Saturday, September 19, 2015

Francisco en Cuba. Discusos de Raul Castro y el Papa. Video de la llegada


Francisco pide a Cuba y EE.UU. que sean “ejemplo de reconciliación” en “esta atmósfera de III Guerra Mundial por etapas que estamos viviendo”


Raúl Castro recibe al Papa exigiendo el fin del bloqueo y la devolución de Guantánamo


Bergoglio reivindica la cultura del encuentro y envía un saludo especial a Fidel Castro


(Jesús Bastante).- El reloj marcaba las 15,50 horas (en Madrid, 21,50), cuando el vuelo de Alitalia procedente de Fiumicino aterrizaba en el aeropuerto "José Martí" de La Habana. Después de doce horas de vuelo, Francisco inicia así un histórico viaje, que servirá de puente entre dos mundos, recientemente reconciliados: Cuba y Estados Unidos. No olvidó este hecho el Papa en su primer discurso, donde reclamó a ambos países que sean "ejemplo de reconciliación" en "esta atmósfera de III Guerra Mundial por etapas que estamos viviendo".
En la escalerilla del avión le esperaban el presidente cubano, Raúl Castro, y el episcopado del país en pleno. Castro acudió junto al cardenal Ortega al pie de escalerilla para fundirse en un abrazo con el Papa que ha conseguido el deshielo de relaciones Cuba-EE.UU., poniendo fin a los últimos vestigios de la Guerra Fría.
Soplaba un ligero viento en el aeropuerto cuando Bergoglio, recibido por una multitud enfervorecida, bajo del avión. Se le cayó el solideo en mitad de la bajada, como viene siendo habitual. Nada más bajar, recibió a varios niños, con los que se detuvo a hablar y a preguntarles por sus familias, antes de entregarles unos rosarios.
La Santa Sede informó de que, antes de partir hacia el aeropuerto, el papa fue despedido por la familia de refugiados sirios que ha sido acogida en la parroquia de Santa Ana, en el Vaticano.
Tras escuchar los himnos nacionales de Cuba y Estados Unidos, y el correspondiente disparo de salvas, el presidente Castro dio la bienvenida a Francisco. Un discurso, de más de 15 minutos, sumamente reivindicativo, en el que el hermano de Fidel defendió los valores de la Revolución y exigió a Estados Unidos el fin del bloqueo y el abandono de la base de Guantánamo
"Podrá apreciar que amamos profundamente nuestra patria, por la que somos capaces de hacer los máximos sacrificios", señaló el presidente cubano, quien reconoció el papel de Bergoglio en la defensa del medio ambiente y contra "la acción depredadora de los países ricos y grandes trasnacionales".
Para Castro, "el sistema actual es injusto e inmoral, ha globalizado el capital y convertido en su ídolo al dinero". El líder cubano denunció la "profunda y permanente crisis" de la que no escapan "las minorías, los excluidos, los jóvenes y ancianos, los que buscan refugio en el hambre y los conflictos"
"Nos hemos sentido bloqueados, calumniados, hundidos", denunció Castro, quien defendió el derecho de Cuba de "elegir su modelo político, económico y cultural". Y directamente, arremetió contra el bloqueo, que "provoca daños humanos y privaciones a la familia cubana, es cruel, inmoral e ilegal. Debe cesar. El territorio que ocupa la base naval en Guantánamo debe ser devuelto a Cuba".
Por su parte, Francisco dejó claro desde el primer momento que su viaje es "pastoral", aunque quiso saludar especialmente "a su hermano Fidel", pero también "a todas aquellas personas que por diversos motivos no podré encontrar, y a todos los cubanos dispersos por el mundo".
Recordando los viajes de sus antecesores, el Papa pidió "que la Iglesia siga acompañando y alentando al pueblo cubano en sus esperanzas, preocupaciones, con libertad y todos los medios necesarios para llevar el anuncio del Reino hasta las periferias existenciales de la sociedad".
Señalando la relevancia de la Virgen de la Caridad del Cobre, a la que viajará "como hijo y como peregrino", Bergoglio aseguró que le pedirá "por esta querida nación, para que transite por los caminos de justicia, paz, libertad y reconciliación".
"Geográficamente, Cuba es un archipiélago que mira hacia todos los caminos, con un valor extraordinario como llave entre el norte y el sur, entre el este y el oeste. Su vocación natural es ser punto de encuentro, para que todos los pueblos se reúnan en amistad, como soñó José Martí", subrayó el Papa, quien hizo suyas las palabras de Juan Pablo II: "Que Cuba se abra al mundo, y el mundo se abra a Cuba".
Sobre el diálogo entre Cuba y EE.UU., el Papa apuntó que "desde hace varios meses estamos viendo el proceso que nos llena de esperanza, el acercamiento de dos pueblos, tras años de distanciamiento". Bergoglio quiso dejar claro que "es un proceso, un signo de la victoria de la cultura del encuentro, del diálogo".
Por ello, concluyó, "animo a los responsables políticos a continuar avanzando por este camino, y a desarrollar todas sus potencialidades, como prueba del alto servicio que están llamados a dar en favor de la paz y al servicio de todos los pueblos de América, y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero. El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de III Guerra Mundial por etapas que estamos viviendo".
Éste fue el discurso de Raúl Castro:
Santidad:

