecerán
y los seres humanos podamos movernos en el mundo,
de acá para allá, como en nuestra propia casa.
Llegará un día
en el que podamos convivir,
movernos libremente,
dialogar,
respetarnos,
compartir,
criticarnos,
ayudarnos
enriquecernos,
cantar,
soñar,
trabajar.
elegir donde estar
y ser diferentes.
Llegará un día
en el que esta sociedad se sienta renacer
en todos los caminos, paredes y carteles,
en todas las revistas, periódicos, radios y televisiones;
en el que se rinda culto y se respete el amor,
porque eso significa que habrá echado raíces
en el corazón de cada uno de nosotros.
¡Pronto llegará ese día, Señor!
¡Ya hemos salido a verlo!
Florentino Ulibarri
Fe Adulta
Fe Adulta
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