Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria.
Todos somos peregrinos.
"sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré."
(Gén. 12, 1 ss)
"La esencia del fanatismo, escribe Amos Oz, reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar. En esa tendencia tan común de mejorar al vecino, de enmendar a la esposa, de hacer ingeniero al niño o de enderezar al hermano en vez de dejarles ser. El fanático es una criatura de lo más generosa. Quiere salvar tu alma, redimirte. Liberarte del pecado, del error, de fumar. Liberarte de tu fe o de tu carencia de fe. Quiere mejorar tus hábitos alimenticios, lograr que dejes de beber o de votar… Una de dos: o nos echa los brazos al cuello porque nos quiere de verdad o se nos lanza a la yugular si demostramos ser unos irredentos... De una forma u otra, el fanático está más interesado en el otro que en sí mismo por la sencillísima razón de que tiene un sí mismo bastante exiguo o ningún sí mismo en absoluto".
En esa necesidad de "seguridades absolutas", podemos detectar dos factores: uno sociocultural (evolutivo) y otro psicológico. Por lo que se refiere al primero, parece claro que, en el estadio mítico de consciencia, el etnocentrismo es un valor incuestionable: el propio grupo es visto como poseedor de la verdad y del bien, y no hay nada que justifique la crítica al grupo ni la toma de distancia con respecto a él. En ese nivel de consciencia, lo que prima es la "cohesión", derivada del asentimiento ciego a las normas grupales, que da como resultado la concepción del propio grupo como un "rebaño". ¡Y ya sabemos de los riesgos que corría quien se atrevía a salirse del rebaño...!
A una persona que está instalada en el nivel mítico de consciencia no se le puede pedir tolerancia para quien discrepa; su "nivel de consciencia" no se lo permite, ya que en ese nivel la discrepancia (como la libertad o la autonomía) no es reconocida como valor; ni siquiera puede verse como tal.
Desde el punto de vista psicológico, la cuestión de la intolerancia y el fanatismo se halla también vinculada con la seguridad. La seguridad –y, asociado a ella, el control- constituye una necesidad básica del ser humano. Mientras la persona no ha hecho experiencia de una seguridad firme que le sostiene, la buscará fuera de sí –proyectándola en un líder, un grupo o una institución-, o la situará en sus ideas, creencias o convicciones. Cuando eso se produce, el sujeto inseguro no podrá tolerar que tal líder, grupo o institución sean puestos en cuestión; así como tampoco podrá permitir que sus ideas, creencias o convicciones sean criticadas. Le va en ello su propia estabilidad.
La "salida" del fanatismo parece requerir una doble condición: por un lado, el paso del nivel de consciencia mítico a otro racional; y, por otro, experimentar una fuente de seguridad que se encuentra más allá de la mente (de sus ideas o creencias). Quien es capaz de "hacer pie" en sí mismo, relativiza también el carácter absoluto que había atribuido a las ideas y, a la vez, permite a los otros ser diferentes, sin que la diferencia sea vista como amenaza.
En la medida en que la persona pueda ir creciendo en esa sensación de confianza interna, que le hace ser autónoma, podrá abrirse a otra experiencia más honda: ya no buscará la seguridad en "objetos" (ideas, creencias...), sino en el Fondo mismo de lo Real, experimentado de un modo directo.
Juan Carlos Parodi era un joven facultativo cuando fue llamado de urgencia. Un cura jesuita se moría en su cama. Lo operó. Hoy es el papa Francisco. Corrían los años '80. Un joven sacerdote jesuita padecía un cúmulo de afecciones que hacían correr peligro a su vida. Desde los 29 años le faltaba un pulmón, que se "fue" tras una infección que no pasó ese límite. Eso le había impedido viajar a Japón como misionero de la Compañía de Jesús, su opción. Se tuvo que quedar en Buenos Aires.
Tenía 42 años cuando una gangrena y una peritonitis pusieron al límite su vida. Juan Carlos Parodi, un joven médico que fue llamado tras buscar quién pudiera atinar en el diagnóstico y tratarlo, aunque el paciente no tenía con qué pagarle, lo abordó en plena madrugada.
"Yo no lo sabía. Me había olvidado completamente de él, no sabía ni quien era", le contó Parodi a MDZ Radio en diálogo con Eduardo Ripari, Federico Croce y Roxana Badaloni en el programa "Cambio de aire".
"En el año 80 -contó Parodi- yo era un médico general, joven, con mucha práctica en urgencias. Su médico lo tenía internado. Era un hombre que no tenía ningún recurso, ninguna cobertura y como hay médicos buenos y malos, unos que son como sacerdotes y otros que no se mueven sin remuneración. El padre Bergoglio estaba postrado con una gangrena y una peritonitis que era mortal. La noche en que yo lo vi, según él me lo recordó cuando me invitó al Vaticano, me dijo 'usted me salvó la vida'".
En su relato sobre el encuentro con el Papa, el conocido médico cardiólogo relató: "Yo le pregunté de qué hablaba, pero me mostró la historia clínica: 'Tenía una gangrena de la vesícula y usted me operó durante cuatro horas en la madrugada y quedé sin secuelas'. Bergoglio tenía 40 o 42 años. Era una enfermedad rara, altamente mortal. Tuve la suerte de que pude llegar a tiempo. Él cuando me vio entrar me dijo: 'Vos sabés que yo recuerdo tu cara tal cual como aquella noche, porque yo sentía que me moría. Entró un médico con cara de loco -me dijo- porque venía de operar todo el día". Me regaló un libro con la vida de San Ignacio".
Fue cuando Bergoglio, ahora pontífice en Roma, "me manifestó su afecto y me dijo: 'Somos parecidos en muchas cosas porque estoy seguro de que lo que hiciste fue sin ningún interés y sin esperar ninguna recompensa de ninguna índole'", concluyó su anécdota.
"Que el núcleo duro sea más fuerte de lo que parece"
"Que se cierre el debate sobre los grandes temas que hacen sufrir a muchos cristianos"
(Juan Rubio).- Tengo mis dudas sobre el próximo Sínodo de la Familia, segunda parte. Después habrá que esperar la Exhortación del Papa, que puede, si lo dejan y no lo intoxican, decir lo que considere.