El pueblo y el Gobierno cubanos lo reciben con profundos sentimientos de afecto, respeto y hospitalidad.

Nos sentimos muy honrados con su visita. Podrá apreciar que amamos profundamente nuestra Patria, por la que somos capaces de realizar los más grandes sacrificios. Nos ha guiado siempre el ejemplo de los próceres de Nuestra América, quienes nos legaron dignidad, valentía y generosidad. Por ellos hemos sabido practicar el axioma martiano de que Patria es Humanidad.

El encuentro memorable que sostuvimos en mayo pasado, en la Ciudad del Vaticano, brindó la oportunidad de intercambiar ideas acerca de algunos de los asuntos más importantes del mundo en que vivimos.

Los pueblos de la América Latina y el Caribe se han propuesto avanzar hacia su integración, en defensa de la independencia, la soberanía sobre los recursos naturales y la justicia social.

Sin embargo, nuestra región sigue siendo la más desigual en la distribución de la riqueza. En el continente, Gobiernos legítimamente constituidos que trabajan por un futuro mejor, se enfrentan a numerosos intentos de desestabilización.

Hemos seguido con mucha atención sus pronunciamientos. La exhortación apostólica "La Alegría del Evangelio", acerca de los temas sociales, y la carta encíclica "Alabado Seas", referida al futuro y el cuidado del planeta y la Humanidad, me han motivado profunda reflexión. Serán referentes para la próxima Cumbre sobre la Agenda de Desarrollo Post-2015, que tendrá lugar en la ONU en el presente mes, y la XXI Conferencia Internacional acerca del Cambio Climático que se celebrará, en diciembre, en París.

Comienzan a tener un eco creciente en el mundo su análisis de las causas de estos problemas y el llamado a la salvaguarda del planeta y la supervivencia de nuestra especie; al cese de la acción depredadora de los países ricos y las grandes transnacionales, a la eliminación de los peligros que se ciernen para todos en materia de agotamiento de los recursos y pérdida de la biodiversidad.

Como bien su Santidad señala: "La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo".

El Líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en 1992, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en Río de Janeiro, planteó la necesidad de salvar a la humanidad de la autodestrucción, distribuir mejor la riqueza, el conocimiento, la ciencia y las tecnologías, para el desarrollo sostenible, "hacer desaparecer el hambre y no el hombre", afirmó.

El sistema internacional actual es injusto e inmoral. Ha globalizado el capital y convertido en su ídolo al dinero. Hace de los ciudadanos meros consumidores. En vez de difundir el conocimiento y la cultura, los enajena con reflejos y patrones de conducta promovidos por medios que solo sirven a los intereses de sus dueños, las corporaciones transnacionales de la información.

La profunda y permanente crisis se descarga con brutal crudeza sobre los países del Tercer Mundo. Tampoco escapan de ella los excluidos en el mundo industrializado, las minorías, los jóvenes desempleados y los ancianos desvalidos, los que buscan refugio del hambre y los conflictos. Ofende la conciencia humana lo que ocurre con los inmigrantes y los pobres. Estos son los indignados del mundo que claman por sus derechos y el fin de tanta injusticia.

Santidad:

En sus palabras a los dos encuentros mundiales de los Movimientos Populares en octubre del pasado año en Ciudad del Vaticano y julio del presente, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, reiteró la necesidad de practicar la solidaridad y luchar unidos contra las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad, por la dignidad del hombre y se refirió al derecho a la tierra, al techo y al trabajo.

