Juan Carlos Parodi era un joven facultativo cuando fue llamado de urgencia. Un cura jesuita se moría en su cama. Lo operó. Hoy es el papa Francisco.
Corrían los años '80. Un joven sacerdote jesuita padecía un cúmulo de afecciones que hacían correr peligro a su vida. Desde los 29 años le faltaba un pulmón, que se "fue" tras una infección que no pasó ese límite. Eso le había impedido viajar a Japón como misionero de la Compañía de Jesús, su opción. Se tuvo que quedar en Buenos Aires.
Tenía 42 años cuando una gangrena y una peritonitis pusieron al límite su vida. Juan Carlos Parodi, un joven médico que fue llamado tras buscar quién pudiera atinar en el diagnóstico y tratarlo, aunque el paciente no tenía con qué pagarle, lo abordó en plena madrugada.
"Yo no lo sabía. Me había olvidado completamente de él, no sabía ni quien era", le contó Parodi a MDZ Radio en diálogo con Eduardo Ripari, Federico Croce y Roxana Badaloni en el programa "Cambio de aire".
"En el año 80 -contó Parodi- yo era un médico general, joven, con mucha práctica en urgencias. Su médico lo tenía internado. Era un hombre que no tenía ningún recurso, ninguna cobertura y como hay médicos buenos y malos, unos que son como sacerdotes y otros que no se mueven sin remuneración. El padre Bergoglio estaba postrado con una gangrena y una peritonitis que era mortal. La noche en que yo lo vi, según él me lo recordó cuando me invitó al Vaticano, me dijo 'usted me salvó la vida'".
En su relato sobre el encuentro con el Papa, el conocido médico cardiólogo relató: "Yo le pregunté de qué hablaba, pero me mostró la historia clínica: 'Tenía una gangrena de la vesícula y usted me operó durante cuatro horas en la madrugada y quedé sin secuelas'. Bergoglio tenía 40 o 42 años. Era una enfermedad rara, altamente mortal. Tuve la suerte de que pude llegar a tiempo. Él cuando me vio entrar me dijo: 'Vos sabés que yo recuerdo tu cara tal cual como aquella noche, porque yo sentía que me moría. Entró un médico con cara de loco -me dijo- porque venía de operar todo el día". Me regaló un libro con la vida de San Ignacio".
Fue cuando Bergoglio, ahora pontífice en Roma, "me manifestó su afecto y me dijo: 'Somos parecidos en muchas cosas porque estoy seguro de que lo que hiciste fue sin ningún interés y sin esperar ninguna recompensa de ninguna índole'", concluyó su anécdota.
MDZ
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