Tengo un sabor de un algo extraño, un no se que que se queda balbuciendo sobre varios asuntos que se trataran en la asamblea sinodal, en la que no se puede olvidar que es SINODO DE OBISPOS. Los demás tiene voz, pero no voto. Por ahí debiera haber empezado el Papa, un hombre de convicción y con ideas claras de UNA IGLESIA EN CAMINO Y SEMPER REFORMANDA. Pero abrir puertas para que entre el aire y que solo las mitras pueda votar, ya es empezar mal. Los religiosos que no son presbíteros, como los Hermanos de la Salle o los Hermanos Maristas, van, ven, hablan y si les preguntan y no pueden votar, como tampoco los asesores, mujeres muchas de ellas.
Antes de exponer mis CINCO TEMORES, os resumo la anécdota que un día me contara el hoy Cardenal Estepa, en el Sínodo de la Catequesis , ultimo convocado por Pablo VI y en el que el fue Secretario en 1977 y al que asistieron Luciani, Ratzinger y Wojtyla como cardenales. Al acabar cada sesión, el arzobispo de Cracovia, iba a la mesa y dejaba por escrito sus intervenciones, propuestas y reflexiones.. Lo hacia de forma tozuda en la ultima semana. El secretario Estepa le decía que ya las tenia, que cada día llevaba las mismas. Wojtyla le decía con voz grave que no se fiaba que las aportaciones suyas llegaran al Papa, temiendo que se perdieran por el camino. Ya siendo Papa, tras el breve pontificado de Luciani, comenzó a preparar su Exhortación Apostólica sinodal. Llamo a monseñor Estepa y, socarronamente, le dijo que llevaba razón, que estaba en la mesa del papa, que no se habían perdido. Escribo la Cathequsiis Tradendae y de lo que los padres sinodales dijeron solo recogido un veinte por ciento. Todo lo demás eran esos papeles que el tema se perdieran.
Pues Francisco, tras un sínodo en dos sesiones, tras consultar al Pueblo de Dios, aun a sabiendas que en muchos lugares seria el obispo y sus vicarios quienes resolverían la encuesta, podría dar el valonado como Juan Pablo II hizo con las conclusiones del Sínodo de la catequesis.
Mis cinco temores Que el núcleo duro de padres sinodales que se ha venido configurando en este año, sea mas fuerte de lo que se cree. Los Nuevos Movimiento, como el Opus Dei o el Camino Neocatecumenal forman parte de ese núcleo duro, pero en el anonimato, con esa suave forma de meterse en la cabeza de prelados que sigue la consigna de Groucho Max. Estos son mis principios, pero si hay que cambiarlos, se cambian.
Que desde la Secretaria General se vaya haciendo una labor de limpieza y de hermenéutica haciendo que lo blanco sea negro y que donde dice digo, diga Diego. Habra que estar atentos al equipo de Secretaria, aunque lo que hora va a llegar no tiene la frescura de lo que llego al primero, pues, en este año se han formado coaliciones y alineamientos , mas dedicados a frenar que a proponer
Que , por muchos asesores , miembros de grupos familiares, parejas de matrimonios bien casados y teólogos de cuño ortodoxo, el laico y el asesor no tiene voto y su presencia en el aula Pablo VI será la de ASESORAR, pero después, callar y mutis por el foro
Que se cierre el debate sobre los grandes temas que hacen sufrir a muchos cristianos , como son la incorporación plena a la Iglesia de matrimonios divorciados y vueltos a casar, el gesto y la palabra oportuna a parejas del mismo sexo, la humillación de muchas mujeres y hombres,que acuden a los directores espirituales para limpiarse la herida del maltrato psicológico, solo reciban por respuesta que hay que ser sumisas y que practiquen la resignación, esa señora que tanto daño ha hecho a muchos cristianos normales, de los que el fundador del Opus Dei, ahora santo, decía que el matrimonio es para gente de tropa. Creo que ya han quitado ese texto de su libro Camino
Y que todo sea un cambiar todo para que todo continue igual. Es la prueba del algodón para Francisco, en quien tantas esperanzas han puesto los cristianos de los márgenes, que son muchos mas de los que se cree y que, el lenguaje del Sinodo y su mensaje sea distinto al que el Papa en sus viajes viene dando.
Así las cosas, habría que tener de fondo La Misericordia Entrañable, que el papa quiere que durante un año sea el lema y consigna para la renovación eclesial
En el desfile celebrado en Filadelfia el pasado sábado
Francisco está acostumbrado a besar en la cabeza a los más pequeños en señal de bendición. Pero esta vez, cuando hizo parada en Filadelfia en el marco de su viaje por Estados Unidos, el Pontífice se sorprendió al encontrarse cara a cara con un bebé vestido exactamente igual que él. El Santo Padre no pudo contener la risa.
Dana Madden se trasladó junto a su pequeña Quinn y su esposo Daniel al desfile del Papa Francisco que, subido en su papamóvil, se fue abriendo camino a lo largo de la Avenida Benjamin Franklin.
En un intento por hacer que su bebé destacara entre los miles que se reunieron para ver de cerca al Santo Padre, la señora Madden decidió vestir a Quinn con una túnica blanca y una pequeña réplica de la mitra del Papa. Y su plan dio resultado. Entre la multitud, Francisco pudo reconocer a un bebé con el traje papal completo.
La señora Madden grabó en vídeo el momento en que el Pontífice señalaba a Quinn y sonreía al reconocer su atuendo. En el vídeo, publicado en la red social Facebook y difundido por el diario «Daily Mail», se puede ver cómo el Papa susurra a uno de sus guardias de seguridad que le acerque al bebé. Entonces, el Santo Padre se inclina hacia la pequeña Quinn, la bendice y besa en la mejilla.
Junto a las imágenes colgadas en la red social, la señora Madden ha declarado: «No puedo creer que Quinn se reuniera con el Papa. Verdaderamente ha sido una experiencia increíble. ¡Te queremos Francisco!» Más tarde, ha añadido: «Hemos sido capaces de hacerlo reír. Qué experiencia tan fantástica». Sin embargo, no es la primera vez que Francisco se encuentra con un niño disfrazado de "papita" por sus padres.
Durante su gira por Estados Unidos, Francisco ha dejado en varias ocasiones que los niños se le acercaran. Sin ir más lejos, a principios de la semana pasada protagonizó un momento muy emotivo junto a una menor inmigrante, Sophie Cruz, quien pidió al Pontífice que intercediese por este colectivo.
Asimismo, en Filadelfia tuvo unas palabras con un chico discapacitado de 10 años de edad, Michael Keating, quien sufre de parálisis cerebral. El pequeño fue otro de esos afortunados que recibió un beso y la bendición de Francisco.