Para conquistar esos derechos, entre otros, se gestó la Revolución cubana. Por ellos, reclamó Fidel en su histórico alegato de defensa conocido como "La Historia me Absolverá".

Para lograr una sociedad más justa y solidaria hemos trabajado con sumo esfuerzo y asumido los mayores riesgos desde el triunfo revolucionario.

Lo hemos hecho bloqueados, calumniados, agredidos, con un alto costo de vidas humanas y grandes daños económicos. Fundamos una sociedad con equidad y justicia social, con amplio acceso a la cultura y apego a las tradiciones y a las ideas más avanzadas de Cuba, de América Latina, el Caribe y del mundo.

Millones de personas han recobrado su salud con la cooperación cubana: 325 mil 710 colaboradores han trabajado en 158 países; hoy, cincuenta mil 281 trabajadores cubanos de la salud prestan sus servicios en 68 naciones. Gracias al programa "Yo sí puedo", 9 millones 376 mil personas han sido alfabetizadas en 30 estados; y más de 68 mil estudiantes extranjeros, de 157 países, se han graduado en Cuba.

Avanzamos resueltamente en la actualización de nuestro modelo económico y social para construir un socialismo próspero y sostenible, centrado en el ser humano, la familia y la participación libre, democrática, consciente y creadora de toda la sociedad, en especial de los jóvenes.

Preservar el socialismo es garantizar la independencia, soberanía, desarrollo y bienestar de la Nación. Tenemos la más firme decisión de enfrentar todos los retos para alcanzar una sociedad virtuosa y justa, con altos valores éticos y espirituales. Como señaló el venerable presbítero Félix Varela, "...queremos que las generaciones futuras hereden de nosotros la dignidad de los hombres y recuerden lo que cuesta recuperarla para que teman perderla..."

La unidad, identidad e integración regional deben ser defendidas. La Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno durante la Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, celebrada en La Habana en enero de 2014, consagra un conjunto de compromisos de vital importancia, como la solución pacífica de controversias a fin de desterrar para siempre el uso y la amenaza del uso de la fuerza de nuestra región; no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos; fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones; y respetar plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones.

Para Cuba, los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas tienen plena vigencia. Solo el respeto a estos puede garantizar la paz y la seguridad internacionales crecientemente amenazadas.

Conocimos con sumo interés las palabras de Su Santidad en el marco de la conmemoración del 70 aniversario de los ataques nucleares contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

La existencia de las armas nucleares es una amenaza contra la supervivencia misma de los seres humanos y una afrenta a los principios éticos y morales que deben regir las relaciones entre las naciones. Su uso significaría la desaparición de la civilización humana. Abogar por el desarme, y muy particularmente por el desarme nuclear, no solo es un deber sino un derecho de todos los pueblos del mundo.

Santidad:

Hemos agradecido su apoyo al diálogo entre los Estados Unidos y Cuba. El restablecimiento de relaciones diplomáticas ha sido un primer paso en el proceso hacia la normalización de los vínculos entre ambos países que requerirá resolver problemas y reparar injusticias. El bloqueo, que provoca daños humanos y privaciones a las familias cubanas, es cruel, inmoral e ilegal, debe cesar. El territorio que usurpa la Base Naval en Guantánamo debe ser devuelto a Cuba. Otros asuntos deben ser también dirimidos. Estos justos reclamos son compartidos por los pueblos y la inmensa mayoría de los gobiernos del mundo.

Conmemoramos este año, Santidad, el 80 Aniversario de relaciones ininterrumpidas entre la Santa Sede apostólica y Cuba, que son buenas y se desarrollan favorablemente sobre la base del respeto mutuo.

El Gobierno y la Iglesia Católica en Cuba mantienen relaciones en un clima edificante, al igual que ocurre con todas las religiones e instituciones religiosas presentes en el país, que inculcan valores morales que la Nación aprecia y cultiva. Ejercemos la libertad religiosa como derecho consagrado en nuestra Constitución.

Damos a la presencia de Su Santidad en nuestra Patria todo su significado. Será trascendente y enriquecedor para la Nación su encuentro con un pueblo trabajador, instruido, abnegado, generoso, con profundas convicciones, valores patrióticos, dispuesto a continuar su heroica resistencia y a construir una sociedad que garantice el pleno desarrollo, de mujeres y hombres, con dignidad y justicia.