Ye es que, como suele ocurrir siempre que viaja, la visita del papa Francisco a EEUU ha dejado numerosos episodios divertidos y entrañables. Uno de ellos se produjo durante su parlamento en el Independence Hall de Filadelfia: el Papa Francisco hubo de aguantar estoico al viento, que le movía constantemente la muceta, la prenda que el pontífice se coloca sobre los hombros.
Una de esas sacudidas fue captado por el fotógrafo de la agencia France PressVincenzo Pinto. En la imagen se ve a la muceta levantada por el aire y formando casi una aureola perfecta. La instantánea rápidamente comenzó a circular por internet dando lugar a divertidos fotomontajes.
En muchos de los tweets se señalaba que el Papa estaba en posición de ataque como mucho reptiles que abren sus aureolas como amenaza.
Años atrás Juan Bautista Libanio, célebre teólogo brasileño, ya muerto, diagnosticó un cisma blanco en la Iglesia. Dentro de muy poco también puede hacer un cisma rojo.
Libanio tuvo razón: el distanciamiento entre los católicos y la institución eclesiástica es enorme y creciente. ¿Quién tiene la culpa del foso que se ha creado? Es difícil atribuir responsabilidades. La cultura ha cambiado una enormidad. En quinientos años ha dejado de ser teocéntrica para convertirse en antropocéntrica. A la gente de nuestra época le interesa más esta vida que la eterna. Con este divorcio entre la fe y la cultura se ha desplomado también la cristiandad: se acabó la alianza entre el poder político y el poder eclesiástico. El poder eclesiástico ha perdido la posibilidad que le facilitaba el poder político de reunir a sus fieles bajo un mismo ordenamiento civil y moral. Todo lo cual ha desembocado en una significativa liberación de los fieles respecto de la enseñanza oficial. Hoy, de hecho, las mayorías católicas no se sienten interpretadas por la jerarquía eclesiástica, al menos en las regiones tradicionalmente cristianas. Muchos se van. Otros se quedan pero emocionalmente descolgados. Hay cisma blanco: los que se quedan prescinden de la institucionalidad eclesial, salvo cuando les conviene.
Ahora último la discordia ha eclosionado en el ámbito más sensible. El Sínodo sobre la familia a realizarse entre el 4 y 25 de octubre, comienza a agitar las aguas. En ningún terreno la distancia entre la enseñanza del Magisterio y la opinión de los católicos es mayor que en el de la moral sexual y familiar. Desde el Sínodo celebrado en 2014 hasta ahora, se ha levantado una discusión eclesial de extraordinaria importancia. No es fácil para una institución de dos mil años avanzar unida manteniendo una doctrina común para culturas de cinco continentes, y que por otra parte deje conformes a conservadores y progresistas. El Papa Francisco con un arrojo impresionante lanzó a los católicos treinta y ocho preguntas sobre todos los asuntos atingentes, incluidos los “intocables”. Entre las respuestas, la principal de todas confirma que la distancia señalada es real. El Cardenal Kasper, mano derecha del Papa en esta materia, ha hablado recientemente de “cisma práctico”.
Los temas en los que la disparidad entre la doctrina y el parecer mayoritario de los católicos son: la enseñanza de la encíclica Humanae Vitae (1968) contraria a los métodos artificiales de control de natalidad; las relaciones sexuales fuera del matrimonio; la homosexualidad; y dar o no dar la comunión en misa a los divorciados vueltos a casar. Este último asunto concentra la discordia porque compromete la doctrina. Unos dicen que esta no puede cambiar porque el mandato de la indisolubilidad del matrimonio remonta a Jesús mismo. Como ha indicado el cardenal Medina, las personas que conviven en un segundo matrimonio lo hacen en adulterio y, en consecuencia, no pueden comulgar. Otros piensan que esta exclusión es despiadada. Creen, en cambio, que la tradición de la Iglesia debiera admitir innovaciones doctrinales. El Evangelio sería el fin, las formulaciones doctrinales meros medios. Si la Iglesia ha innovado en su enseñanza muchas veces en su historia, no se ve por qué no pueda hacerlo en este campo.
La batalla se libra al más alto nivel. Se sabe que el Papa Francisco quiere un cambio. Pero el cardenal Müller, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, está decididamente en contra. ¿Podría un ministro de educación, por ejemplo, diferir en un asunto fundamental con el presidente de la república? Se sabe además que la Conferencia episcopal alemana ha dado sólidos argumentos teológicos para hacer un cambio. Pero también que la Conferencia episcopal polaca se ha declarado muy contraria a cualquier modificación. Del resto de los episcopados no se tiene noticia. Ha llamado la atención, sí, que la Conferencia episcopal argentina no envió su respuesta al último de los cuestionarios enviados por el Vaticano. ¿Temor a una división o imposibilidad de ponerse de acuerdo?
Una vez que el próximo Sínodo entregue sus conclusiones, el Papa Francisco tendrá que resolver. Probablemente promulgue luego un documento en el cual tome una decisión sobre estos asuntos. La decisión será soberana suya. ¿Representará esta la sabiduría creyente del Pueblo de Dios, el llamado sensus fidelium?
En la Iglesia en todas las materias se trata de discernir la voluntad de Dios. Esta puede no coincidir con la opinión de las mayorías. Pero no por esto se puede desestimar la experiencia de vida de la mayor parte de los cristianos. Cabe recordar que Pablo VI en Humanae Vitae no hizo caso a la opinión mayoritaria de la comisión que él constituyó, opinión partidaria de entregar a los esposos de la decisión sobre qué métodos usar para ejercer la paternidad responsable. La encíclica, empero, no ha sido recibida por los católicos. Ha sido rechazada casi por completo.
El cisma blanco es una realidad independientemente de la moral sexual y familiar de la Iglesia. Pero si en estas materias no hay progreso, la desidentificación con la institución eclesiástica se agudizará. La Iglesia corre el riesgo de no transmitir el Evangelio a las generaciones jóvenes para las cuales la actual enseñanza es aberrante. Tan grave como lo anterior podrá ser un cisma rojo: que agrupaciones católicas o iglesias particulares rechacen innovaciones doctrinales, se alcen en rebeldía y abandonen la catolicidad.
No se sabe qué ocurrirá. Es doloroso para nosotros los católicos que esté en cuestión la unidad de la Iglesia. La superación de los diferendos y aporías siempre debiera ser posible en una Iglesia que quiere ser “católica” (universal) y no una “secta” (de pocos pero “buenos”). Ideal sería que no hubiera cisma ni blanco ni rojo.
Francisco reclama "una teología de la mujer" al mismo tiempo que niega que pueda acceder al sacerdocio: Ese asunto “lo dejó zanjado Juan Pablo II”
El cristianismo romano ha elaborado sus doctrinas y estrategias desde la perspectiva masculina, sobre todo en materia de poder y de moral sexual. Francisco reclama ahora que “hay que llevar adelante una teología de la mujer”. ¿Qué quiere decir? Hay incontables teólogas con gran prestigio y mucha presencia en el mundo académico y editorial. ¿Acaso no hacen teología de mujer? Siempre están bajo sospecha. Muchos jerarcas les acusan de hacer teología feminista, es decir, de centrar sus empeños en argumentar que la mujer merece un trato en igualdad con los hombres, también dentro del santuario. “El feminismo no es más que un paso en el proceso de deconstrucción de la persona”, acaba de opinar el obispo que se ha ocupado de los asuntos de la familia en la Conferencia Episcopal Española, Reig Plá. Peor aún: es el mismo Papa quien debe aclarar qué quiso decir cuando afirmó que el feminismo es “una filosofía que corre el riesgo de convertirse en machismo de falda”.
Sobre la posibilidad de permitir por fin que las mujeres accedan al sacerdocio, el culmen de una teología femenina, Francisco ha respondido una vez más que no, que ese asunto “lo dejó zanjado Juan Pablo II”. Lo ha declarado a los periodistas en el avión de regreso a Roma desde EE UU. Como si quisiera suavizar una afrenta, el Papa matizó la negativa afirmando que a lo que sí está “dispuesto” es a llevar adelante una teología que dé más protagonismo a la mujer.
Según las estadísticas que Francisco ha conocido estos días, el 63% de los católicos estadounidenses son favorables a la ordenación de mujeres. También ha escuchado por boca de una monja que algún día un Papa tendrá que pedir perdón a la humanidad por el trato que el Vaticano ha dado a las mujeres. Francisco escuchó en silencio y se ha escrito que sonrió. En el avión, alabó a las monjas de Estados Unidos. “Son fantásticas, y el pueblo estadounidenses las quiere mucho, no sé si a los curas también”, proclamó. Algunas de esas monjas fueron investigadas durante el pontificado de Benedicto XVI por supuesta herejía, hasta que este Papa ordenó que se les dejara de molestar.
En el siglo XIX, la Iglesia romana perdió a los obreros, en el XX a los intelectuales y a los jóvenes, en este siglo XXI lleva camino de perder a las mujeres, que son con creces la mitad más activa de esa confesión. “Los jóvenes se han ido de la Iglesia sin dar portazo y no nos hemos enterado”, reconocía semanas atrás el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge. Con las mujeres puede pasar lo mismo: se van yendo sin que los obispos se enteren.
Lo peor, en opinión de importantes pensadoras cristianas, es la actitud de la teología que llaman machista. Lean este párrafo papal: “La puerta de la ordenación de mujeres está cerrada. Pero quiero decirles algo: la Virgen María era más importante que los apóstoles y que los obispos y que los diáconos y los sacerdotes. La mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y que los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicitar mejor. Creo que falta una explicación teológica sobre esto”.
Palabras bonitas. Las mujeres teólogas no piden que el Papa o los obispos hablen de las mujeres o den poder a las mujeres. Esperan que hablen con las mujeres y tomen en cuenta sus opiniones y decisiones. Un ejemplo, que contradice a Francisco en toda regla: Es cierto, como dice, que Juan Pablo II, el muy conservador papa polaco, cerró la puerta al sacerdocio femenino, pero no lo es que esa puerta no pueda abrirse por otro Papa.
Francisco escribió en la Evangelii Gaudium que “el sacerdocio reservado para los hombres (...) es un tema que no se pone en discusión”. No es verdad. Es quizás el tema que más se discute, además del celibato opcional de los sacerdotes. Nunca se ha cerrado “ese tema”. Cada día se abre en canal ante decenas de miles de parroquias que no tienen pastor por falta de vocaciones. Es verdad que lo quiso hacer Juan Pablo II, poco dado a sutilezas teologales, pero se le opuso con contundencia quien entonces era el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Raztinger, más tarde Benedicto XVI. Proclamar como dogma que no cabe el sacerdocio femenino es una barbaridad; los papas pueden cerrar ese camino cuanto quieran, pero nunca podrán decir a todo el orbe católico que es doctrina de la Iglesia desde su fundación, resumió Ratzinger a su superior y amigo. No fue un ruego, sino una orden de quien era entonces el exigente y no manipulable policía de la fe católica, además de gran teólogo. Sin duda, dejó escrito undossier sobre la materia. Es raro que el Vaticano no lo tome en cuenta. El sacerdocio de las mujeres es, ciertamente, un “caso cerrado”, pero en la dirección opuesta a la que supone el actual Pontífice.
El País
El feminismo del papa Francisco
El Papa Francisco habla con frecuencia del lugar "importante” que las mujeres deben ocupar en la vida eclesial. Pero, ¿Hasta qué punto está dispuesto a avanzar? El reportaje presentado a continuación es de Benedicte Lutaud y ha sido publicado en el sitio "Le Monde des Religions”. Traducción de Moisés Sbardelotto.
"Las mujeres deben ser mejor considerados en la Iglesia. "Su emancipación" debe "expresarse". Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco multiplica los discursos en favor de las mujeres. Pero, por esas palabras, ¿podemos pensar que es feminista? Aunque la ordenación de mujeres no es parte de sus objetivos, parece decidido a darles mayor visibilidad. La reforma de la Curia (gobierno central de la Iglesia), el principal espacio de construcción de cambios en su pontificado, le podría ofrecer la oportunidad de nombrar figuras femeninas para dirigir los dicasterios (ministerios o departamentos). Pero debe tener en cuenta la fuerte resistencia que él está encontrado en esas estructuras.
Apenas unos días después de su elección, el Jueves Santo [2013], el Papa lavó los pies a dos mujeres en una prisión romana. Era la primera vez que eso sucedía. Una semana más tarde, en un discurso, afirmó que las mujeres tienen "un papel especial [en] abrir las puertas al Señor”. En noviembre de 2013, en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el Papa fue más directo: invitó a reflexionar "sobre el posible papel de la mujer ahí donde se toman las decisiones importantes". En diciembre de 2014, que ellas sean "más reconocidas en sus derechos", en la "vida social y profesional.