En nombre de este noble pueblo, le doy la más calurosa bienvenida.


Éstas fueron las palabras del Papa:
Señor Presidente,
Distinguidas Autoridades,
Hermanos en el Episcopado,
Señoras y señores:
Muchas gracias, Señor Presidente, por su acogida y sus atentas palabras de bienvenida en nombre del Gobierno y de todo el pueblo cubano. Mi saludo se dirige también a las autoridades y a los miembros del Cuerpo diplomático que han tenido la amabilidad de hacerse presentes en este acto.
Al Cardenal Jaime Ortega y Alamino, Arzobispo de La Habana, a Monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba y Presidente de la Conferencia Episcopal, a los demás Obispos y a todo el pueblo cubano, les agradezco su fraterno recibimiento.
Gracias a todos los que se han esmerado para preparar esta visita pastoral. Quisiera pedirle a Usted, Señor Presidente, que transmita mis sentimientos de especial consideración y respeto a su hermano Fidel. A su vez, quisiera que mi saludo llegase especialmente a todas aquellas personas que, por diversos motivos, no podré encontrar y a todos los cubanos dispersos por el mundo.
Este año 2015 se celebra el 80 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre la República de Cuba y la Santa Sede. La Providencia me permite llegar hoy a esta querida Nación, siguiendo las huellas indelebles del camino abierto por los inolvidables viajes apostólicos que realizaron a esta Isla mi dos predecesores, san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sé que su recuerdo suscita gratitud y cariño en el pueblo y las autoridades de Cuba. Hoy renovamos estos lazos de cooperación y amistad para que la Iglesia siga acompañando y alentando al pueblo cubano en sus esperanzas y en sus preocupaciones, con libertad y con los medios y espacios necesarios para llevar el anuncio del Reino hasta las periferias existenciales de la sociedad.
Este viaje apostólico coincide además con el I Centenario de la declaración de la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba, por Benedicto XV. Fueron los veteranos de Guerra de la Independencia, movidos por sentimientos de fe y patriotismo, quienes pidieron que la Virgen mambisa fuera la patrona de Cuba como nación libre y soberana. Desde entonces, Ella ha acompañado la historia del pueblo cubano, sosteniendo la esperanza que preserva la dignidad de las personas en las situaciones más difíciles y abanderando la promoción de todo aquello que dignifica al ser humano. Su creciente devoción es testimonio visible de la presencia de la Virgen en el alma del pueblo cubano. En estos días tendré ocasión de ir al Cobre, como hijo y peregrino, para pedirle a nuestra Madre por todos sus hijos cubanos y por esta querida Nación, para que transite por los caminos de justicia, paz, libertad y reconciliación.
Geográficamente, Cuba es un archipiélago que mira hacia todos los caminos, con un valor extraordinario como «llave» entre el norte y el sur, entre el este y el oeste. Su vocación natural es ser punto de encuentro para que todos los pueblos se reúnan en amistad, como soñó José Martí, «por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares» (La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América, en Obras escogidas II, La Habana 1992, 505). Ese mismo fue el deseo de san Juan Pablo II con su ardiente llamamiento a «que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba» (Discurso en la ceremonia de llegada, 21-1-1998, 5).
Desde hace varios meses, estamos siendo testigos de un acontecimiento que nos llena de esperanza: el proceso de normalización de las relaciones entre dos pueblos, tras años de distanciamiento. Es un signo de la victoria de la cultura del encuentro, del diálogo, del «sistema del acrecentamiento universal... por sobre el sistema, muerto para siempre, de dinastía y de grupos» (José Martí, ibíd.). Animo a los responsables políticos a continuar avanzando por este camino y a desarrollar todas sus potencialidades, como prueba del alto servicio que están llamados a prestar a favor de la paz y el bienestar de sus pueblos, de toda América, y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero.
Pongo estos días bajo la intercesión de la Virgen de la Caridad del Cobre, de los beatos Olallo Valdés y José López Piteira y del venerable Félix Varela, gran propagador del amor entre los cubanos y entre todos los hombres, para que aumenten nuestros lazos de paz, solidaridad y respeto mutuo.
Nuevamente, muchas gracias, Señor Presidente.


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