"Como cerezas en un pastel"
Pero Francisco no se queda solo en palabras. En marzo de 2014, designó a una mujer a la presidencia de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, la famosa socióloga Margaret Archer. En julio, eligió, a una mujer para dirigir una universidad pontificia, la religiosa María Melone. Es la primera vez que esto sucede. La Pontificia Comisión para la Protección de Menores ya cumple con la paridad estricta. En septiembre, el obispo de Roma nombró a cinco mujeres a integrar la prestigiosa Comisión Teológica Internacional. Tres meses después, dijo: "Las mujeres son como la cereza en un pastel” "Se necesitan más!". En el Vaticano, se rumora que él podría dar un paso más: elegir a una religiosa para dirigir el dicasterio encargado de la pastoral de los emigrantes. El cardenal Maradiaga, coordinador del Consejo de Cardenales, que ayuda al Papa en la reforma de la Curia, ha comentado sobre la posibilidad de poner un matrimonio al frente del Pontificio Consejo para los Laicos. La presencia de una mujer dirigiendo la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, tampoco parece imposible, según, especialista en el status de las mujeres en la Iglesia, en el L’Ossevatore Romano.
Continuidad en los contenidos, ruptura en el estilo
Hasta ahora, las mujeres nunca superaron el nivel "número 3" en la Curia. Con Benedicto XVI, en 2010, fue nombrada la primera mujer laica, Flaminia Giovanelli, como sub-secretaria de un gran dicasterio: El Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz. Un año más tarde, la religiosa Nicla Spezzati se convirtió también en la número 3 en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada.
En los contenidos, el Papa Francisco se inscribe en las huellas de sus predecesores,Juan Pablo II y Benedicto XVI. Incluso este último, había sugerido la creación de un cuaderno de la mujer en L'Osservatore Romano. Pero es el tono de los discursos que Bergoglio se distingue, denunciando con "nuevo valor la de condición de subalterna de la mujer en la Iglesia", dijo Lucetta Scaraffia. Él "es más audaz en su forma de expresarse, y de decidir", añade Romilda Ferrauto, editora en jefe de la sección francesa de Radio Vaticano. "Su trayectoria personal hace la diferencia". Y hay una razón: en "La vida oculta de Jorge Bergoglio", Armando Rubén Puente cuenta como el cardenal Jorge Mario Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, salvó prostitutas de la violencia de calle y de sus proxenetas.
Pero esta actitud no es aceptada por todos. Varios cardenales de la Curia ya no ocultan su exasperación. Si Francisco decidiese nombrar mujeres para que dirijan los dicasterios, eso "significa que ellas asumirían una posición al más alto nivel de una carrera. Habría enormes resistencias", dice Lucetta Scaraffia. "No sé si el Papa podría enfrentarlas". "No va a ser sencillo. Al igual que el resto de la reforma de la Curia", admite Romilda Ferrauto.
Nada de ordenaciones sacerdotales
El discurso sin precedentes del Papa, sin embargo, tiene ciertos límites. Sobre la ordenación de mujeres, él es categórico: "el sacerdocio (es) reservado para los hombres (...) es un tema que no se pone en discusión”, escribe en la Evangelii Gaudium. Francisco confirma la posición de la Iglesia cuando confiere calidades específicas a la mujer: "es aquella que carga, es la madre de la comunidad”. ¿El feminismo? "Una filosofía que corre el riesgo de convertirse en machismo de falda”. Ha dicho muy claramente.
"El Vaticano mantiene la idea de que los hombres y las mujeres tienen roles diferentes y complementares”, confirma Lucetta Scaraffia. "El problema es que se considera que el papel de los hombres sea superior, [pero esto es un supuesto], no es así. Las mujeres no necesitan [ejercer] un papel sacerdotal”. Kate McElwee directora de la organización estadounidense Women's Ordination Conference, en Roma, está en favor de la ordenación de mujeres. "La posición de la Iglesia”, dice, es "sexista”. Decir que las mujeres son más espirituales, maternales, permite justificar el hecho de que la autoridad sea dada a los hombres.
Valorar a las mujeres comprometidas
Kate McElwee participó, entre los días 04 y 07 de febrero, de un congreso sobre las mujeres, organizado por el Pontificio Consejo para la Cultura. En el folleto de presentación, laordenación femenina no está en la pauta: "Según las estadísticas, el tema suscita un débil interés”. "¡Me gustaría ver estas estadísticas!”, ironiza, puesto que 63% de los católicosestadounidenses serían favorables a la ordenación de mujeres. En Francia, según una encuesta publicada en los diarios Le Monde y La Croix, en 2009, la mayoría de los practicantes regulares 63%, también eran favorables. Sin embargo, Romilda Ferrauto admite que este encuentro permitió poner en primer plano el papel de las religiosas en el terreno, especialmente la Hermana Eugenia Bonetti, símbolo de la lucha contra el tráfico europeo de inmigrantes africanas forzadas a la prostitución.
"Las hermanas son las únicas que pueden acercarse fácilmente a las prostitutas”, dice la responsable por la Radio Vaticano. "Hoy en día, las religiosas constituyen dos tercios de la comunidad y no tienen voz”, lamenta Lucetta Scaraffia. Anne Marie Pelletier, profesora del Collège des Bernardins y ganadora del Premio Ratzinger 2014, participó del Congreso del Pontificio Consejo para la Cultura. Ella constata: "hoy, un cierto número de mujeres se aleja de la institución eclesial por considerarla poco reconocedora del enorme trabajo desarrollado por las mujeres”.
Mujeres en el seminario y más teólogas
Lucetta Scaraffia también milita para que se admita un mayor número de mujeres para enseñar en los seminarios: "Los futuros sacerdotes se acostumbrarían a ver mujeres en posiciones superiores. Por ahora, ¡ellos sólo ven empleadas que lavan los platos! Además,es en el ámbito intelectual que el Papa Francisco parece más dispuesto a designar a las mujeres. Es necesario "sacar lo mejor provecho de su contribución específica a la inteligencia de la fe”, él dijo, en diciembre, a la Comisión Teológica Internacional.
Por lo tanto, es necesario "repensar toda la tradición cristiana teniendo en cuenta a las mujeres presentes en el Evangelio: Marta, María, la Samaritana y María Magdalena”, indica Lucetta Scaraffia. "Los padres de la Iglesia hablaban de la femineidad de Dios interpretada por el Espíritu Santo”."Este tipo de evolución un poco telúrica solo puede ser hecha con un mínimo de paciencia y confianza. Pero el movimiento comenzó”, manifiesta con alegría Anne Marie Pelletier. Instituto Humanitas Unisinos, Brasil.
El papa Francisco recibirá en el Vaticano a los 33 mineros chilenos que sobrevivieronsepultados durante 70 días a 700 metros de profundidad en 2010, en el marco del estreno mundial de la película "Los 33", que retrata el trágico accidente.
"Como mineros nos llena de orgullo viajar a Roma para estar con el Santo Padre, porque somos el testimonio vivo de un milagro", dijo hoy el minero y uno de los voceros de "Los 33", Omar Reygadas.
Reygadas agregó que el viaje será una oportunidad para "dar gracias a aquellas personas que lucharon por nosotros cuando estábamos atrapados y hacer una oración por Chile, que sufre por tantas catástrofes".
Luego de cinco años del derrumbe de la mina San José, ubicada a pocos kilómetros de la ciudad chilena Copiapó, en la desértica región de Atacama, el grupo de mineros irá al Vaticano junto a sus esposas, en un viaje financiado por la producción estadounidense del filme "Los 33".
"Los mineros serán recibidos en el Vaticano y es probable que el papa vea la película "Los 33" con ellos", señaló el gerente y abogado del proyecto, Remberto Valdés.
Por su parte, el minero Mario Sepúlveda expresó su profundo agradecimiento y sus ansias de retribuir todas las oportunidades que sus compañeros y él han recibido.
"Nos va a faltar vida para agradecer a todos quienes han hecho cosas por nosotros, después de cinco años del accidente, lo único que queremos es retribuir un poco a la sociedad".
"Súper Mario", apodo con el que se conoce al carismático minero, agregó que lo que más apasiona a sus compañeros es conocer al papa Francisco y pedirle una oración para el pueblo de Chile.
La película está protagonizada por la actriz francesa Juliette Binoche y el español Antonio Banderas, quien interpreta a Mario Sepúlveda.
El Papa niega haber implantado un “divorcio católico” y cierra la puerta al sacerdocio femenino
“Me gustaría mucho ir a China. Tenemos contactos, hablamos”, asegura en el vuelo de regreso
Los muros para detener a los migrantes antes o después caerán, caerán todos, y no son la solución, porque solo hacen que aumente el odio. Lo dijo Papa Francisco en laconversación con los periodistas durante el vuelo de American Airlines que lo llevó de Filadelfia a Roma. Bergoglio habló sobre los abusos de menores cometidos por religiosos y dijo comprender que las familias no perdonen; habló de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y de su reciente reforma sobre las nulidades matrimoniales, explicando que no se trata de un «divorcio católico». También cerró la puerta al sacerdocio femenino, e insistió en que le gustaría visitar pronto China, un pueblo al que "amo mucho". Lo cuenta Andrés Beltramo en Vatican Insider.
Fue su primera visita a Estados Unidos: ¿Qué le sorprendió de y qué fue diferente?
«Sí, fue la primera visita, nunca estuve aquí. Me han sorprendido las miradas, el calor de la gente, tan amable, una cosa bella y también diferente. En Washington (tuve) un recibimiento caluroso pero un poco más formal, en Nueva York un poco extralimitado, y en Filadelfia, muy expresivo. Tres modalidades diversas, pero la misma acogida. Me ha impresionado mucho el recibimiento en las ceremonias religiosas y también por la piedad, la religiosidad. Se veía a la gente rezar y esto me impresionó mucho,mucho, era bello.»
¿Hubo alguna provocación, algún hecho indeseable?
«No gracias a Dios no. Todo fue bien, no hubo ninguna provocación, todos educados. Ningún insulto, no, ninguna cosa fea. No, no. Tenemos que continuar trabajando con este pueblo creyente y como han trabajado hasta ahora, acompañando al pueblo en el crecimiento de sus cosas buenas y en sus dificultades, acompañándoles en la alegría, en los momentos malos, en las dificultades, cuando no hay trabajo, está la enfermedad. El desafío de la Iglesia, ahora comprendo bien, es el de ser como ha sido siempre, próxima a la gente, próxima al pueblo de los Estados Unidos, con proximidad. No una Iglesia separara del pueblo, sino próxima. Este es un desafío que la Iglesia de los Estados Unidos ha entendido bien, lo ha entendido."
¿? «En Washington hablé a todos los obispos de los Estados Unidos, estaban de todas partes. Sentí la necesidad de expresar la compasión porque me pasó una cosa feísima. Y tantos sufrieron que no sabían esto o cuando surgió la cosa sufrieron tanto, hombres de iglesia, de oración, verdaderos pastores, y yo dije que sabía que ellos, usé una palabra de la Biblia, del Apocalipsis: vosotros estáis viniendo de la gran tribulación y eso es lo que sucedió, fue una gran tribulación, pero no solo el sufrimiento afectivo, es lo que he dicho hoy al grupo de las personas abusadas, fue no digo una apostasía, pero casi un sacrilegio. Cuando los abusos, lo sabemos, están por todas partes, están en el entorno familiar, en el entorno vecinal, en las escuelas, en los gimnasios... pero cuando un sacerdote comete un abuso es gravísimo porque la vocación del sacerdote es hacer crecer ese niño, esa niña, hacia el amor de Dios, hacia la madurez afectiva, o el bien. En vez de hacer eso lo ha impulsado al mal y por esto es casi un sacrilegio. Y él ha traicionado la vocación, la llamada del señor, por esto la Iglesia en este momento también no se debe encubrir.También son culpables aquellos que tapado estas cosas, también hay algunos obispos que han tapado esto. Es una cosa feísima y las palabras de consuelo no son decir: estate tranquilo, no es nada. No, no, no. Ha sido así, pero ha sido tan feo. Me imagino que habéis llorado tanto que en ese sentido han sido esas palabras. Y hoy he hablado duro.»
Usted ha hablado mucho del perdón, que Dios nos perdona y los que a menudo estamos pidiendo perdón somos nosotros. Hay muchos sacerdotes que han metido abusos sexuales en perjuicio de menores y no han pedido perdón a sus víctimas. ¿Usted los perdona? Y por otra parte, ¿usted entiende a las familias que no logran perdonar no quieren perdonar?
«Si una persona ha hecho mal, es consciente de lo que ha hecho y no pide perdón, yo le pido a Dios que lo tenga en cuenta. Yo lo perdono, pero él no recibe el perdón. Está cerrado al perdón. Una cosa es dar el perdón. Todos estamos obligados a perdonar porque todos fuimos perdonados, pero otra cosa es recibir el perdón y si ese sacerdote está cerrado al perdón no lo recibe porque él cerró la puerta con la llave desde adentro y lo que queda es rezar para que el Señor le abra esa puerta. O sea, para dar el perdón hay que estar dispuesto, pero no todos lo pueden recibir, lo saben recibir o no están dispuestos a recibirlo. Es duro lo que estoy diciendo y así se explica que haya gente que termine su vida dura, mal, sin recibir la caricia de Dios. ¿La segunda pregunta cuál era?»
¿Usted entiende a las víctimas y sus familias que no han logrado perdonar o no quieren perdonar?
«Sí, los comprendo, rezo por ellos y no los juzgo. Una vez en una de estas reuniones me encontré con varias personas y una mujer me dijo cuando mi madre se enteró que me habían abusado blasfemó contra Dios, perdió la fe y murió atea. Yo la comprendo a esa mujer. La comprendo. Y Dios, que es más bueno que yo, la comprende. Y estoy seguro que a esa mujer Dios la ha recibido porque lo que fue manoseado, lo que fue destrozado era su propia carne, la carne de su hija. Yo la comprendo. No juzga a alguien que no puede perdonar. Rezo y le pido a Dios porque Dios es un campeón en buscar caminos de solución. Pido que lo arregle.»
Padre, sobre todo gracias por este momento. Todos lo hemos sentido hablar tanto del proceso de paz en Colombia, entre las FARC y el gobierno. Ahora hay un acuerdo histórico. ¿Usted se siente un poco parte de este acuerdo? Usted había dicho que iba a ir a Colombia cuando hubiese el acuerdo, ahora muchos colombianos lo están esperando. Y otra pequeñita, usted ¿qué piensa cuándo pasó este viaje tan largo y el avión se va?
«La primera. Cuando tuve la noticia de que en marzo se va a firmar el acuerdo le dije al señor: "Señor hace que lleguemos a marzo, que se llegue con esta bella intención porque faltan pequeñas cosas pero la voluntad existe, de ambas partes, de ambas partes. Existe. También en el pequeño grupo, por lo tanto están de acuerdo. Tenemos que llegar a marzo al acuerdo definitivo. Queda el punto de la justicia internacional. Yo me quedé contentísimo y me sentí parte en el sentido que yo siempre quise esto. Hablé tres veces con el presidente Santos sobre este problema, y la Santa Sede está muy abierta a ayudar como pueda. Lo otro, esto es un poco personal pero debe ser sincero. Cuando el avión parte después de una visita mi vienen las miradas de tanta gente, me vienen las ganas de rezar por ellos, decirle al señor: "Yo vine aquí para hacer algo, para hacer el bien. Tal vez hice mal, perdóname pero custodia toda esa gente que me ha visto, que ha pensado las cosas que yo he dicho, me ha escuchado, incluso los que me criticaron y por todos siento esto. No se, me viene. Me perdone, es un poco personal. Esto no se puede decir en los periódicos.»
Santo Padre, quería hacer una pregunta sobre las relaciones de la Santa Sede con China y sobre la situación en este país, que es bastante difícil también para la Iglesia católica. ¿Qué piensa de esto?
«La China es una gran nación que aporta al mundo una gran cultura y tantas cosas buenas. Yo dije una vez, en el avión cuando estábamos sobrevolando, volviendo de Corea que me gustaría mucho ir a China. Yo amo al pueblo chino, lo quiero mucho. Yo deseo que existan las posibilidades de tener buenas relaciones, buenas relaciones. Tenemos contactos, hablamos e ir adelante. Para mi tener un país amigo como China, que tiene tanta cultura y tanta posibilidad de hacer bien, sería una alegría.»
Quería preguntarle sobre la crisis migratoria. Muchos países están construyendo las nuevas barreras de alambre de espino. ¿Qué piensa sobre esto?
«Usted ha usado una palabra: crisis. Se convierte en un estado de crisis después de un proceso largo. Esto es el resultado de un proceso de años, porque las guerras de las que aquella gente huye son guerras de años. El hambre es hambre de años. Cuando yo pienso en África, esto es un poco simple, eh, pero lo digo como ejemplo. Pienso en África, el continente explotado y ahora vienen las guerras rivales, pero tienen detrás intereses económicos. Y yo pienso que antes de explotar un continente, un país, una guerra, se podría hacer inversiones para que aquella gente tengan trabajo evitaría esta crisis. Es verdad, es una crisis de refugiados, como he dicho al Congreso, nunca vista desde la Segunda Guerra Mundial. Y usted me pregunta sobre las barreras. Usted sabe cómo terminan los muros. Todos todos los muros caen, hoy, mañana, o dentro de cien años, pero todos caen. No es una solución. El muro no es una solución. En este momento Europa está en dificultades es verdad. Debemos ser inteligentes porque viene toda aquella ola migratoria y no es fácil encontrar soluciones. Pero con el diálogo entre países deben encontrarlo. Los muros nunca son la solución. En cambio, los puentes sí. Siempre. Siempre. Eso es lo que pienso sobre los muros y las barreras. No son una solución. El problema permanece y permanece con más odio.»
Santo Padre, usted no puede obviamente anticipar el debate de los padres sinodales. Lo sabemos perfectamente, pero queríamos saber si antes del Sínodo en su corazón de pastor. Queremos saber si su «motu proprio» sobre la regulación de la nulidad ha cerrado este debate. ¿Qué responde a aquellos que temen que con esta reforma la creación de facto del llamado divorcio católico?
Empiezo por la última. En la reforma de los procesos he cerrado la puerta a la vía administrativa, que era la vía por la cual podía entrar el divorcio. Y se puede decir que aquellos que piensan en el divorcio católico se equivocan porque este último documento ha cerrado la puerta al divorcio que podía entrar por la vía administrativa. Siempre está la vía judicial. Después, la reforma la habían pedido la mayoría de los padres sinodales en las reuniones del año pasado. Hacía falta reducir los procesos. Había procesos que duraban diez, quince años. Una sentencia, y luego otra sentencia, y una apelación y otra apelación y no se terminaba nunca. La doble sentencia, cuando era válida, fue introducida por Benedicto XIV, porque en Centroeuropa, no digo el país, había algunos abusos, y para pararlos él introdujo la doble sentencia. Pero no es una cosa esencial al proceso. Los procesos cambian y la jurisprudencia cambia y se mejora siempre. Este documento, este motu proprio, facilita los procesos en el tiempo, pero no es un divorcio, porque el matrimonio es indisoluble cuando es sacramento, y esto la Iglesia no lo puede cambiar, es doctrina, es un sacramento indisoluble.
Santo Padre, usted visito a las Pequeñas Hermanas de los Pobres, y nos dijeron que usted quería mostrar su apoyo para ellas y de su caso en la corte. Y, Santo Padre, usted también apoya a las personas, incluso funcionarios del gobierno, que por objeción de conciencia no llevarían adelante por ejemplo una legislación en favor del matrimonio homosexual? ¿Usted apoyaría también este tipo de reivindicaciones en el marco de la libertad religiosa?
«No puedo conocer todos los casos que pueden existir de objeción de conciencia. Pero sí puedo decir que la objeción de conciencia es un derecho que entra en cada derecho humano. Es un derecho. Y si una persona no permite hacer objeción de conciencia, niega un derecho. En cada estructura judicial debe entrar objeción de conciencia porque es un derecho, un derecho humano. En caso contrario, terminamos en la selección de los derechos: este es un derecho de calidad, este es un derecho de no calidad, este... Es un derecho humano, eh. A mi siempre, y esto va en mi contra, siempre me conmovió cuando de joven leí muchas veces "La Chanson de Roland", cuando estaban todos todos los mahometanos en fila y delante estaba la pila bautismal, o la espada. Y tenían que elegir. No le estaba permitido la objeción de conciencia. No, es un derecho y si tenemos que hacer paz, hay que respetar todos los derechos.»
Incluyendo también a funcionarios gubernamentales...
«¡Es un derecho humano! Si el funcionario de gobierno es una persona humana, tiene ese derecho. Es un derecho humano.»
Usted en la Onu utilizó palabras muy fuertes para denunciar el silencio del mundo ante la persecución de los cristianos que son privados de sus casas, son privados de sus bienes, esclavizados y ademas brutalmente asesinados. Ahora el presidente Hollande anunció el inicio de bombardeos de parte de Francia contra las bases del sobre Isis, en Siria. ¿Qué piensa de esta acción militar?. ¿Por otra parte, también una curiosidad, el alcalde de Roma, Ignazio Marino, el alcalde del Jubileo, declaró que vino a la misa del Encuentro Mundial de Familias porque usted lo invitó. ¿Cómo fueron las cosas?
«Empiezo por la segunda: yo no invité al alcalde Marino ¿claro? No lo hice y le pregunté a mis colaboradores y ni siquiera ellos lo invitaron. Él se dice, católico y vino espontáneamente. Es claro. La otra sobre el bombardeo. En verdad tuve noticia la noticia antes de ayer y no leí, la verdad es que no conozco bien la situación. Escuché decir que Rusia tenía una posición, los Estados Unidos aún no estaba claro. La verdad, no sé que decirte, no entendí bien la cosa... Pero cuando escucho la palabra bombardeo, muerte, sangre, repito lo que dije en el Congreso y en las Naciones Unidas: hay que evitar estas cosas, pero no sé, la situación política no la juzgo porque no la conozco.»
Santo Padre, por primera vez ha visitado EEUU, ha hablado ante el Congreso, ante Naciones Unidas, se ha llevado auténticos baños de multitudes. ¿Se siente más poderoso?. Y quería preguntarle también, porque le hemos escuchado destacar el papel de las mujeres, las monjas en EEUU, ¿veremos alguna vez sacerdotes en la Iglesia católica, como piden grupos en EEUU y como tienen otras iglesias cristianas?
«Las monjas en EEUU han hecho maravillas. En el campo de la educación, en el campo de la salud... El pueblo de EEUU ama a las monjas; no sé cuánto ama a los curas, pero a las monjas las ama, las ama mucho. Son buenas, son mujeres estupendas, estupendas. Cada una sigue a su congregación, sus reglas, hay diferencias... Pero son magníficas. Y por eso yo me he sentido en la obligación de agradecer todo lo que han hecho. Una persona importante del gobierno de EEUU me ha dicho en estos días: "Yo, lo que tengo de cultura, se lo debo primariamente a las monjas". Las monjas tienen escuelas en todos todos los barrios, ricos, pobres, trabajan con los pobres en los hospitales. Esta era la primera, de la tercera me acuerdo, ¿y la segunda cuál era?».
¿Se siente poderoso después de haber estado en EEUU con esta agenda y de haber tenido tanto éxito?
«Yo no sé si he tenido éxito o no. Pero yo tengo miedo de mí mismo. Porque me siento siempre débil, no sé, en el sentido de no tener el poder. También el poder es una cosa pasajera, hoy está y mañana no está. Es importante si tú con el poder puedes hacer el bien. Y Jesús ha definido el poder: el verdadero poder es servir. Hacer los servicios más humildes. Y yo tengo todavía que avanzar en este camino del servicio, porque siento que no hago todo lo que debo hacer. Ese es el sentido que yo tengo del poder. Y en tercer lugar, las mujeres sacerdotes. Eso no puedo hacerlo. El Papa San Juan Pablo II, después de largos largos tiempos de reflexión, lo dejó dicho claramente. ¡No porque las mujeres no tengan la capacidad! Mira que en la Iglesia son más importantes las mujeres que los hombres. Porque la Iglesia es mujer. La Iglesia, no el iglesia. La Iglesia es la esposa de Jesucristo. Y la Virgen es más importante que los papas y los obispos, y que los curas. Hay una cosa que debo reconocerte: nosotros estamos un poco con retraso en una elaboración de la teología de la mujer; debemos avanzar en esa teología. Eso sí es verdad. Gracias.»
Santo Padre, en EEUU usted se ha convertido en una estrella. ¿Es bueno para la Iglesia que el Papa sea una estrella?
«¿Tú sabes cuál era el título que usaban los papas y que se debe usar? Siervo de los siervos de Dios. Es un poco diferente de una estrella. Las estrellas son bonitas para verlas. A mí me gusta mirar cuando el cielo está sereno, en verano... Pero el Papa debe ser, debe ser, el siervo de los siervos de Dios. Sí, en los medios de comunicación se usa esto, pero hay otra verdad: cuántas estrellas hemos visto que después se apagan y caen. Es una cosa pasajera. En cambio, ser el siervo de los siervos de Dios es bueno; eso no pasa. No sé, así lo pienso».
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